El reloj de la rendición se ha puesto en marcha para Hamás: si antes del domingo a las 6 de la tarde, hora española, no ha aceptado por completo el plan de paz propuesto por Donald Trump, este ha asegurado que se desatará el infierno en aquella zona como nadie ha visto antes. Son palabras exactas del presidente estadounidense en las redes sociales, en su plataforma Truth Social. Después de que Trump y Netanyahu se fotografiaran en la Casa Blanca, aceptando el primer ministro israelí —aparentemente a regañadientes— la propuesta de 20 puntos del presidente de Estados Unidos, Hamás ha dicho que está dispuesto a liberar a todos los rehenes israelíes y discutir el plan de paz de Trump.

Aunque es de sobra conocido el lenguaje grandilocuente y amenazador de Trump para forzar un movimiento de sus rivales, en el tema de su propuesta de paz, el presidente norteamericano acude con las espaldas cubiertas para doblar el silencio de Hamás. Tiene el apoyo de los países europeos, el de Rusia y el de la mayoría de los países afectados de Oriente Medio —Egipto y Qatar tienen reservas—, empezando por los que suscribieron los Acuerdos de Abraham en 2020. Además, Hamás está desarbolado internamente y la invasión de Gaza, donde ya están los tanques israelíes, les dejaría sin capacidad para rehacerse y sin aliados en la zona. En este contexto, la expresión de Trump de que se desatará el infierno solo puede querer decir que Estados Unidos dará luz verde a que Netanyahu actúe sin contrapeso alguno.

La expresión de Trump de que se desatará el infierno solo puede querer decir que Estados Unidos dará luz verde a que Netanyahu actúe sin contrapeso alguno

Aunque a principios de semana, un funcionario de Hamás declaraba que algunos puntos del plan de Trump son inaceptables, este viernes a última hora, el grupo islamista han accedido a discutir parte del plan. Según el extenso plan de Trump, Hamás entregaría a los 48 rehenes que aún tiene en su poder, de los que se cree que una veintena están vivos, en las 72 horas primeras del alto el fuego; abandonaría el poder en Gaza y entregaría sus armas. Como contrapartida, Israel detendría su ofensiva militar y abandonaría gran parte del territorio. Permitiría la reconstrucción del territorio y la entrada de ayuda humanitaria. El territorio de unos dos millones de palestinos quedarían bajo la gobernanza internacional, supervisada por el propio Trump y el ex primer ministro inglés, Tony Blair.

Si para Hamás el contador definitivo se ha puesto en marcha, para Trump también, ya que las urgencias tienen mucho que ver con que el martes se cumple el segundo aniversario de los ataques del 7 de octubre contra Israel en que murieron 1.195 personas (776 civiles, de los que 35 eran menores, y 373 militares) y la captura de 251 rehenes, que fueron transportados a la Franja de Gaza. Este ataque fue el más mortífero de la historia reciente de Israel y el presidente Joe Biden lo calificó de la peor masacre de judíos en un solo día desde el Holocausto. La respuesta de Israel en estos dos años de guerra se ha traducido en más de 66.000 muertos en ataques sobre Gaza, según el Ministerio de Salud del territorio.

Aunque la posibilidad de acuerdo ya es real después del reciente anuncio de Hamás, los apoyos internacionales a Trump podrían no ser suficientes para cerrar el acuerdo el domingo, como quiere el presidente norteamericano.