Veinticuatro horas después del arrepentimiento de Pedro Sánchez, asumiendo en primera persona que reconocía sus incumplimientos con Junts per Catalunya y hacía acto de contricción pública, ha llegado la respuesta del partido de Carles Puigdemont: "Todo esto no cambia nuestra posición. Estamos donde estábamos". El president Carles Puigdemont ha pilotado directamente desde Waterloo el mensaje de respuesta Sánchez y el tono del mismo, en una operación mediática que ha dejado todo el protagonismo público a Míriam Nogueras, figura política claramente en alza en el espacio de Junts y que interpreta a la perfección la escala de enfado que quiere imprimir en estos momentos. "Son los socialistas los que han bloqueado la legislatura y son ellos los que se han metido en este problema. Nosotros hemos roto y hemos roto de verdad", repitió Nogueras, poniendo énfasis en que hay una larga lista de incumplimientos por parte del gobierno español y que el reconocimiento de culpa no deja de ser un brindis al sol.

Moncloa ha encajado puertas a fuera esta primera respuesta con flema casi británica, pero con una cierta irritación interna, ya que esperaba algo más de la súplica de Sánchez. Un guiño, no una larga lista de deberes que no han hecho y que a estas alturas de la legislatura es, por interminable, imposible de cumplir: que se ha aplicado el 100% de la ley de amnistía, se ha aprobado la oficialidad del catalán en Europa, que Catalunya tiene representación en la UNESCO, que se han ejecutado los presupuestos y las partidas que en los últimos años se han perdido por el camino. También querrá decir que se han publicado las balanzas fiscales con criterios similares a los que ha utilizado siempre la Generalitat y que calculado por la Conselleria d'Economia en 2021 rondó los 22.000 millones de euros, lo que equivale a casi el 10% del PIB, y que ahora, con la fórmula del Ministerio de Hacienda, no llega a los 10.000 millones. También que se ha cedido las competencias, y la lista seguía y seguía…

El reconocimiento público de los incumplimientos solo ha servido para parar la hemorragia durante 24 horas

Sin embargo, Sánchez y su equipo transmiten que no se dan por rendidos, que es cuestión de tiempo, que Junts no tiene ni otra alternativa ni un plan mejor. Están dispuestos a volver a seguir perdiendo votaciones en el Congreso, como la nueva propuesta de la senda de déficit, imprescindible para aprobar presupuestos. Y así resistir hasta enero o febrero, fecha en que está situado por el gobierno español el retorno del president Carles Puigdemont, bien sea por un pronunciamiento favorable del Tribunal Constitucional —aquí su presidente Cándido Conde-Pumpido tiene que armar una mayoría que levante la orden de detención del Tribunal Supremo vigente en estos momentos por la inaplicación de la ley de amnistía— o el del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) cuyo abogado general, Dean Spielman, ya se pronunció el pasado 13 de noviembre avalando, en sus conclusiones, la ley de amnistía. Su dictamen no dejaba lugar a dudas y señalaba que la amnistía era competencia exclusiva de los Estados miembros, y que en el caso de la norma del procés, respeta el derecho de la Unión y no se han afectado fondos de la UE con el 1-O. Es decir, descarta la malversación, delito por el que el Supremo no quiere aplicar la amnistía al president en el exilio, Carles Puigdemont, y a su Govern.

Mientras tanto, el PP espera, cosa que tampoco es una gran novedad, ya que se ha pasado toda la legislatura española esperando: primero que Junts no votara a Sánchez, después que este cayera y ahora que le retire el apoyo y convoque elecciones el presidente del gobierno. Eso último es algo muy difícil que suceda, con el horizonte electoral que pronostican las encuestas y, sobre todo, el judicial que tiene por delante. El familiar y el del PSOE, bombas, todas ellas de relojería que van avanzando —algunas más rápidas y otras más lentas—, pero ninguna de todas ellas desactivadas. Los socialistas pretenden ganar tiempo más que gobernar, cosa que, por ahora, es imposible. Y el tiempo, también, solo se lo puede dar Puigdemont. Al final, por un lado, o por el otro, va a parar siempre al mismo sitio. Y el reconocimiento público de los incumplimientos solo ha servido para parar la hemorragia durante 24 horas.