Por más que el presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, dijera en su despedida del curso político que las vacaciones están sobrevaloradas y ello haya despertado una serie de críticas, en parte, porque seguramente la frase no era ni oportuna, ni graciosa, en España todo el mundo ha bajado la persiana. No hay estamento oficial que continúe funcionando a un ritmo ordinario, y aunque las familias han tenido que ir reduciendo sus salidas de su lugar de residencia, se mantiene aquel viejo dicho que en agosto España está cerrada por vacaciones. Teniendo en cuenta que la política en España va íntimamente ligada a la justicia o mejor dicho que la justicia ha ocupado todo el espacio de la política, que los tribunales bajen la persiana hasta el lunes 1 de septiembre seguro que será más que un alivio para Pedro Sánchez.

Para el presidente del Gobierno, será su sexto verano en las islas de los volcanes y la octava vez que se aloja en la residencia de La Mareta, que fue un regalo del rey Hussein de Jordania a Juan Carlos I en 1989, y que hoy forma parte de Patrimonio del Estado. Anteriormente, era utilizada por el rey emérito, que hoy reside en el extranjero, fruto de los enredos económicos que se archivaron judicialmente, pero que mermaron irreversiblemente su imagen. Según los medios de comunicación de Canarias, Pedro Sánchez tiene previsto adelantar su llegada a Lanzarote y alojarse en La Mareta este mismo sábado y permanecer en ella hasta el 23 de agosto. Además, según La Voz de Lanzarote, combinará su agenda veraniega con visitas de políticos como el expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero, que tiene en la isla su segunda residencia, el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, y quien sabe si también el president de la Generalitat y primer secretario del PSC, Salvador Illa, que ya estuvo el verano pasado.

La salida más digna para Sánchez sería dar un paso al lado y permitir que la mayoría de su investidura fuera capaz de acordar un candidato alternativo

Sánchez deberá despejar, si puede, qué hacer con la legislatura española y si tiene margen para darle continuidad. Aunque en su despedida de los periodistas en la Moncloa aseguró que su intención era llevar al Congreso de los Diputados los presupuestos de 2026, los socios estables y los aliados puntuales están muy lejos de pensar que este escenario es realizable. Seguramente, fuera de los votos de Sumar, PNV y Bildu, le va a costar tejer alianzas para ello. En parte, porque los compromisos hacia un lado —Junts— desequilibran los del otro —Podemos— y por allí también anda Esquerra Republicana, que primero tiene que asimilar que la financiación singular ha entrado en una zona de alto riesgo. Al pasar de 2026, como estaba prevista, a 2028, como se ha reagendado a la vista de las dificultades "técnicas", no solo se atrasa dos años, sino que para su cumplimiento definitivo ha de continuar el PSOE en la Moncloa, ya que, como muy tarde, las elecciones españolas serán en julio de 2027.

El presidente del Gobierno va a tener que hacer auténticos juegos malabares con unos presupuestos que parecen imposibles. La influyente revista británica The Economist le acaba de pedir en un contundente editorial en el número de esta semana que dimita o convoque elecciones, señalando que no hay ninguna razón válida para que siga en el cargo, ni tan siquiera la llegada de la extrema derecha al Gobierno. Para el semanario, la salida más digna para Sánchez sería dar un paso al lado y permitir que la mayoría de su investidura fuera capaz de acordar un candidato alternativo. Esta posibilidad siempre ha estado encima de la mesa, al menos, desde hace un año, aunque ha tropezado con un problema a día de hoy irresoluble: el presidente no se quiere ir. Sigue sin ser una posibilidad real. Solo la contundencia de Junts y de Podemos podría revertir la situación a partir de un bloqueo aún más absoluto de cualquier iniciativa legislativa de la Moncloa.

Es la única vía a día de hoy. Eso o concesiones tangibles e importantes a socios y aliados a partir de septiembre. Esa es la cuestión que Sánchez debe resolver este mes de agosto.