El FC Barcelona vivió en Sevilla una de las noches más oscuras de la era Hansi Flick. El 4-1 encajado en el Sánchez Pizjuán no solo refleja un mal resultado, sino una preocupante falta de rumbo. Los azulgranas, que llegaban como líderes, se marchan al parón de selecciones con más preguntas que respuestas. No supieron competir, no reaccionaron y, lo más grave, dejaron la sensación de un equipo sin alma.

Las bajas eran importantes: Joan García, Ter Stegen, Gavi, Fermín, Raphinha y Lamine Yamal. Flick tuvo que improvisar, pero el problema no fue el plan, sino la actitud. El técnico apostó por un once potente sobre el papel: Szczesny en portería; Koundé, Araujo, Cubarsí y Gerard Martín atrás; De Jong, Pedri y Dani Olmo en la medular; y un tridente ofensivo formado por Ferran Torres, Lewandowski y Rashford. Ninguno de ellos respondió a lo que exigía el partido.

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El Barça se desdibuja en Sevilla

El Barça fue un equipo roto, sin conexión entre líneas. El centro del campo no existió, y la defensa, superada una y otra vez, se hundió ante la presión sevillista. En ataque, la sensación fue de impotencia. Flick movió el banquillo, entraron Eric García, Balde, Bardghji y Christensen, pero nada cambió. El conjunto culé fue una caricatura de lo que pretende ser: un bloque sin ideas, sin velocidad y sin liderazgo.

Entre todos los nombres en entredicho, uno destaca por su preocupante estado de forma: Dani Olmo. El de Terrassa sigue sin arrancar. Llegó al Barça con la etiqueta de fichaje clave, llamado a marcar diferencias en la mediapunta, pero su rendimiento está muy lejos de lo esperado. La pasada temporada las lesiones fueron su coartada. Esta, sin embargo, no hay excusa. Flick le da minutos, confianza y responsabilidad, pero el jugador no responde.

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No es el único culpable, pero Dani Olmo preocupa seriamente

Ante el Sevilla, Olmo pasó desapercibido. Ni un pase de peligro, ni una conducción que rompiera líneas. Errático, lento, sin chispa. Su toma de decisiones fue desesperante. En el diario Sport le dieron un 3 de nota y fueron claros: “Tiene que aportar mucho más para ser un jugador importante”. Y es que su papel en el sistema de Flick es clave; el mediapunta debe ser quien conecte las piezas, quien transforme el juego en ocasiones. Pero Olmo está fuera de ritmo y, lo peor, sin confianza.

No es el único que preocupa. Cubarsí ha bajado su nivel desde la marcha de Íñigo Martínez. Koundé sufre sin Lamine Yamal, que antes fijaba a los rivales y liberaba espacios. De Jong, cada vez más plano, ralentiza el juego y apenas arriesga. Y Lewandowski, aunque suma tres goles, falla en los momentos decisivos: el penalti errando en Sevilla fue la muestra de un jugador sin claridad mental ni física.