El miércoles pasado conocíamos la noticia bomba: la Liga de Fútbol Profesional solicitaba al Comité de Competición de la Federación Española que el Clásico entre el Barça y el Real Madrid, programado para el próximo 26 de octubre en el Camp Nou, se disputara en el Santiago Bernabéu. La respuesta de Competición ha llegado este miércoles y ha sido unilateral: el partido no se jugará en la capital española, sino que se aplazará. La nueva fecha, después de un acuerdo entre ambos clubes, será el 18 de diciembre.

 

De esta manera, la Federación Española ha conseguido que el duelo futbolístico con más impacto a nivel mundial no tenga lugar en Barcelona el mismo día en que se celebrará una macro manifestación para protestar contra la sentencia en el procés.

La respuesta del Comité de Competición, sin embargo, despierta una gran pregunta: ¿cuál es el criterio para solicitar que se cambie el escenario o incluso se suspenda un partido? Los artículos 188, 239 y 240 del reglamento de la Liga detallan que la Federación puede anular la competición por "causa de fuerza mayor o circunstancias excepcionales", hecho que abre un abanico enorme de posibilidades completamente subjetivas. El 1 de octubre de 2017, por ejemplo, en pleno referéndum de autodeterminación, no se quiso anular el Barça-Las Palmas. Días más tarde, tampoco se quiso intervenir en el Girona-Madrid posterior a la aplicación del artículo 155.

Ahora en cambio, y cuando todavía quedan tres días para el 26-O, la Federación consigue que el partido no se juegue en Barcelona. El motivo del aplazamiento es fácil de imaginar: aprovechar el altavoz del clásico para transmitir un falso estado de alerta en el mundo. Pero ojo, la estrategia les podría salir mal. Con el retraso de un duelo gigante como el Barça-Madrid también han provocado que aficionados de todo el mundo se pregunten qué está pasando a Catalunya.