Madrid, 14 de marzo de 1640. Hace 383 años. El rey Felipe IV enviaba una misiva a Dalmau de Queralt, conde de Santa Coloma y virrey hispánico en Catalunya, ordenando la detención de Francesc de Tamarit, diputado militar o consejero-protector de la Generalitat, su entrega al marqués de Villafranca, "policía" hispánico embarcado en la Galera Real —fondeada en el puerto de Barcelona— y su traslado y reclusión en las mazmorras de Perpinyà. El rey, a partir de las falsas acusaciones fabricadas por Villafranca y filtradas por la Junta Grande (el Consejo de Ministros), acusaba a Tamarit de conspirar contra el régimen hispánico. En esa misma misiva, Felipe IV ordenaba a Santa Coloma detener, también, al president Pau Claris, al que acusaba de “intervenir en los excesos que cometen en la provincia (Catalunya), fomentado la conmoción”.

Representación moderna de los Tercios hispanics, obra de Augusto Ferrer Dalmau. Fuente Wikimedia Commons
Representación moderna de los tercios hispánicos, obra de August Ferrer Dalmau / Fuente: Wikimedia Commons

¿Quién dirigía el gobierno del país en ese momento?

La Generalitat foral (hasta 1714) estaba dirigida por un triunvirato formado por tres diputados o consejeros, elegidos por cada uno de los estamentos políticos del país. El diputado elegido por el estamento eclesiástico (que, por salomónica tradición fundacional, siempre hacía las funciones de presidente); el diputado elegido por el estamento militar o nobiliario (que, por sistema, asumía el cargo de consejero-protector, es decir, un equivalente a general en jefe del ejército); y el diputado elegido por el estamento o representación de las villas y ciudades (que era el enlace entre la Generalitat y las poderosísimas corporaciones municipales catalanas de la época foral: el Consell de Cent, la Paeria, etc.). En ese momento, Pau Claris era el president, Francesc de Tamarit era el diputado militar o consejero-protector y Josep Miquel Quintana era el diputado real o de las villas y ciudades del país.

¿Qué era y qué representaba Tamarit?

En el momento en el que Villafranca fabrica las pruebas incriminatorias contra Tamarit (enero-febrero, 1640), el consejero-protector es el héroe del pueblo de Catalunya y el elemento más destacado del brazo militar catalán. Tamarit se había opuesto a los alojamientos impuestos de tercios hispánicos y a las levas forzosas de civiles catalanes. Solo había aceptado colaborar con las autoridades hispánicas cuando, en plena crisis política, se le había garantizado el uso Princeps namque (de las Constituciones de Catalunya), que prohibía al rey enviar a los catalanes a campos de batalla más allá de las fronteras catalanas. El 6 de enero de 1640, Tamarit y la leva catalana conseguían recuperar el castillo de Salses, en el límite fronterizo entre Catalunya y Francia, perdido meses antes (19 de julio de 1639), por el ejército hispánico, que lo había rendido a los franceses sin disparar ni un solo tiro.

Mapa de Europa (1645). Fuente Biblioteca Digital Hispánica
Mapa de Europa (1645) / Fuente: Biblioteca Digital Hispánica

¿Qué se respiraba en la Catalunya del momento?

Olivares, ministro plenipotenciario de Felipe IV, había fracasado en su propósito de imponer la Unión de Armas (la ruptura de la bilateralidad tributaria y militar Catalunya-poder central hispánico). Y había optado por fabricar una gran crisis que tenía el propósito final de hundir el sistema político foral catalán. Desde 1635, los 40.000 tercios hispánicos teóricamente destinados al frente de guerra del Roselló, en la práctica —y por imposición de Olivares— estaban alojados en casas particulares de toda Catalunya comportándose como lo habrían hecho en cualquier país enemigo y ocupado: robando, agrediendo, amputando, violando y asesinando a las familias que los habían acogido. Tras cinco años de ocupación violenta, el paisaje social catalán estaba muy inflamado, al borde de una revolución. Pero sin un liderazgo claro, capaz de conducir esa oleada de indignación.

¿Por qué Villafranca puso el foco sobre Tamarit?

En las semanas finales del invierno de 1640, que anticipaban una primavera caliente (las primeras respuestas catalanas a la represión hispánica) y un verano incendiario (el Corpus de Sangre, inicio de la Revolución), la figura de Tamarit confirmaría la categoría de héroe que ya apuntaba antes de Salses. Una figura, inicialmente, más dimensionada que la del president Claris o que la de Quintana por su condición militar, que lo asociaba a la figura mítica del caballero Sant Jordi del imaginario catalán. Y eso es lo que llamó la atención de Villafranca. Ese clima prerrevolucionario, al borde del estallido, pero que no se inflamaba por ausencia de un liderazgo claro, se podía precipitar en el preciso instante en el que Tamarit se situara al frente del movimiento. Para Villafranca, el "policía patriótico" de Felipe IV y de Olivares, Tamarit era una bomba de relojería que había que desactivar.

Representación moderna de Pau Claris y de Francesc de Tamarit. Fuente Wikimedia Commons
Representación moderna de Pau Claris y de Francesc de Tamarit / Fuente: Wikimedia Commons

El fracaso de Olivares

El plan de Olivares había fracasado. Según el profesor Simón i Tarrés, de la UAB, la confirmación de ese fracaso se produciría con la detención de Tamarit (18 de marzo de 1640): "la doble y simultánea presión sobre las clases dirigentes (detención de sus representantes) y sobre las clases campesinas y populares (levas, impuestos, alojamientos) podía crear una convergencia de rechazo hacia la política real". Lo que quedaba patente era que el odio profundo que Villafranca, Olivares y Felipe IV sentían hacia los catalanes, les nubló la vista; y lejos de rebajar la tensión, con sus viscerales decisiones inflamaron aún más el conflicto. Y todavía lo celebraban. Simón i Tarrés explica que el confidente Camacho de Carvajal informaba al virrey Santa Coloma que “Tiene a V.E. (el virrei) al señor conde-duque (Olivares) como una pascua”.

¿Qué falsas acusaciones fabricó Villafranca?

Felipe IV ordenó detener a Tamarit y a Claris por subversión, por complicidad con el enemigo (Francia) “y por otras cosas en que le hallaré culpado y que siendo de calidad que obliguen a prisión”. Pero no de forma preventiva, sino como muy bien señala Simón i Tarrés "el monarca dictaba la sentencia antes de abrir la investigación". Los cargos que había fabricado Villafranca eran tan lesivos al régimen hispánico y tan atentatorios a la ideología que lo sustentaba, que quedaba justificada cualquier acción. Ramon de Rubí, juez de la Real Audiencia, dejaría escrito que: "tuvo el conde (el virrey) orden de prender los diputados (Tamarit y Claris) con el fin de atemorizarlos y que no llegasen a pedir la constitución Poc Valria (que sometía al rey a la ley catalana y que dejaba a Felipe IV como un trapo sucio con todas las consecuencias)".

Representación coetánea de Felipe IV y de Olivares. Fuente Museo de Prado Madrid i Museu del Hermitage San Petersburgo
Representación coetánea de Felipe IV y de Olivares / Fuente: Museo del Prado (Madrid) y Museo del Hermitage (San Petersburgo)

La extraña excarcelación de Tamarit

El virrey Santa Coloma fue el único elemento del aparato hispánico capaz de entender que la detención de Tamarit había sido un error. La noticia de esa detención corrió como la pólvora y el clima de tensión se incrementó exponencialmente. Tamarit fue recluido en la prisión real de Barcelona y, contra las órdenes del rey, nunca fue transferido a la Galera Real. Santa Coloma, por prudencia o por su propia seguridad, viró hacia una actitud conciliadora y eso le convertiría en un político amortizado. El 18 de mayo de 1640, alguien que no era Santa Coloma ni la oposición clandestina antihispánica, abrió las prisiones y excarceló a Tamarit. Esa acción sería la segunda causa que esgrimiría Felipe IV para justificar la intervención militar contra las instituciones catalanas: “Haver sacado al deputado y demás presos de las cárceles”.