La enfermedad del hígado graso se caracteriza por la presencia de cantidades anormales de grasa en el hígado, lo que se denomina esteatosis. Si tienes grasa en el hígado pero no sufres ningún otro daño, seguramente padezcas la enfermedad del hígado graso no alcohólico.

Si no se trata, pueden producirse inflamación y daño en las células hepáticas, lo que provoca una enfermedad denominada esteatohepatitis no alcohólica, que se asocia con cirrosis, enfermedad hepática en etapa terminal y trasplante de hígado, y a menudo, también con enfermedades cardiovasculares.

Los cambios en la dieta que inducen la pérdida de peso y la adición de alimentos ricos en nutrientes y ricos en antioxidantes, como frutas y verduras, pueden revertir o prevenir la progresión de la enfermedad. También es importante limitar los carbohidratos refinados, los azúcares simples, los alimentos fritos, los procesados​​y los que tienen un alto contenido de grasas saturadas.

Debido a que la enfermedad del hígado graso muchas veces se asocia con la obesidad, la resistencia a la insulina, el síndrome metabólico y un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular, la pérdida de peso es uno de los objetivos principales, y la dieta puede ayudar con esto.

Por eso, a continuación, vamos a ver qué grupos de alimentos son los más adecuados para combatir con éxito el hígado graso.

Cereales integrales

Los cereales integrales, específicamente aquellos que tienen un índice glucémico más bajo, como la avena integral, son ricos en vitaminas, minerales y fibra saciante. Ayudan a la saciedad y la regularidad intestinal, y son un gran reemplazo de los carbohidratos blancos refinados.

Legumbres

Una fuente vegetariana de proteína y fibra, las legumbres son un carbohidrato complejo que ayudan a mantenerte lleno y a reducir las grandes fluctuaciones de azúcar en la sangre. También son bajas en grasas.

Legumbres / Pixabay
Legumbres / Pixabay

Vegetales con almidón

Estos carbohidratos complejos también son ricos en fitonutrientes, fibra y vitaminas, como la vitamina C. La vitamina C es un poderoso antioxidante que también es importante para aumentar la inmunidad.

Vegetales sin almidón

Llenos de fibra y bajos en calorías, los vegetales sin almidón deben ser la base de la mayoría de las comidas. Son voluminosos y son ricos en nutrientes. Las verduras como las alcachofas, los puerros y el ajo, que son ricas en oligofructosa, pueden reducir los niveles de triglicéridos.

Frutos secos

Ricos en ácidos grasos omega 3, los frutos secos pueden ayudar a reducir los triglicéridos y los lípidos. También pueden reducir la inflamación. Mejor en sus versiones crudas y sin sal, siempre que sea posible.

Proteína magra

La proteína es importante para los músculos y ayuda a mantenerte lleno. En comparación con la proteína rica en grasas, la proteína magra tiene menos calorías y grasas saturadas, lo que puede ayudar a perder peso.

Lácteos bajos en grasa

Ricos en calcio, vitamina D y probióticos, los lácteos bajos en grasa pueden ser una opción saludable. Los probióticos pueden ayudar a modificar las bacterias en el intestino que pueden desempeñar un papel en el desarrollo de esteatosis y la progresión a la esteatohepatitis.

Pescado azul

Rico en ácidos grasos omega 3, el pescado graso, como el salmón, puede ayudar a reducir los triglicéridos y la grasa en el hígado.

Fruta

La fruta, como las bayas y el kiwi, es rica en vitamina C, fibra saciante y antioxidantes. Las personas que comen más frutas y verduras son más propensas a mantener un peso más saludable y lograr un peso más bajo.