El 20 de marzo de 1972 la estación de Correus de la red de Metro de Barcelona quedó fuera de uso, de manera que aquel día de hace algo más de cincuenta y tres años fue la última oportunidad para la ciudadanía en general de transitar por un espacio que pasó, por obra y gracia de la prolongación de la L4 en dirección a la Barceloneta, de ser una parada plenamente operativa a transformarse en aquello que los aficionados llaman una estación fantasma, es decir, una instalación ferroviaria fuera de uso, pero de la que aún quedan restos que, para el viajero que está al tanto, son visibles si se está atento durante el recorrido.

Correus es, en este sentido, la estación fantasma paradigmática de la red de Metro de Barcelona, más aún que la estación de Gaudí que tiene la particularidad de que nunca entró en servicio. Y es que esta estación a medio camino entre Jaume I y Barceloneta no solo quedó anclada en el tiempo, sino que además tiene la particularidad de que para acceder a ella hay que hacerlo de una manera muy peculiar: bajando a las vías desde la estación más cercana, la de Jaume I. Este condicionante hace que no se haya abierto nunca a visitas hasta ahora, cuando en el marco del centenario del Metro de Barcelona, han comenzado las jornadas de visitas guiadas, eso sí, ya con todas las entradas agotadas.

ESTACIÓN FANTASMA METRO CORREOS / Foto: Montse Giralt
La estación fantasma de Correus mantiene parte de un andén, con los rótulos originales y carteles publicitarios / Foto: Montse Giralt
ESTACIÓN FANTASMA METRO CORREOS / Foto: Montse Giralt
La visita con motivo del centenario del Metro ha creado bastante expectación / Foto: Montse Giralt

Esta madrugada de lunes a martes, pues, ha sido la primera vez, más allá de visitas muy restringidas, que la ciudadanía ha podido acceder, con una visita previa para los medios de comunicación, en la que ha participado la presidenta de TMB, Laia Bonet, que ha calificado la experiencia de “fascinante”. Bonet, que ha recordado que la estación estuvo en servicio entre 1934 y 1972, ha incidido en “el interés” que provocan estas visitas, pero ha remarcado la excepcionalidad de abrir Correus, hecho que hace que, de momento, no haya previsión de ofrecer más vistas en este espacio, a diferencia de otros lugares singulares que sí que ampliarán calendario.

Llegar a la estación por las vías

Y es que la excepcionalidad de la visita arranca en la forma de acceder a ella. Aunque históricamente Correus tenía un acceso justo delante del edificio del que toma el nombre, en la parte de abajo de la Via Laietana, y que todavía hoy existe como salida de ventilación, este acceso no es practicable y, por lo tanto, la única manera de llegar es bajando a las vías, en concreto, desde la estación de Jaume I. El primer aliciente de la visita es, pues, poder pisar las vías por donde pasa el servicio regular del Metro. Este mismo condicionante obliga, claro está, a que la visita se haga fuera de horario de servicio, es decir, de madrugada y entre semana, porque el fin de semana el Metro funciona ininterrumpidamente la noche del sábado al domingo.

ESTACIÓN FANTASMA METRO CORREOS / Foto: Montse Giralt
Uno de los carteles publicitarios, bastante deteriorado, correspondía a productos de la marca Danone / Foto: Montse Giralt
ESTACIÓN FANTASMA METRO CORREOS / Foto: Montse Giralt
Carteles de propaganda electoral de los simulacros democráticos del franquismo / Foto: Montse Giralt
ESTACIÓN FANTASMA METRO CORREOS / Foto: Montse Giralt
Los carteles publicitarios están protegidos para evitar que se deterioren más / Foto: Montse Giralt

Una vez en la vía, que en este tramo es de placa de hormigón, es decir, sin traviesas ni balasto y, por lo tanto, bastante practicable, hay que adentrarse en el túnel un poco más de dos centenares de metros, un paseo que invita a imaginar cómo se perforaron estos túneles, que en el caso de la Via Laietana fueron construidos en el mismo momento de la creación de esta avenida, a principios del siglo XX, aunque el Metro tardaría aún unos años en circular. Para la visita se han acondicionado algunos laterales con figuras que representan a los trabajadores que hicieron posible esta infraestructura.

Media estación congelada en el tiempo

Una vez llegados a la estación se puede ver lo que queda, que, de hecho, es media estación. Hay que tener en cuenta que Correus funcionaba como cola de maniobra, con una sola vía, un andén para los pasajeros y otro más estrecho que tenía solo una función, facilitar el cambio de cabina del motorista -el conductor del Metro-, que una vez llegaba al final de línea utilizaba el andén estrecho para llegar al otro extremo del convoy. Pues bien, solo queda este andén estrecho, ya que el de uso de pasajeros desapareció para dar paso a la segunda vía que completa el trayecto desde Barceloneta hacia Jaume I.

ESTACIÓN FANTASMA METRO CORREOS / Foto: Montse Giralt
La estación de Correus se encuentra a medio camino entre Jaume I y Barceloneta, en la L4 / Foto: Montse Giralt
ESTACIÓN FANTASMA METRO CORREOS / Foto: Montse Giralt
Imágenes de antiguos trabajadores amenizan el trayecto por las vías / Foto: Montse Giralt

Ahora bien, lo que queda vale la pena. Los viejos rótulos de ‘Correos’ en grandes letras rojas, los restos del andén, las baldosas originales -ahora con un lavado de cara-, y los rótulos publicitarios del momento -convenientemente protegidos- forman un escenario muy difícil de ver, aunque está a la vista de los usuarios habituales de la L4 pero con la velocidad normal de los convoyes es difícil apreciar los detalles. De hecho, por cuestiones técnicas está descartada una circulación más lenta en este tramo que favorecería la visión de la estación fantasma desde el mismo tren. Una vez vista la estación aún queda la última parte de este viaje, el regreso otra vez por las vías, una última aventura que permite descubrir una Barcelona subterránea poco accesible, pero bastante fascinante de la que ya han podido disfrutar los primeros visitantes.

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Los primeros visitantes a la estación fantasma entran por la boca de Metro de Jaume I / Foto: Montse Giralt
ESTACIÓN FANTASMA METRO CORREOS / Foto: Montse Giralt
Billete recordatorio de la visita a Correus, al estilo de los utilizados cuando la estación estaba en servicio / Foto: Montse Giralt