En un acto de soberanía tecnológica y desafío a las sanciones occidentales, el gigante chino Huawei desveló este jueves en su conferencia anual Huawei Connect el desarrollo de su nuevo y avanzado procesador para inteligencia artificial, el Ascend 950PR, cuyo lanzamiento está previsto para el primer trimestre de 2026. El anuncio, realizado por el presidente rotatorio de la compañía, Eric Xu, no es solo una mera actualización de producto; es un símbolo de los masivos esfuerzos de China por erradicar su dependencia de los semiconductores extranjeros y reafirmar su capacidad de innovación en plena guerra comercial y tecnológica con Estados Unidos.

El Ascend 950PR, presentado como un chip con "memoria avanzada para procesamiento de datos a gran escala", es solo la punta de lanza de una ofensiva tecnológica planificada. Xu ha detallado, según recoge el medio local Yicai, una hoja de ruta de procesadores Ascend que incluye también los modelos 950DT, 960 y 970, los cuales la compañía introducirá de manera escalonada en los próximos tres años. Esta estrategia refleja una planificación meticulosa para crear un ecosistema completo de computación de alto rendimiento "hecho en China", una prioridad nacional que Pekín ha elevado al nivel de seguridad estratégica.

El anuncio de Huawei llega en un momento de máxima tensión en el tablero geopolítico de la tecnología. La Administración del Ciberespacio de China (CAC), el principal regulador de internet del país, ha ordenado recientemente a gigantes tecnológicos nacionales como ByteDance (propietaria de TikTok) y Alibaba que cesen sus pedidos de procesadores de la estadounidense Nvidia, específicamente diseñados para el mercado chino, según avanzó el Financial Times. La razón, según fuentes del medio, es la creencia de los reguladores chinos de que los chips desarrollados localmente, como los de Huawei, ya ofrecen un rendimiento comparable a los productos de Nvidia que están autorizados a venderse en China. Esta medida no solo impulsa la industria local, sino que es una respuesta directa a las restricciones estadounidenses.

El conflicto tiene su contraparte en Washington. El pasado mayo, la Oficina de Industria y Seguridad del Departamento de Comercio de EE.UU. alertó a la industria nacional del "riesgo" de utilizar semiconductores chinos, citando expresamente los chips Ascend de Huawei (modelos 910B, 910C y 910D). Las autoridades americanas alegan que estos componentes "fueron desarrollados y producidos probablemente violando los controles de exportación de Estados Unidos", impuestos para limitar el acceso de China a tecnología de vanguardia.

Desde Pekín, la respuesta no se hizo esperar. El gobierno chino acusó a Washington de abusar de los controles de exportación con el único objetivo de frenar el legítimo desarrollo tecnológico de un competidor, una práctica que califican de "hegemónica" y contraria a las reglas del comercio global. El sector de los semiconductores se ha erigido como el campo de batalla principal de la rivalidad entre las dos mayores potencias económicas del mundo.

Para China, no se trata solo de una cuestión comercial, sino de uno de los pilares fundamentales de su autosuficiencia tecnológica, crucial para blindar su economía frente a sanciones futuras y asegurar su independencia. El Ascend 950PR de Huawei es, por tanto, mucho más que un nuevo componente. Es un desafío técnico y una declaración de intenciones: China no solo pretende suplir su dependencia, sino competir en la primera liga de la innovación, marcando el ritmo de una carrera tecnológica que redefine el orden global.