Celsa ha anunciado un plan financiero que pretende ser la piedra angular de su afianzamiento. Los actuales accionistas, los fondos de inversión que tomaron el control de la compañía tras la sentencia que desalojó a la familia Rubiralta, inyectarán 800 millones de euros. Esta cifra no es solo un impulso a la compañía que preside Rafael Villaseca; es el cierre simbólico de una etapa de profunda incertidumbre y la apertura de una nueva dedicada a la solvencia y la proyección de futuro de la empresa catalana.
El desglose de esta cifra es clave para entender la estrategia: 200 millones de euros serán una aportación directa al capital social, un voto de confianza con efecto inmediato en el fondo de maniobra de la empresa. Los 600 millones restantes se formalizarán mediante un préstamo subordinado, un instrumento que, en la práctica, reforzará la estructura financiera con una deuda de menor coste y prioridad, facilitando así la refinanciación completa de la deuda existente.
Este movimiento, que requiere la aprobación en la próxima Junta General Extraordinaria de Accionistas convocada para el 4 de diciembre, no es un acto aislado. Es el clímax de un proceso de reorganización que arrancó, de forma traumática, con la histórica sentencia judicial de septiembre de 2023.
Este punto de inflexión abrió la puerta a una reformulación de la empresa. El proceso incluyó un saneamiento complementario a los cierres del ejercicio 2023 y una racionalización de su huella geográfica mediante la venta de activos en los Países Nórdicos y en el Reino Unido, operaciones destinadas a aligerar el peso de la deuda y simplificar la organización.
En paralelo, y como muestra de que la compañía no se limitaba a reaccionar sino también a actuar, a mediados de 2024 se lanzó un ambicioso plan industrial de mejoras operativas. Este plan, que fue financiado con una ampliación de capital de 166 millones de euros también cubierta por los nuevos accionistas, ya se ha ejecutado en un 60%. Los frutos de estas inversiones en eficiencia y modernización ya son palpables en las cuentas. El indicador, que refleja los beneficios antes de intereses, impuestos, depreciaciones y amortizaciones, es el termómetro más fiable de la salud operativa de la empresa, y su mejora sugiere que el paciente está respondiendo al tratamiento.
La visión que proyecta Celsa para los próximos años se sostiene sobre tres pilares fundamentales:
- La finalización del plan industrial: La ejecución completa del plan de mejoras, prevista para 2025, aseguraría las ganancias de eficiencia y productividad que ya se han empezado a notar, consolidando una base operativa más sólida y competitiva.
- El entorno macroeconómico: La compañía confía en un ciclo más favorable para el acero en 2026. La esperada reactivación del sector de la construcción, combinada con la aplicación plena de las medidas de salvaguarda y las tarifas anunciadas por la Unión Europea para proteger la industria siderúrgica comunitaria de la competencia externa, deben crear un escenario más propicio para los negocios.
- El acceso a los mercados de capitales: Más allá de los 800 millones, Celsa tiene previsto acudir a los mercados de capitales en busca de nueva financiación complementaria. Este paso, que podría materializarse en la emisión de deuda u otros instrumentos financieros, es una jugada clave para dotarse de la liquidez necesaria para impulsar su competitividad a largo plazo y modernizar sus operaciones sin las cargas del pasado.
En definitiva, la histórica siderúrgica, con sede en Castellbisbal, parece haber encontrado finalmente una senda de salida al laberinto financiero en el que estaba inmersa. La combinación de una reestructuración drástica, un plan de inversión operativa y la llegada de un nuevo capital posiciona a la empresa para alcanzar aquello que hacía años que parecía una utopía: el retorno al beneficio neto, una meta que el consejo de administración confía en alcanzar ya el próximo año. La sombra de la incertidumbre se aleja, y el fuego de los altos hornos de Celsa se prepara para iluminar un nuevo capítulo, esperanzadoramente más estable y próspero.
