Adam Martín (Tossa de Mar, 1973) es periodista y especialista en nutrición con un master en Nutrición y Salud y otro en Nutrición Deportiva. Desde pequeño, ha visto como en su casa siempre se ha comido bien y, seguramente por eso, es un apasionado por la cocina y no le supone ningún esfuerzo cocinar; lo tiene integrado en su día a día. Experto en comunicación nutricional del DIR y colaborador en Catalunya Ràdio -entre muchísimas otras cosas-, Martín explica cómo, aunque ya se alimentaba de una forma saludable, hizo el clic, hace 14 años, que lo llevó a equilibrar, todavía más, su dieta al notar que tenía menos energía mental. "Descubrí que la alimentación era mucho más que gasolina", nos quiere hacer entender, al mismo tiempo que nos quiere dejar claro que alimentarse correctamente —que no consumir productos comestibles— forma parte de una rutina diaria y no de momentos o días puntuales.

Adam Martin - Sergi Alcàzar

Dices que lo que comemos no solo tiene consecuencias para nuestra salud, sino también para la del planeta.

Cada decisión alimenticia que tomamos tiene una consecuencia directa sobre el consumo y sobre la fabricación del alimento. No es lo mismo comer carne cada día para comer y cenar, que tiene un efecto directo sobre el ganado, que si comes carne dos veces por semana.

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Cada decisión que tomamos en la alimentación es una decisión política. Tendemos a pensar como seres individuales cuando hacemos consumo, pero somos más de siete mil millones de personas en el mundo y todos queremos comer de una manera determinada cada día. Eso tiene un impacto directo sobre el planeta.

Tendemos a dejarnos llevar y comer demasiado con los sentidos y para satisfacer necesidades básicas del placer

¿Somos egoístas con la alimentación?

Tenemos que ser egoístas porque estamos hablando de nuestra salud. Pero tenemos que entender bien el egoísmo, y hay uno que es pensar en mí mismo, pero también en mi entorno, y eso es posible. Preocuparte por el entorno también es ser egoísta. En términos generales, tendemos a dejarnos llevar y comer demasiado con los sentidos y para satisfacer necesidades básicas del placer. Eso es una de las muchas cosas que tenemos que hacer cuando nos alimentamos.

¿Alimentarse no es lo mismo que llenarse la barriga?

Este es uno de los problemas de la alimentación occidental, pero ahora también se ha globalizado del todo. Alimentarse es proporcionar energía para hacer todas las cosas que tenemos que hacer a lo largo del día y acabar con niveles altos. También quiere decir comer en función de las necesidades que tenemos, satisfacer los sentidos, las necesidades nutricionales que tiene el organismo, hacer cultura, tradición... Comer quiere decir muchas cosas. Si te alimentas solo para llenar la barriga, tienes una visión muy limitada de la alimentación y eso tiene consecuencias sobre nuestra salud.

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¿Comemos desde la cabeza o desde el estómago?

Yo como mucho desde la cabeza. El problema es que, la mayoría, a veces comemos sin tener hambre, pero seguimos comiendo porque seguimos guiones alimenticios y hábitos determinados, como ir al cine después de comer y coger las palomitas XXL porque la diferencia de precio es mínima. La gente asocia cine con palomitas y patrones así los vamos repitiendo a lo largo del día.

Si por ejemplo llega la hora de comer y no tenemos hambre, ¿seguimos nuestro instinto y no comemos o tenemos que tener unos horarios alimenticios?

En la mayoría de casos es importante tener rutinas, pero en todos los ámbitos. Ahora bien, si no tienes hambre, no tienes por qué comer. El problema es si después te entra hambre a las cuatro de la tarde, cuando tienes acceso a una serie de alimentos que no son muy saludables porque generalmente estás en el trabajo y solo tienes acceso a una máquina de vending y no a la cocina. Las máquinas de vending tendrían que estar prohibidas, incluso las que tienen productos saludables.

Necesitamos un papá o una mamá que se llama industria y que nos lo hace todo a nuestro gusto

¿Comer sano puede ser divertido?

Comer un bistec cada día también es aburrido si no sabes cocinarlo. Las verduras no son ni más ni menos buenas que un trozo de carne. Si te vas a la Ruscalleda o al Roca te harán unas verduras excelentes de tres estrellas. Saber cocinar un poco es dónde se encuentra la madre del cordero. No podemos ser niños que como no tenemos herramientas para preparar nada, necesitamos un papá o una mamá que se llama industria y que nos lo hace todo a nuestro gusto. La industria está satisfaciendo siempre nuestros deseos. Y eso nos conduce a la enfermedad.

¿Cómo inculcas eso a tus hijos? Se suele oír a muchos niños diciendo que "me da asco la verdura"...

Ahora se enfadará mucha gente. De entrada, el problema que tenemos con los niños y la alimentación es que somos unos padres un poco desastre. Enseguida intentamos evitar la confrontación con los niños, satisfacer sus deseos para que estén bien y, por lo tanto, su necesidad a corto plazo, pero no lo hacemos a largo plazo. Aquí es donde entra la educación.

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¿Un ejemplo?

Si tu hijo quiere cruzar la Meridiana con el semáforo en rojo y muchos coches pasando, por mucho que grite, ¿verdad que no le dejarás pasar nunca? Pues con la alimentación es lo mismo, aunque la consecuencia sea al cabo de los años: les tienes que enseñar y educar. Ahora tenemos a niños con diabetes y obesidad ya desde muy pequeños.

Tienes ocho oportunidades para que a un niño le pueda gustar la zanahoria

Hay que encontrar el punto medio...

Cuando un niño te dice que "no me gusta la zanahoria", no puedes obligarlo a que se la coma, pero nos dicen los estudios que tienes ocho oportunidades más para que a aquel niño le pueda gustar la zanahoria. Lo que te gusta o no depende de cómo se haya despertado, de cómo hayas cocinado, de tantos factores... No es lo mismo una zanahoria cruda que una hervida o una crema de zanahoria. Cuando un niño dice "qué asco las verduras", eso es un fracaso absoluto de los padres. ¿Qué quiere decir verduras? ¿Qué tiene que ver una acelga con una calabaza?

Es decir, una cosa es decir "no me gustan las acelgas" y la otra "no me gustan las verduras".

Sí. Si dice lo segundo, existe un problema de los padres. Las verduras no son una alimentación opcional, tienen que formar parte de la unidad del día en cada plato. Lo dicen todas las autoridades sanitarias mundiales.

No es aquello de "hoy toca verdura para cenar".

Convertimos una cosa que tendría que ser normal en una cosa excepcional y eso empieza con la educación desde que somos pequeños.

La alimentación de los supermercados es pornografía

Si tú como padre no predicas con el ejemplo y no comes verdura...

Si tú no comes verdura, tus hijos no comerán. Tiene mucho que ver con el tipo de alimentación que das al niño. La alimentación de los supermercados es una alimentación ultraprocesada brutal que, desde el punto de vista de sabores, es totalmente pornográfica. Es muy directa, no tiene matices... es pornografía. Los alimentos de verdad son matices dentro de los sabores. También tenemos que tener en cuenta la calidad de las verduras que comemos hoy en día.

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No es el mismo un producto del campesino de al lado de casa, que uno del supermercado.

Claro. Si tú le das a un niño un tomate recién cogido en el punto óptimo de maduración y que ha sido bien cultivado es una cosa; en cambio, si le das uno sacado de una cámara hace cuatro meses, no solo no le gustará a él, sino a nadie.

¿Cómo afectan a nuestra salud los alimentos ultraprocesados?

A mí me gusta mucho hacer una distinción entre alimentos ultraprocesados y los productos comestibles. La OMS nos dice que las principales enfermedades no transmisibles o crónicas que hay hoy en día tienen una relación directa con la alimentación y tienen que ver con tres ingredientes básicos: el exceso de grasas, de azúcares libres y la sal, que son los ingredientes principales de los productos ultraprocesados. Hay una correlación directa con el incremento de enfermedades como la diabetes, el riesgo cardiovascular, la obesidad...

Estos productos los vemos en todas partes.

Comemos demasiados alimentos ultraprocesados. Yo no digo que no tengamos que comer, pero tendría que formar parte de un 2% de nuestra alimentación. Nos proporcionan sabor, comodidad, un precio bajo... todo son ventajas, pero a corto plazo. A largo plazo, nos pueden traer sobrepeso, obesidad, problemas metabólicos...

Si comes de una manera determinada durante mucho tiempo es muy probable que acabes desarrollando una enfermedad

¿Cánceres, también?

Sí. Pero tampoco podemos decir que si comes eso, te pasará lo otro, a pesar de que sí sabemos que si comes de una manera determinada durante mucho tiempo es muy probable que acabes desarrollando una enfermedad. Estamos todos preocupados por los accidentes de tráfico, mientras estas enfermedades son las que más matan a la población. Tenemos al asesino en casa.

¿Qué nos aportan los productos ecológicos?

Desde un punto de vista nutricional hay alguna diferencia, pero la ciencia no se acaba de poner de acuerdo sobre si tienen más nutrientes que los productos convencionales. Es muy difícil evaluar un tomate ecológico en relación con uno convencional en condiciones idénticas.

¿Entonces?

Lo que sí está claro es que el cultivo y el producto ecológico son más sostenibles para el medio ambiente y que no agota el suelo. No olvidemos, por eso, que ecológico solo es una etiqueta y detrás hay una serie de garantías, pero también hay mucho margen para hacer las cosas mal. Una manzana ecológica que viene de Chile no tiene nada que ver con una del campesino de al lado.

¿La mejor fórmula serían los productos ecológicos de proximidad, pues?

La ecuación ganadora es de proximidad, recogido en el momento óptimo de maduración y ecológico. Ahí sí tienes muchos puntos para que contenga muchos nutrientes. Y para los productos animales, lo mismo. Tienen un perfil de grasas más saludable, menos antibióticos...

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¿Por qué son tan caros?

Todo son prioridades en la vida. Yo no le puedo decir a una persona que no llega a final de mes que coma productos ecológicos, pero hay muchas personas que sí llegan que todavía miran el precio de los alimentos. Siempre nos preguntamos cómo puede ser que sea tan caro, pero nunca nos preguntamos por qué los productos convencionales valen tan poco dinero.

Lo único peor que comer productos de poca calidad es no comer

¿Cuál es el problema?

Por ejemplo, el campesino que lo ha cultivado, ¿ha recibido una compensación justa por su trabajo? Cada decisión alimenticia que tomamos tiene consecuencias políticas y sociales. Ahora bien, lo único peor que comer productos de poca calidad es no comer y por eso tampoco nos tenemos que obsesionar. Eso de las dietas y la comida saludable es una cosa de por vida, ¿qué importancia tiene que un día comas un producto ultraprocesado?

En otros países europeos, como Alemania, son más baratos.

Es la ley de la oferta y la demanda. Pero, igualmente, para abaratar el precio de la cesta, tienes que ir a los alimentos y no a los productos comestibles, que también los hay ecológicos. Un paquete de galletas ecológico, que también puede ser un producto ultraprocesado, te cuesta cuatro veces más que uno convencional, pero las verduras no. Las galletas saludables no existen.

¿Qué pasa con la leche de vaca?

Es un tema muy polémico. La leche de vaca no es indispensable. La prueba es que la gente que es intolerante en la lactosa vive perfectamente y en los países donde el índice de leche está más bajo tienen menos osteoporosis. Tomamos leche desde hace 9.000 años y, según los últimos fósiles encontrados, hace 315.000 años que existe el Homo sapiens. No hay ningún alimento puntual indispensable, en cambio, las verduras en general sí lo son.

¿De dónde sacamos el calcio si no bebemos leche?

Del sésamo, las hojas verdes, todas las crucíferas, de las legumbres, el tofu, las sardinas, la fruta seca...

Tenemos que huir de los libros de dietas milagrosas porque la dieta milagrosa ya se inventó hace muchos años y es la dieta equilibrada

¿Cómo podemos saber si la información que recibimos no es un fraude fruto del intrusismo profesional?

Tenemos que huir de los libros de dietas milagrosas porque la dieta milagrosa ya se inventó hace muchos años y es una dieta equilibrada, variada y con los nutrientes que necesitamos.

El problema es que hay muchas personas que priorizan la rapidez a la eficacia a largo plazo.

En alimentación no se pueden tener resultados de hoy para mañana. No es recomendable.

¿Por qué?

Porque las pérdidas de peso superiores a un kilo a la semana son malas para la salud porque quiere decir que estás en déficit calórico y de nutrientes. Adelgazar poniendo en riesgo tu salud es un mal negocio. Es mucho mejor entender que debes tener paciencia, que las cosas son a largo plazo y que no hay atajos.

Hemos olvidado que las riendas de la salud las tenemos nosotros

Adam Martin - Sergi Alcàzar

¿Cómo hacemos el clic?

Es muy difícil porque vivimos en la era de la inmediatez y queremos resultados ya y soluciones rápidas, pero hemos olvidado que las riendas de la salud las tenemos nosotros.

¿Podemos estar delgados sin hacer ejercicio?

El ser humano está hecho para moverse. Los beneficios del deporte son brutales. Se recomienda hacer actividad física cinco días a la semana y con buenos profesionales. Vivimos enganchados a la silla y, cuando llegamos a casa, al sofá y a las pantallas y no estamos diseñados para eso, sino para movernos. Hace miles de años teníamos que caminar 15 kilómetros para poder comer y ahora solo dos metros hasta la nevera. Tenemos que suplir de alguna manera esta diferencia de gasto energético.

¿Afecta a nuestras emociones nuestra manera de alimentarnos?

Es un poco difícil establecer de qué manera, pero es evidente que nos afecta. Si tenemos el nivel de azúcar bajo, estamos de mal humor, cuando tenemos hambre, también. Los alimentos son sustancias químicas que afectan a la bioquímica interna y nuestras emociones también están condicionadas.

Come uva y déjate estar de la copa de vino

¿Es saludable beber un vaso de vino al día?

La mayoría de artículos científicos nos dicen que cualquier cantidad de alcohol, aunque sea mínima, es mala para la salud. El alcohol es un tóxico y lo que tiene de bueno aquella copa de vino no es el alcohol, sino las sustancias que contiene aquel vino, que son las mismas que contiene la uva. Come uva y déjate estar de la copa de vino. Otra cosa es que te la quieras beber porque te gusta, pero no nos inventemos que es saludable.

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