Con el mes de abril, la temporada de nieve finaliza a las estaciones de esquí catalanas (Baqueira-Beret y las que gestiona FGC) finaliza y, a todas ellas y en diferente medida, ha sido imprescindible utilizar este año nieve artificial. ¿Cómo se produce? Lo explicamos.

28 Tormenta de nieve estación Monte Hermón, telesilla nevado Efe
 

Concesiones

En todos los casos, las estaciones de invierno disponen de concesiones de uso que les permiten almacenar agua en pozos y albercas. El agua permanece en estos espacios, situados cerca de las pistas, hasta que es necesario utilizarla, momento en el cual es utilizada para utilizarla en los cañones innivadores de las pistas, donde se mezcla con aire comprimido. ¿Podría, pues, alargarse todavía más la temporada gracias a estos sistemas? No, porque la parte principal de la capa de nieve de las pistas tiene que ser natural: el coste de innivación se dispararía y, conforme las temperaturas aumentan al avanzar la primavera sería imposible mantenerla.

Sin alterar la composición del agua

En el contexto de una estación de esquí, la producción de nieve no tiene un impacto sobre ríos y lagos. Los espacios donde se almacena acostumbran a ser balsas de construcción artificial y que han sido impermeabilizados y se sitúan en puntos estratégicos del área esquiable. La composición del agua no se altera de ninguna manera y, así, cuando la nieve se funde, se reincorpora al medio como si se tratara de nieve natural. A menudo, estas albercas de agua utilizadas por el almacenaje sirven también otros fuera de la temporada de nieve para usos lúdicos, hecho que favorece la desestacionalizació del turismo. Igualmente, y en casos de emergencia, este agua se puede destinar al consumo humano y animal o, incluso, para abastecimiento en caso de incendio forestal en zonas próximas. El impacto de la nieve artificial en el medio se limita, pues, a la huella ecológica que genera la energía que se utiliza para la producción. A menudo, si esta energía es de origen renovable, puede ser igual a cero.