Hasta 1982, España era un país de bebedores de vino; pero, hoy, manda la cerveza. Sólo durante 2021, año de pandemia, la población española remojó susw gaznates con un millón de litros de este bebedizo que ya conocían hasta los celtíberos. De ese millón de litros, 160.000 fueron de cerveza sin alcohol y los 850.000 restantes de cervezas alcohólicas convencionales. En paralelo al ascenso de la cerveza hasta el primer escalón de las preferencias alcohólicas de los españoles, se ha producido también un incremento de los porcentajes de población con problemas de peso y, así, en 2020 se cuantificaba en nuestro país un 44,9% de hombres y un 30,6% de mujeres con sobrepeso. ¿Tiene nuestro interés por la cerveza algo que ver?

 

 

 

Que no te engañen

La cerveza, como cualquier otro alimento, ayuda a engordar si se consume en el marco de una dieta desordenada e insana, pero señalar a esta bebida como responsable de las muy trabajadas barrigas que hemos visto este verano en playas y similares es injusto: una caña de 250 mililitros aporta poco más de 100 calorías y, si tenemos en cuenta que una mujer que quiera mantener su peso estable debe consumir entre 1600 y 2000 calorías al día y un hombre entre 2000 y 2500, necesitaríamos beber muchas cañas cada día para poder culpar al lúpulo combinado con trigo o cebada de nuestras  redondeces. Lo de la barriga cervecera, por tanto, suena más a excusa que a otra cosa.

¿Cómo bebes cerveza?

En España se bebe de manera social y, en este tipo de situaciones, la ingesta de cerveza suele acompañarse de otros alimentos, normalmente muy calóricos como torreznos, patatas bravas, jamón, queso, chorizo y frituras varias. La cerveza, eso sí, es culpable colateral, porque el alcohol que contiene despierta el apetito. ¿Por qué lo hace? Pues porque reactiva unas neuronas denominadas AgRP que se sitúan en nuestro hipotálamo y, cuando funcionan, nos animan a buscar aportes energéticos. Nos animan a comer vaya, pero eso no es algo que consiga sólo la cerveza: el vino, el vermut o los gin tonic tienen parecido efecto, porque todas las bebidas alcohólicas abren la puerta a una sobreingesta de alimentos. Hace años, a los niños que comían mal se les trataba, por eso mismo, con quina, que no era otra cosa que un vino generoso que, además de alcohol contenía quina, una sustancia que relaja, ayuda a bajar la fiebre y calma el dolor, así que negocio redondo: los niños que bebían vino quinado comían más y daban menos la lata. En suma, que si quieres beber cerveza y no engordar pide que aparten de ti no el cáliz que la contiene, si no las viandas que la acompañan. Vamos, que te apliques algo parecido a lo que decía Stevie Wonder y conviertas su célebre si bebes no conduzcas en un igual de inteligente si bebes (cerveza), no tapees.