Si eres de los que creen que todavía falta mucho para que un robot acabe con la vida de un ser humano, te equivocas porque tal desgracia –aunque de forma fortuita, todo sea dicho- ha sucedido ya más de una vez: los casos de personas fallecidas en incidentes con máquinas que simulan una o varias habilidades humanas se cuentan por decenas y el primero de ellos data de una fecha tan lejana como 1979. Este 25 de enero se cumplieron 44 años de tan luctuoso hecho.

 

En una fábrica de Ford

El accidente tuvo lugar en Flint, la ciudad natal del documentalista Michael Moore. Fue, además, en una fábrica de la multinacional Ford, en concreto en el área de fundición. Allí, operaba un robot industrial fabricado por Litton Industries que bajaba piezas de los estantes de almacenamiento y que, a juicio de uno de los operarios, Robert Williams, no estaba funcionando a la velocidad adecuada. Con la intención de descubrir qué sucedía, Robert subió a uno de los estantes y el brazo mecánico de la máquina lo golpeó en la cabeza. El operario murió de forma casi instantánea.

Demanda

Tras la muerte de Robert, su familia demandó a Litton Industries argumentando que el dispositivo robótico funcionaba sin las medidas de seguridad adecuada y sin que los operarios hubiesen recibido la formación necesaria para supervisarlo. Finalmente, el juzgado falló a favor de la familia e intentó compensar la muerte del operario con diez millones de euros. Desde entonces, ha habido muchas muertes más en entornos industriales y, si Rusia sigue adelante con sus planes en Ucrania, este mismo trimestre llegará más de una muerte de un humano a manos de un robot militar.