Si te cuesta moverte o ir al gimnasio, seguir vídeos de yoga con nombres imposibles o hacer pilates, tienes que saber que caminar está de moda. Una de las maneras más simples y económicas de ponerse en forma es salir a caminar. Y, por suerte, nuestro cuerpo nos lo agradece mucho antes de los míticos 10.000 pasos que nos venden como objetivo universal. Según recoge a El Economista, a partir de los 4.000 o 5.000 pasos diarios ya se pueden notar beneficios reales, sobre todo en personas que llevan una vida sedentaria.

Caminar no solo activa los músculos: es una manera suave, pero poderosa, de mejorar la circulación, oxigenar el cerebro y quemar calorías. Eso sí, el número exacto de calorías que se pueden quemar depende de muchos factores: el peso, la velocidad, el tiempo de la caminata... Pero si lo que se busca es perder peso o mantenerlo, hacerlo al menos media hora cada día puede marcar la diferencia.

La mejor hora para salir a caminar y quemar calorías

Ahora bien, no solo se trata de caminar: también importa cuándo se hace. Aquí está donde empieza el baile de opiniones. Algunos expertos, citados por el mismo digital, apuestan por salir entre las 6 y las 8 de la mañana. ¿Por qué tan temprano? Porque los niveles de glucosa están en su mínimo, y eso obliga al cuerpo a recurrir a las reservas de grasa para obtener energía. Además, la luz natural de la mañana juega a favor: ayuda a regular al ritmo circadiano, mejora el ánimo y favorece el metabolismo durante todo el día.

Pero no todo el mundo está hecho para madrugar. Otros especialistas defienden que caminar después de cenar puede ser igual o incluso más efectivo. Esta práctica ayuda a evitar picos de glucosa en sangre después de las comidas, y puede impedir que el exceso de azúcar se transforme en grasa acumulada. Además, un paseo nocturno puede tener efectos calmantes, favorecer la digestión y evitar molestias como el reflujo o la acidez.

De hecho, según destaca el mismo medio, una pequeña caminata después de cada comida —aunque sea de 10 o 15 minutos— puede ayudar a controlar la presión arterial, reducir el colesterol y prevenir enfermedades cardiovasculares. Un gesto pequeño, pero con grandes resultados.

Una de las mejores herramientas para cuidarse

Sea por la mañana, con los primeros rayos de sol, o a la noche bajo la luna y la luz de las farolas, caminar sigue siendo una de las mejores herramientas para cuidarse. No hacen falta ropa técnica ni cronómetros digitales. Solo hacen falta constancia, ganas y quizás un poco de música en las orejas. Y si puede ser, hacerlo una pizca más de prisa del que estamos acostumbrados: aumentar la intensidad, aunque sea ligeramente, multiplica los beneficios. Caminar, pues, es mucho más que mover las piernas. Es una manera de desconectar, de volver al cuerpo, de tomar el aire y —por qué no— de empezar a sentirse mejor con uno mismo.