El testimonio de un grupo de antiguos alumnos del internado católico privado Notre-Dame de Bétharram, situado a los pies de los Pirineos y de Lourdes, ha destapado lo que se considera el escándalo mayor de abusos contra menores en la historia de Francia. Una investigación del Parlamento de Francia hace meses que escucha los testimonios sobre esta escuela de élite y otros colegios privados y hogares infantiles por toda Francia. Ahora se espera un informe condenatorio contra el Estado francés por su incapacidad para proteger a los niños. El movimiento ya ha sido bautizado por la ministra de Educación, Élisabeth Borne, como #MeTooSchools. En total, se han presentado 200 demandas acusando de abusos físicos o sexuales a sacerdotes y miembros del personal de Bétharram entre 1957 y 2004. En 90 de estas denuncias se alega violencia sexual o violación. Dos de las denuncias presentadas han acabado contra un antiguo supervisor por presunta agresión sexual a un menor en el 2004, y por presunta violación de un menor entre 1991 y 1994. Muchos otros casos ya han prescrito.

Testimonios de abusos físicos y sexuales

The Guardian recoge a los testimonios de algunos de los exalumnos que han denunciado la situación en esta escuela. Pascal Gélie tenía 14 años cuando vio el folleto de un colegio internado católico francés de élite que presumía de tener natación en verano y esquí en invierno. Suplicó a sus padres poder ir a este centro. Según explica Gélie, que ahora tiene 51 años, "la primera noche me di cuenta de que había cometido un grave error. Sobre la situación en la escuela, detalla que eran 40 alumnos en la misma habitación con "colchones cutres". "Cuando le murmuré a otro chico que me diera papel higiénico para ir al baño, al supervisor me cogió por la cara y me señaló un terraplén de piedras que había fuera. Alguien me dijo que llevara mi abrigo porque te podían obligar a pasar horas fuera, con aquel frío y humedad. Me hicieron pasar allí toda la noche". Gélie explica que eso solo fue el principio, ya que recibían de forma habitual golpes en la cabeza "niños a los cuales golpeaban tan fuerte que quedaban inconscientes y ensangrentados. Vi como a un niño le arrancaban el pelo; en otro le pegaron tan fuerte que perdió un 40% de audición". "A veces nos hacían estar de pie al lado de nuestras camas durante horas por la noche porque alguien había murmurado o incluso volcaban las camas con nosotros dentro: era el terror absoluto", relata.

Boris es un antiguo alumno que ahora tiene 51 años, y ha pedido ocultar su apellido para no ser identificado. "Bétharram era como un supermercado para depredadores sexuales y los que sufrimos abusos sexuales o violaciones solíamos tener el mismo perfil: niños vulnerables con padres separados o muertos", confiesa. Boris procedía de una familia pobre y monoparental de Burdeos y llegó al centro con 13 años. Su madre lo inscribió en esta escuela para protegerlo, por una parte, de Burdeos, que había abusado sexualmente de él durante unos meses en la piscina del barrio con 12 años. "Mi madre quería alejarme de Burdeos, así que rogamos al director de la escuela de Bétharram que se me diera una plaza; para convencerlo, le expliqué los maltratos que había sufrido, incluido el horrible detalle que mi agresor siempre me entregaba un sobre con 50 francos franceses [el equivalente a 7 euros]". Solo seis meses después de su llegada a la escuela y el día de su 14 aniversario, el sacerdote y director del colegio, Pierre Silviet Carricart, lo llamó a su despacho y lo agredió sexualmente. "Después me entregó un sobre con 50 francos", explica.

El sacerdote Silviet Carricart también fue acusado de agredir sexualmente a un menor de 11 años cuyo padre había muerto en un accidente de tráfico. Martine, la madre del niño, había organizado un viaje para recogerlo a las 6 de la mañana, el día del funeral del padre. "Antes de que llegara yo, el padre Silviet Carricart despertó a mi hijo y lo llevó a la sala de duchas de los sacerdotes, donde le dijo que se lavara para estar guapo para el funeral," recuerda Martine, que ahora tiene 71 años. "Después, en este mismo baño, sometió a mi hijo a una agresión sexual terrible". El menor no explicó lo que había pasado, pero ella se dio cuenta de su extrema angustia. "En el crematorio, estaba angustiado, se tumbó sobre el ataúd de su padre y trataba de abrirlo diciendo 'quiero irme con el papa'". Diez años después, el hijo de Martine fue detenido en 1997 por exhibicionismo cuando tenía 21 años. Durante el interrogatorio policial se hundió y habló por primera vez de los repetidos abusos sexuales de que sufrió en Bétharram. Se abrió una investigación policial por violación y agresión sexual contra un menor. Silviet Carricart, que negaba las acusaciones, entró en la prisión provisional. Dos semanas más tarde quedó en libertad y se trasladó a Roma. Allí estuvo donde se suicidó cuando la policía francesa se puso en contacto con él para interrogarlo sobre una segunda denuncia el año 2000. Martine explica que los abusos que sufrió han destrozado la vida de su hijo. "A los 49 años, no tiene vida familiar ni trabajo, ha estado en muchas unidades psiquiátricas, tiene la piel dañada de tanto frotarse".

Laurent es otra de las víctimas que confiesa que ha supuesto un "impacto para toda la vida". Fue agredido sexualmente en la oficina de un sacerdote. Una vez quedó inconsciente después del puñetazo que le dieron para echar una bola de nieve en la dirección equivocada durante el recreo. Ha presentado una denuncia judicial por agresión sexual y violencia verbal y física. "La violencia no era solo una bofetada, te golpeaban hasta quedar inconsciente", explica Laurent. "Durante los dos años que pasé en el colegio, sufrí humillaciones, violencia y agresiones constantes, hablo ahora para asegurarme de que ningún niño vuelva a vivir eso".

La responsabilidad de la escuela

La organización de sacerdotes que está a cargo del colegio de Bétharram comunicó en el mes de marzo que aceptaba su responsabilidad por el "sufrimiento" de los antiguos alumnos y que había iniciado una investigación independiente sobre los "enormes abusos" cometidos durante décadas. Gélie y el resto de víctimas en Francia han hecho un llamamiento a cualquier persona afectado en otros países para que se ponga en contacto con ellos. Los sacerdotes de Bétharram pertenecen a una orden misionera presente en todo el mundo, desde Reino Unido hasta el Brasil, Tailandia y Costa de Marfil. "Creemos que esto va mucho más allá de Francia", dice Gélie.

El escándalo de Bétharram se ha convertido en un auténtico reto político para el primer ministro de Francia, François Bayrou, ya diversos de sus hijos estudiaron en el colegio donde su mujer también daba catequesis. Hace poco, la hija de Bayrou (53) explicó que durante un campamento de verano vinculado al colegio fue brutalmente golpeada, pero que nunca le explicó a su padre. Bayrou, que ocupó cargos políticos locales y fue ministro de Educación entre 1993 y 1997, fue interrogado durante la investigación para averiguar si tenía conocimiento de los abusos en Bétharram y si los había encubierto. Bayrou aseguró que "no había ocultado nada" y que sus adversarios estaban ejecutando una campaña de "destrucción" política contra él.