El ataque habitual de los Bombers de la Generalitat de Catalunya a un incendio, si se realiza con línea de agua —que es lo necesario para poder rodearlo y, por tanto, estabilizarlo—, avanza, como máximo, a un kilómetro por hora, en el mejor de los casos. Entre 300 y 600 metros por hora pueden llegar a alcanzarse, pero no es lo habitual. Si se contrapone esta capacidad a la velocidad que alcanzó, durante casi una hora, el incendio de este martes en la Segarra —que llegó a 28 kilómetros por hora, un registro nunca visto en Europa—, se puede ver lo violento que fue el avance de las llamas y la complejidad que eso generó a los Bombers para poder detenerlas.

La creación de un pirocúmulo —una nube de fuego que succiona las llamas y las transporta, escupiéndolas a distancia y haciendo avanzar todavía más rápido el incendio— y las fuertes rachas de viento hicieron imposible frenar el frente, teniendo que dedicar esfuerzos solo a la cola y los flancos que ya habían sido superados por la cabecera, y también a evitar males mayores, retirando medios aéreos —muy útiles— y evitando introducir medios terrestres, por la posibilidad de quedar atrapados entre el fuego, por el comportamiento errático que tienen las llamas en estas condiciones extremas, que generan un peligro añadido. Esto hizo que, durante el tiempo que el incendio avanzó a gran velocidad, los Bombers no pudieran hacer nada más que esperar una ventana de oportunidad y recuperar la capacidad de extinción, es decir, volver a tener la posibilidad de atacar las llamas. Al anochecer, cuando se marcharon las tormentas que generaban inestabilidad, bajó la temperatura y llovió en la zona, se pudo trabajar mucho más rápido que el fuego y asegurar las posiciones, ya sin peligro adicional, y poder cercar las llamas, estabilizando el incendio alrededor de las once de la noche. Han ardido más de 6.000 hectáreas y es uno de los incendios con más afectación de los últimos años en nuestro país. La investigación ahora deberá aclarar cómo se inició, si bien la primera hipótesis apunta a una máquina de segar que estaba trabajando en la zona.

Tiempo de impás muy crítico

Durante el tiempo de impás, sin embargo, la situación fue muy crítica. La inteligencia de los Bombers, mejorada en los últimos años con modelos de previsión que detectan con antelación los días críticos —como lo era ayer (y hoy, con menos riesgo)— y la posibilidad de pirocombustión, detectó el peligro y permitió no poner en jaque a los bomberos y priorizar puntos donde se podía atacar y proteger a personas, bienes y también, en último término, la vegetación y la masa forestal. Esto, sin embargo, durante este tiempo, genera confusión, sobre todo entre los vecinos y los alcaldes de los municipios afectados, que, desde su visión municipal, cuesta entender que los Bombers no se desplieguen y den la guerra al fuego, pero ayer, explican los Bombers a ElNacional.cat, era imposible. Y no se trata solo de tener más efectivos —el sistema de Bombers está bien dimensionado, aseguran, con parques en todo el país— sino que también hay que tecnificar la respuesta y la acción contra el fuego.

Por ello, y teniendo en cuenta que los incendios, por los cambios estructurales del clima, cada vez se parecerán más al de la Segarra —con mucha velocidad y comportamientos extremos—, los que se han bautizado como incendios de sexta generación, será necesario hacer uso de mecanismos como el confinamiento, que permite encerrar a la gente en casa durante los momentos más complicados de la fase de extinción y que puede evitar que ciudadanos queden atrapados entre las llamas hasta que se recupere la posibilidad, esa ventana de oportunidad, que permita a los Bombers volver a desplegarse. Las muertes de dos hombres en este incendio, por causas que todavía están siendo investigadas por parte de los Mossos, parecen estar relacionadas con el incumplimiento de este confinamiento ordenado en una decena de pueblos de la zona de influencia del incendio, en el momento en que las llamas avanzaban con más fuerza por el pirocúmulo de más de quince kilómetros de altura —otro registro no detectado hasta ahora en Catalunya. Hacer caso a los mensajes que se envían desde Protecció Civil ordenando confinamientos, aunque a veces pueda parecer contraintuitivo, puede llegar a salvar vidas, recuerdan los Bombers.

Otras estrategias con el fuego

En el caso del incendio de la Segarra, sin embargo, no se ha tenido que optar por otra medida impopular que se aplicó durante los incendios simultáneos en el Solsonès, la Terra Alta y la Noguera, en el año 2022, cuando fue necesario, por orden de los analistas de los Bombers, dejar arder algunos de los incendios y esperarlos en enclaves donde fuera más fácil hacerles frente, sin poner en riesgo a los efectivos de emergencia, teniendo en cuenta que los recursos, personales y materiales, son finitos. Que el fuego llegue a puntos donde se acabe el combustible —playas o grandes carreteras, por ejemplo— o que entren condiciones meteorológicas mejores, permite a los Bombers "esperar" el fuego y evitar ponerse en riesgo, si bien reconocen, como también ha pasado en el incendio de esta semana, que los alcaldes y vecinos se indignen. En el caso del incendio que se inició este martes en Torrefeta y Florejacs, no fue necesario optar por esta estrategia, ya que, aunque había otro incendio muy cerca, a menos de tres kilómetros, en Sanaüja, no fue necesario mover efectivos a otros puntos calientes del país y perder solidez en la respuesta.

El incendio, controlado pasadas las 22 h

El inspector de los Bombers de la Generalitat, Albert Castellet, ha explicado en una conversación con ElNacional.cat que el dispositivo del incendio de Torrefeta y Florejacs ha funcionado y que, aunque durante unas horas —que se hicieron muy largas para los vecinos— no fue posible atacarlo, todo el conocimiento aprendido y estudiado por los analistas de los Bombers se pudo desplegar y permitió atacarlo y ponerle el pie en el cuello antes de la medianoche, evitando que entrara en una zona forestal, lo que aún lo habría hecho correr mucho más, aumentando la desgracia en daños materiales e incluso personales. El despliegue de efectivos —casi 150 bomberos venidos de todo el país—, con una rueda de relevos y de reserva para no dejar zonas sin cobertura por la posibilidad, en plena ola de calor, de simultaneidad de incendios, fue efectivo, cuando se pudo trabajar. Durante todo este miércoles han seguido las tareas de extinción con el objetivo, esta noche, de poder darlo por controlado. Finalmente, se ha doado por controlado pasadas las 22 horas.

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