Siempre se ha dicho que, a la hora de perder o mantener un peso saludable, era más determinante la alimentación que el ejercicio físico en una proporción de un 80% y un 20% respectivamente.

Pues bien, acaba de publicarse un estudio que parece poner en entredicho esta afirmación tantas veces repetida. La revista Obesity –de la Sociedad de la Obesidad, una organización científica con más 2.400 miembros de todo el mundo– recoge en su último número una investigación realizada por la Universidad de Colorado. En ella se pone de manifiesto que aquellas personas que tienen éxito a la hora de perder y mantener su peso son las que realizan actividad física de forma constante, por encima de aquellos que restringen las calorías de su dieta.

Para llevar a cabo el estudio, se dividió a los participantes en dos grupos. Uno con personas de peso normal y otro con otras con sobrepeso u obesidad, y en ambos se analizó el gasto energético. También se realizó un seguimiento a la tasa metabólica en reposo de cada individuo para comprobar qué porcentaje del gasto energético diario total provenía del reposo en comparación con el que se producía durante la actividad física. El trabajo concluyó que el ejercicio físico fue más eficaz en el control de peso que la propia dieta.

Al menos un 60% de la población mundial no realiza la actividad física necesaria para obtener beneficios para la salud

Tal y como recuerda la Organización Mundial de la Salud, al menos un 60% de la población mundial no realiza la actividad física necesaria para obtener beneficios para la salud. Los niveles de inactividad física son elevados en prácticamente todos los países desarrollados y en desarrollo. El problema se agudiza aún más en las ciudades, lo que ha convertido a las enfermedades no transmisibles asociadas a la inactividad física en el mayor problema de salud pública en la mayoría de los países del mundo.

La OMS ha publicado una serie de recomendaciones para adultos de entre 18 y 64 años con el objetivo de prevenir problemas de salud como la obesidad, las enfermedades cardiovasculares, el cáncer y otros trastornos mentales como la depresión. Estas recomendaciones son válidas para cualquier persona en todo el mundo y están basadas en evidencias científicas.

En primer lugar, “dedicar como mínimo 150 minutos semanales a la práctica de actividad física aeróbica, de intensidad moderada, o bien 75 minutos de actividad física aeróbica vigorosa cada semana, o bien una combinación equivalente de actividades moderadas y vigorosas”. La actividad aeróbica debe practicarse en sesiones de 10 minutos de duración, como mínimo. Pero, si se quieren obtener aún más beneficios, es recomendable “aumentar hasta 300 minutos por semana la práctica de actividad física moderada aeróbica, o bien hasta 150 minutos semanales de actividad física intensa aeróbica, o una combinación equivalente de actividad moderada y vigorosa”.

Además, aconseja que, por lo menos dos veces o más por semana, se realicen actividades de fortalecimiento de los grandes grupos musculares.