La intolerancia a la fructosa se produce cuando las células en la superficie de los intestinos no pueden descomponer la fructosa de manera eficiente. La fructosa es un azúcar simple, un monosacárido, que proviene principalmente de las frutas y algunas verduras. También se encuentra en la miel, el néctar de agave y muchos alimentos procesados ​​que contienen azúcares añadidos.

De hecho, el consumo de fructosa del jarabe de maíz con alto contenido de fructosa aumentó más de un 1.000% solo entre 1970 y 1990. Algunos científicos creen que este aumento del consumo está detrás del crecimiento de las intolerancias.

No hay que confundirla con la intolerancia hereditaria a la fructosa, un problema más grave provocado por una condición genética rara que afecta a 1 de cada 30.000 personas cuando el organismo no produce la enzima necesaria para descomponer la fructosa. Esto puede conducir a problemas de salud graves, como insuficiencia hepática, si no se sigue una dieta estricta sin fructosa.

Tarros miel

Por el contrario, la intolerancia a la fructosa es bastante común y afecta hasta 1 de cada 3 personas. Puede deberse a muchas causas, como por ejemplo un desequilibrio de bacterias buenas y malas en el intestino, un alto consumo de alimentos refinados y procesados, problemas intestinales preexistentes como el síndrome del intestino irritable o incluso haber atravesado un periodo importante de estrés.

Los síntomas de la mala absorción de fructosa incluyen náuseas, hinchazón, gases, dolor abdominal, diarrea, vómitos, fatiga crónica y mala absorción de ciertos nutrientes como el hierro. Además, hay evidencia que vincula la mala absorción de fructosa con los trastornos del estado de ánimo y la depresión. Los principales factores de riesgo son sufrir trastornos intestinales como el síndrome del intestino irritable, la enfermedad de Crohn, la colitis ulcerosa o la enfermedad celíaca.

Para diagnosticar la intolerancia se suele realizar una prueba de hidrógeno aspirado, que no implica una extracción de sangre. Para llevarla a cabo, se debe limitar el consumo de carbohidratos la noche anterior y ayunar la mañana del examen. En el laboratorio, se suministra al paciente una solución alta en fructosa para beber, y luego cada 20 a 30 minutos durante varias horas se analiza su aliento. Toda la prueba dura aproximadamente tres horas. Cuando la fructosa no se absorbe, produce mayores cantidades de hidrógeno en el intestino.

Frutas

Otra forma de comprobar si existe la intolerancia es eliminar la fructosa por completo de la dieta durante una temporada con la ayuda de un nutricionista. Se deben evitar refrescos, barritas de cereales, ciertas frutas como ciruelas pasas, peras, cerezas, manzanas, ciruelas sandía, zumos, guisantes miel, helados, dulces y galletas que contienen edulcorantes de fructosa. En estos casos puede ser útil llevar a cabo una dieta FODMAP, alimentos que incluyen fructosa, fructanos, galactanos, lactosa y polioles. En algunos casos, aquellos con mala absorción de fructosa también pueden no tolerar los fructanos que se encuentran en el trigo, las alcachofas, los espárragos y las cebollas. 

La dieta baja en FODMAP incluye alimentos que generalmente son más fáciles de digerir para la mayoría de las personas, y esto puede aliviar los síntomas comunes. Si los síntomas de la intolerancia desaparecen con esta dieta, se debería acudir a un médico para seguir un tratamiento para la intolerancia que puede incluir una reintroducción de la fructosa poco a poco con el tiempo para volver a tolerarla.