Un grupo de investigadores de la Universidad de Boulder, en Colorado (Estados Unidos), ha identificado 408 genes que están asociados al envejecimiento acelerado y que pueden ser clave para ralentizar el deterioro que conlleva la edad. Su estudio, publicado en la revista Nature Genetics, revela que diferentes grupos de genes están vinculados a distintos tipos de envejecimiento alterado y que propician fenómenos como el deterioro cognitivo, los problemas de movilidad o el aislamiento social. Una vez identificados, el reto es crear terapias específicas para tratar preventivamente esas dolencias en cada paciente en función de la predisposición a la que le abocan sus genes.
"Para poder identificar tratamientos que detengan o reviertan el envejecimiento biológico acelerado, es necesario comprender el envejecimiento en sí", señala en primer término la autora principal del artículo, Isabelle Foote, quien es investigadora postdoctoral en el Instituto de Genética del Comportamiento de la citada universidad americana. Asimismo, la científica añade que "este es el estudio más amplio hasta la fecha que utiliza la genética para intentar lograrlo". Para ello, se ha analizado el ADN y la información sanitaria de cientos de miles de participantes a través del Biobanco del Reino Unido y otros portales de datos públicos.
Su investigación se ha centrado en identificar qué genes están involucrados en el envejecimiento humano, una tarea que admiten que es complicada porque este fenómeno que experimentan todas las personas engloba muchas afecciones. En este sentido, señalan que los médicos suelen evaluar lo que se conoce como "fragilidad" por la edad mediante un índice de 30 puntos que mide aspectos como la velocidad al caminar, la fuerza de agarre, el número de enfermedades diagnosticadas o la actividad social. El problema, apunta Foote, es que dos personas pueden obtener la misma puntuación alta de fragilidad, aunque una tenga agudeza cognitiva, pero no pueda caminar, y otra tenga buena salud física pero mala memoria. "Esta falta de distinción ha dificultado que los médicos hagan recomendaciones y que los científicos determinen las causas subyacentes del envejecimiento no saludable", sostiene la científica.
408 genes asociados con el envejecimiento
Por ello, los investigadores de Boulder han tratado de identificar genes asociados a los fenómenos asociados a la "fragilidad" que emplean los médicos para ese índice de 30 puntos, a través del ADN y la información médica de los cientos de miles de participantes. Así, el estudio ha identificado en concreto hasta 408 genes asociados al envejecimiento acelerado, lo que defienden como "un aumento significativo respecto de los 37 genes identificados previamente". Algunos genes señalados estaban fuertemente vinculados a ciertos subtipos de envejecimiento no saludable. Por ejemplo, el gen SP1, vinculado con la función inmune y la enfermedad de Alzheimer, estaba fuertemente asociado con el subtipo amplio de "mala cognición", mientras que el gen FTO, un gen asociado con la obesidad, parecía ser la base de varias categorías diferentes de envejecimiento no saludable.
Terapias de prevención en función de la predisposición genética del paciente
¿Y qué hacer con esta información genética? A corto plazo, los autores sugieren que las mediciones clínicas de la fragilidad se amplíen para incluir seis subtipos específicos: "discapacidad", "mala cognición", "problemas metabólicos", "enfermedades múltiples", "estilo de vida generalmente poco saludable" y "apoyo social limitado". De esta manera, alguien diagnosticado como cognitivamente frágil podría ser guiado hacia terapias para prevenir la demencia, mientras que alguien frágil en el dominio metabólico podría tomar medidas para prevenir la diabetes o las enfermedades cardíacas.
Así, Foote imagina un día en el que las personas podrían obtener una "puntuación de riesgo poligénico" que ofrecería una visión más detallada de a qué tipo de envejecimiento no saludable son propensos. "Probablemente, no habrá una única terapia mágica para abordar todas las enfermedades que acompañan al envejecimiento, pero tal vez ya no sea necesario contar con cientos de ellas", apunta la autora del estudio.