Más de la mitad de los adultos en los países desarrollados son portadores de HSV1 (virus del herpes simple tipo 1) que hiberna en el sistema nervioso periférico y nunca se puede erradicar. Un nuevo estudio  publicado en la revista Nature y realizado por la Universidad de Medicina de Northwestern ha descubierto la estrategia del virus para infectar el sistema nervioso, abriendo un camino hacia el desarrollo de vacunas necesarias tanto para el HSV1 como para el HSV2.

Algunos portadores nunca experimentarán ni siquiera un herpes labial por el virus HSV1. Pero otros pueden desarrollar ceguera o encefalitis grave y cada vez hay más pruebas de que contribuye al desarrollo de la demencia. Y el VHS2, que se transmite más comúnmente a través del contacto sexual, puede transmitirse de la madre al recién nacido durante el proceso de parto como herpes neonatal, apareciendo como lesiones en todo el cuerpo del bebé. La mayoría de los bebés se recuperan, pero en el peor de los casos, puede causar daño cerebral o diseminarse por todos los órganos y ser letal.

Los expertos quieren desarrollar una vacuna para evitar que el herpes invada el sistema nervioso y este nuevo estudio describe un camino para lograrlo. Los expertos descubrieron cómo el herpes secuestra una proteína de las células epiteliales y con ella se desplaza al sistema nervioso periférico. Han denominado al proceso como asimilación. Es un descubrimiento que puede tener implicaciones de amplio alcance para muchos virus, incluidos el VIH y el SARS-CoV-2.

Herpes zoster

El virus necesita inyectar su código genético en el núcleo, para que pueda comenzar a producir más virus del herpes. Reprograma la célula para que se convierta en una fábrica de virus. La gran pregunta es ¿cómo llega al núcleo de una neurona? El herpes se introduce en las células y a través de las proteínas dineína y kinesina se transporta al núcleo de la neurona. Si se puede evitar que asimile la kinesina, el virus no podría infectar el sistema nervioso. Y se podría desarrollar una vacuna preventiva.

Cuando un virus más típico, como la gripe, infecta las células epiteliales de la mucosa (células que recubren la nariz y la boca), se agarra a estas proteínas y se mueve hacia adelante y hacia atrás hasta que finalmente llega al núcleo más o menos por casualidad. Es un largo camino por recorrer, que lleva alrededor de ocho horas desde el extremo de la neurona hasta el centro.

Es la primera vez que se comprueba cómo el virus reutiliza una proteína celular y la usa para impulsar rondas posteriores de infección. Ahora toca investigar los mecanismos moleculares que estos virus han desarrollado y que los convierten posiblemente en los patógenos más exitosos conocidos por la ciencia.