Son tres de las patologías que más se están extendiendo en la sociedad occidental. Según la OMS, la depresión afecta a más de 350 millones de personas en el mundo; la obesidad a más de 600 millones y el dolor crónico a unos 1.400 millones de seres humanos, más del 20% de la población. Y las tres están relacionadas con una proteína que fabrica nuestro organismo cuyo nombre es FKBP51.

Los científicos ya habían encontrado esta relación y, de hecho, se pueden encontrar diferentes trabajos al respecto. Pero hasta ahora, los intentos por inhibir los efectos de esta proteína, han resultado infructuosos. Sin embargo, se ha abierto una ventana de esperanza gracias a una investigación de la Universidad de Darmstadt, en Alemania, que acaba de ser presentada en la Reunión de Primavera de 2019 de la American Chemical Society, la mayor sociedad científica del mundo.

Los expertos han desarrollado un compuesto altamente selectivo que puede bloquear efectivamente la FKBP51 en ratones, aliviando el dolor crónico y teniendo efectos positivos en la obesidad y el estado de ánimo. Incluso, tal y como aventuran los científicos, el nuevo compuesto también podría tener aplicaciones en casos de alcoholismo y cáncer cerebral.

Esta proteína la podemos encontrar en múltiples lugares en nuestro organismo, como el cerebro, el tejido muscular esquelético y la grasa. Tiene diferentes efectos, entre ellos, la restricción de la absorción de la glucosa. También tiene que ver con el hecho de que el cuerpo almacene la grasa en lugar de quemarla y asimismo con el estrés.

El novedoso compuesto que han desarrollado los científicos se llama SAFit2. Se trata de un inhibidor con el que han demostrado eficacia a la hora de que los ratones utilizados en el estudio sobrellevasen mejor las situaciones estresantes. En concreto, el SAFit2 redujo los niveles de la hormona del estrés, actuó de una manera similar a los antidepresivos, protegió el organismo de los ratones contra el aumento de peso, ayudó a normalizar los niveles de glucosa y redujo el dolor.

El investigador principal del estudio, Felix Hausch, asegura que este trabajo aún se encuentra en una fase incipiente y que queda mucho para conseguir que este inhibidor de la FKBP51 pueda convertirse en un fármaco y ser utilizado en pruebas con humanos, pero sin duda se trata de un gran avance.

La investigación está apoyada por el Espacio Europeo de Investigación en Biotecnología Industrial y el Ministerio de Educación e Investigación de Alemania. En estos momentos, los expertos están explorando también diferentes usos de este inhibidor. De hecho, se han realizado estudios relacionados con el alcoholismo y ciertos tipos de tumores de glioblastoma con el objetivo de  volver a sensibilizar a las células malignas a diferentes tipos de quimioterapia que han dejado de ser efectivas.