Los trastornos de conducta alimentaria (TCA) como la anorexia, la bulimia o el trastorno por atracón, se han visto incrementados y agravados este 2020 a causa de la pandemia de la Covid-19 y el aislamiento provocado por el confinamiento.

Con motivo de estas fechas navideñas, a menudo situaciones estresantes para las personas que sufren esta enfermedad, la psicóloga y directora de la Asociación contra la Anorexia y la Bulimia (ACAB), Sara Bujalance, y la también psicóloga y directora de la Fundación FITA, Raquel Linares, han hecho un balance del año.

"Hace que soy a la entidad 13 años, y como este año no habíamos trabajado nunca", admite Sara Bujalance, que explica que, desde marzo, l'ACAB triplicó el volumen de consultas con respecto al mismo periodo de 2019, y que, a partir del verano, las consultas se han duplicado con respecto al año anterior.

"El TCA en sí sigue siendo lo mismo, pero hemos observado que ha habido un aumento de casos y un agravamiento de estos", una situación que la psicóloga se explica por la suma de dos factores: "en pleno confinamiento, se destaparon casos ya existentes gracias a la convivencia 24 horas, y toda esta situación de estrés, incertidumbre y angustia ha disparado casos en aquellas personas que ya estaban previamente en situación de riesgo".

Servicios públicos

Catalunya cuenta con unidades públicas de TCA especializadas, como el Hospital Clínico o Sant Joan de Déu para menores de edad, y Sant Pau, Bellvitge y Can Ruti para adultos, y, aunque la situación de la pandemia ha dificultado el acceso, los coordinadores de estas unidades, según Bujalance, explican que "hace unos meses que reciben casos bastante graves desde el punto de vista físico y que requieren un ingreso".

El confinamiento ha propiciado los casos de TCA porque, según Linares, "el ser humano necesita dos cosas muy importantes: la seguridad que no le pasará nada y la estructura", y cuando, de repente, eso "traquetea", a las personas que no cuentan con los recursos necesarios y que tienen "ciertos rasgos obsesivos", verán sus obsesiones "desviadas hacia otro lado".

El continuo bombardeo de mensajes sobre dietas y deporte por redes sociales, escondidos bajo un estilo de vida saludable, también ha influido, de manera que Bujalance alerta de que "en determinadas personas, sobre todo jóvenes que ya presentan insatisfacción corporal, este tipo de mensajes son peligrosos "porque pueden motivar" conductas relacionadas con el cuerpo y la alimentación que pueden acabar desembocando en un TCA".

Un tratamiento difícil

La recuperación de un TCA no es fácil, ya que la persona que lo sufre "sufre muchísimo" sin embargo "no identifica el trastorno", lo que Bujalance llama "falta de conciencia de la enfermedad". Eso convierte el tratamiento "en todo un reto", en el que es muy importante hacer un trabajo "de explicarlo a la familia", según Raquel Linares.

"Desde que se decretó el primer estado de alarma muchos tratamientos se vieron interrumpidos o perjudicados", denuncia Bujalance, aunque "algunos se han podido mantener de forma telemática". Esta modalidad de terapia en línea es la que ha adoptado FITA y los centros con los cuales está vinculada, "una cosa nueva que realmente no sabíamos como funcionaría y que ha resultado un éxito", reconoce Linares, que incluso ha permitido dar apoyo a personas de otras comunidades o provincias que no se podían desplazar.

"Preocupa sobre todo en personas adultas que están viviendo solas y en que una situación de aislamiento como el actual puede ser muy negativa", advierte Bujalance.

"El trastorno por atracón ha sido el gran problema con la pandemia", un perfil más asociado a personas adultas y ansiosas, según Linares, que ha explicado que estas personas "canalizan su malestar comiendo de forma compulsiva", en un proceso en que la comida se convierte en "su amiga y enemiga".

Además, ha apuntado que les han llegado muchas consultas de trabajadores sanitarios que, dado "el estrés, estar tanto en contacto con la muerte y los traumas, los han hecho recaer o debutar".