Es uno de los grandes males de nuestro siglo. El estrés, que es una respuesta de nuestro organismo diseñada para hacer frente a una emergencia y prepararlo para reaccionar rápidamente, se convierte en un problema cuando se hace crónico y altera completamente el funcionamiento del cuerpo.

Para situaciones inmediatas a corto plazo, el estrés puede ser beneficioso, porque nos ayuda a enfrentarnos a situaciones potencialmente graves. El organismo responde al estrés liberando hormonas que aumentan el ritmo cardíaco y respiratorio y preparan sus músculos para la acción.

Pero el estrés crónico es el responsable de una variedad de síntomas que afectan al bienestar y que suelen consistir en irritabilidad, ansiedad, depresión e insomnio, entre otras aspectos. Así afecta el estrés crónico a nuestro organismo de manera más concreta.

Sistema nervioso central y endocrino

Una situación de estrés hace liberar en nuestro organismo hormonas como la adrenalina y el cortisol, que aceleran los latidos del corazón y envían sangre a las áreas que más lo necesitan en una emergencia, como los músculos, el corazón y otros órganos importantes. Cuando desaparece el miedo percibido, el hipotálamo debe indicar a todos los sistemas que vuelvan a la normalidad. Pero si esto no tiene lugar, es cuando se produce el estrés crónico, que, en algunas ocasiones, puede llevar a comportamientos anómalos como comer en exceso o no lo suficiente, abusar de sustancias como el alcohol o la droga o tener problemas en las relaciones sociales.

Aparato respiratorio y cardiovascular

Cuando el organismo genera la respuesta ante una situación de estrés, el ritmo de la respiración aumenta para distribuir la sangre y el oxígeno por todo el cuerpo. De la misma forma, el corazón también bombea más rápido y los vasos sanguíneos se contraen, elevando la presión arterial. Estas dos condiciones continuadas en el tiempo aumentan el riesgo de desarrollar patologías respiratorias y cardiovasculares, como derrames cerebrales o ataques al corazón.

Aparato digestivo

Bajo el estrés, el hígado produce más azúcar en la sangre para obtener más energía. Cuando la situación se cronifica, el cuerpo puede regular de forma continua los niveles de glucosa en sangre y aumenta la probabilidad de desarrollar diabetes tipo 2. También puede provocar mayor acidez estomacal o reflujo.

Aparato locomotor

Los músculos se tensan para protegerse de las lesiones cuando se está estresado y se relajan cuando la amenaza pasa. Pero si esto no se produce, pueden provocar contracturas, dolores de cabeza, espalda y hombros, así como en otras partes del cuerpo.

Sexualidad y sistema reproductivo

Las personas que sufren estrés suelen perder el deseo sexual. En el hombre, los niveles de testosterona pueden comenzar a disminuir, lo que interfiere con la producción de esperma y puede llegar a causar disfunción eréctil o impotencia. En el caso de las mujeres, puede afectar el ciclo menstrual y, a una edad más avanzada, puede incrementar los síntomas físicos de la menopausia. 

Sistema inmunológico

El estrés estimula el sistema inmunológico, lo que contribuye a evitar infecciones y curar heridas. Pero con el tiempo, las hormonas del estrés lo debilitan y reducen su respuesta, volviendo a la persona más susceptible a enfermedades virales como la gripe y el resfriado común, así como a otras infecciones. También puede aumentar el tiempo que lleva recuperarse de una enfermedad o lesión.