Los pensamientos obsesivos los pueden padecer tanto las personas que sufren algún tipo de enfermedad mental como la depresión, la ansiedad, las fobias o el estrés postraumático, como las que no han desarrollado alguna vez en sus vidas problemas como los descritos. Pueden ocurrir después de algún acontecimiento que afecte a la vida de un individuo, como una ruptura o un despido, o bien como un estado recurrente en el que se ven inmersas muchas personas con frecuencia. Lo cierto es que pueden llegar a ser muy difíciles de controlar y terminan por dominar la vida de los afectados.

Es normal experimentar este tipo de pensamientos de vez en cuando, especialmente cuando nos sentimos preocupados o tristes. O cuando se acerca alguna cita importante, como un examen, una oposición o una visita al médico. Pensamientos del tipo “voy a suspender” o “seguro que tengo alguna enfermedad grave” son recurrentes y pueden llegar a condicionar el resultado de las pruebas a las que tienen que enfrentarse.

Depresión

Algunos pensamientos obsesivos propios de personas que sufren alguna patología mental son, por ejemplo en el caso de la depresión, pensar que no son lo suficientemente buenos o están condenados al fracaso. Los que padecen ansiedad suelen obsesionarse con miedos específicos, como la idea de que algo malo le sucederá a su familia. O no dejar de pensar que las cosas pueden salir mal.

Aquellos que sufren un trastorno obsesivo compulsivo también piensan en sucesos catastróficos y para evitarlos desarrollan comportamientos compulsivos como revisar las cerraduras, apagar las luces varias veces o lavarse constantemente las manos. Las personas con fobias son a veces incapaces de pensar en otra cosa que no sea su miedo, mientras los que padecen de esquizofrenia tienen pensamientos inusuales, o pueden sufrir alucinaciones.

Para intentar acabar con este tipo de pensamientos existen diferentes estrategias que pueden servir de gran ayuda. Estas son las más comunes.

Evitar los desencadenantes

En algunas personas los pensamientos obsesivos se desencadenan siempre después de algún tipo de acontecimiento: escuchar las noticias, encontrarse con alguien, hacer algún tipo de actividad en concreto. Es importante identificarlos y evitarlos en la medida de lo posible.

Estar en contacto con la naturaleza

Cuando asalten los pensamientos obsesivos, dar un paseo por la naturaleza durante una hora puede ayudar a despejar la mente. Y si no puede ser en plena naturaleza, hacer ejercicio también tiene efectos positivos.

Buscar distracciones

Al igual que es importante encontrar los factores desencadenantes, también lo es identificar actividades que puedan distraer de los pensamientos negativos: leer un libro, hacer ejercicios de lógica mental, quedar con amigos, ir al cine… cada uno ha de encontrar la suya.

Terapia para incrementar la autoestima

A medida que la autoestima crece, los pensamientos obsesivos –no en todos los casos– suelen disminuir.

Ansiedad

Meditación

La meditación y el mindfulness pueden ayudar a una persona a entender mejor sus emociones. Con el tiempo, la meditación puede ofrecer a las personas un mayor control sobre los pensamientos aparentemente automáticos, lo que ayuda a evitar las obsesiones.

Y en caso de que estos pensamientos ocurran de manera continua, dificulten la concentración y la vida diaria, o causen una tristeza profunda en la vida de una persona, se debe acudir a un profesional para que prescriba el tratamiento correspondiente.