El pasado 7 de septiembre, gracias al aviso de un ciudadano, se detectó en las aguas próximas a Barcelona un ejemplar de mero que presentaba síntomas compatibles con una infección de betanodavirus, también conocido como necrosis nerviosa viral (VNN). El ejemplar fue localizado por un miembro de la Asociación de Pesca Submarina (APS) de Barcelona, que lo hizo llegar al Servicio de Diagnóstico Patológico de Peces de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB). Allí se recogieron muestras, que después se enviaron al laboratorio europeo de referencia para esta enfermedad. Los análisis moleculares (qPCR) confirmaron una elevada presencia del virus en el cerebro del pescado.

Esta identificación, sumada a otros avisos recientes de meros muertos o con sintomatología similar, evidencia de manera clara la expansión de la VNN y su presencia en las aguas del litoral catalán. Desde hace años, este betanodavirus causa brotes de mortalidad en meros y otras especies marinas en todo el Mediterráneo, con episodios especialmente graves en Grecia, el sur de Italia, España y, más recientemente, en las Azores. En el Estado español ya había habido brotes en las Islas Baleares, y hace pocos años también se registraron en la costa peninsular, avanzando progresivamente hacia el norte y provocando la muerte de muchos ejemplares en zonas protegidas como el Parc Nacional de Cabrera o las Illes Columbretes.

Alerta y precaución

Ante este escenario, y del riesgo de expansión y de nuevos brotes agravado por la anomalía térmica registrada al final del verano en las aguas de la costa catalana, la UAB y el Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC) han decidido poner en marcha una red permanente de alerta y recogida de muestras. El objetivo es poder identificar rápidamente nuevos casos y seguir la evolución de esta enfermedad en la región. Los investigadores Francesc Padrós y Maria Constenla, responsables del seguimiento, destacan que la detección y la monitorización de los brotes, así como la caracterización del virus, son elementos fundamentales para establecer planes de contención, sobre todo en aquellas zonas con una alta densidad de meros. También remarcan dos herramientas que pueden resultar decisivas: la disponibilidad de herramientas diagnósticas muy precisas y la existencia de una vacuna comercial desarrollada por HIPRA para prevenir la enfermedad en lubinas de piscifactoría, que podría aplicarse experimentalmente, al menos en áreas especialmente sensibles para esta especie.

Los investigadores también ponen de relieve la importancia de mantener activa una red de observadores, como submarinistas o pescadores recreativos, que permitan detectar de manera muy precoz posibles brotes. En este sentido, Valerio Sbragaglia, investigador del ICM-CSIC y también responsable del seguimiento, subraya que el caso demuestra la relevancia de este tipo de vigilancia ciudadana. Finalmente, tanto la UAB como el ICM-CSIC agradecen la implicación y sensibilidad mostrada hasta ahora por entidades como el APS, la Federación Catalana de Actividades Subacuáticas (FECDAS), así como por el personal y técnicos del Parc Natural de Cap de Creus y del Parc Natural del Montgrí, las Illes Medes y el Baix Ter, que juegan un papel clave, en la protección y monitorización de la biodiversidad marina ante esta amenaza creciente.