Desde octubre de 2016, Pedro Sánchez tiene una factura pendiente de cobrarse. Es la que puso precio a su cabeza. Fue defenestrado por su propia ejecutiva a cambio de una abstención de los socialistas a la investidura de Mariano Rajoy, que fue reelegido presidente gracias a una intensa campaña de presión política y mediática para no hacer depender España de los independentistas. Ahora, en un contexto muy similar, el líder del PSOE saca la misma carta y exige a la derecha que se abstenga si no quieren que el destino del Estado quede en manos de Puigdemont y Junqueras, utilizando los términos de la plaza de Colón. La mayoría de la moción de censura ya es un plato secundario.

El jueves pasado, la misma noche que fue propuesto por el Rey como candidato a la investidura, Pedro Sánchez ya esbozó que este era su plato principal. Se dirigió a las tres principales fuerzas -PP, Ciudadanos y Unidas Podemos- para pedirles "responsabilidad" y "generosidad" al facilitar la investidura. Al día siguiente, después del Consejo de Ministros, la portavoz Isabel Celaá acababa la escenificación: decía que la formación de Pablo Iglesias "ha sido" el socio preferente, pero que "ahora tenemos una nueva etapa en la cual apelamos a la responsabilidad de otras fuerzas políticas". Ampliar el abanico.

Las líneas estratégicas de Pedro Sánchez, a día de hoy, son esencialmente dos. La primera, mantenerse en la Moncloa sin tener que "hipotecarse" con los partidos independentistas, y menos todavía cuando justo acaba el juicio en el Tribunal Supremo. La segunda, contener la última oportunidad de Pablo Iglesias para acceder a un gobierno de coalición, un salvavidas ante su caída libre. Con este plan de actuación, este martes el candidato a la investidura pone en marcha la ronda de contactos reuniéndose en el Congreso con Pablo Casado, Albert Rivera y Pablo Iglesias. De momento, sólo con ellos tres, que son los que "pueden facilitar o bloquear" la conformación de gobierno. El resto tendrán que esperar que los socialistas sondeen el terreno.

Quizás demasiado temprano, el número dos de Sánchez, José Luis Ábalos, ya ha gastado el cartucho de la amenaza de repetición electoral. Con Casado y Rivera competiendo para liderar la oposición al PSOE, parece improbable que a estas alturas se planteen la abstención. En todo caso, los unos invitan a los otros a hacerlo para que queden retratados. Pero este cebo ha servido para mostrar algunas fisuras y contradicciones. Sin ir más lejos, la llamada a ser nueva presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, se mostraba a favor este lunes. En los mismos términos se expresaba la expresidenta madrileña Esperanza Aguirre. Al fin y al cabo, es lo que pidieron a Sánchez en 2016. Rápidamente, como en otras ocasiones, Génova ha tenido que acudir a apagar el fuego.

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Foto: Fernando Calvo (Pool Moncloa)

Menos margen para Podemos

De nuevo, portazo en los morros para Pablo Iglesias. No sirve de nada que haya rebajado las expectativas y ahora sólo pida algunas "carteras sociales" del nuevo ejecutivo español. Un lunes más, Ábalos ha rechazado la petición de un gobierno de coalición hecha por Unidas Podemos. Es más, el secretario de organización ha advertido que esta no es la mejor fórmula, que puede restar en lugar de sumar. Lo ha justificado en el hecho de que no suman mayoría absoluta y la presencia morada en Moncloa podría hacer perder apoyos de otras formaciones políticas, como es el caso de Coalición Canaria. En Ferraz la apuesta sigue siendo un gobierno en solitario "vigilado" por la formación de Iglesias, especialmente después de la debacle que sufrieron el 26-M.

Sin independentistas

Desde la convocatoria electoral, los socialistas ya no buscan ningún acuerdo con el independentismo. Este lunes, el portavoz de ERC en el Congreso de los Diputados, Gabriel Rufián, ha tendido la mano al PSOE para contribuir a la gobernabilidad de España e investir a Pedro Sánchez si a cambio los socialistas se comprometen a dialogar sobre la cuestión catalana. Ha situado como punto de partida el documento de la cumbre de Pedralbes del pasado 21 de septiembre, acordado entre los dos gobiernos. A pesar de todo, ha admitido que no tenía mucha confianza en la "valentía" del secretario general socialista. Y así ha sido: su ofrecimiento ha caído en saco roto. Todavía esperan que suene el teléfono para la ronda de contactos. Sólo saben que será "en otros formatos", diferente al de Casado, Rivera e Iglesias.

Rufian Turull constitución Congrés ACN

Foto: ACN

PlanB: moción 2.0

Por ahora, el plan preferente es el de la abstención del PP o Ciudadanos. El escenario alternativo sería la reedición de la mayoría de la moción de censura. En este caso, y gracias a la suspensión de los cuatro diputados presos, Pedro Sánchez podría no depender de los grupos independentistas. Con los 175 votos que coronaron a Meritxell Batet le bastaría en segunda vuelta, en la que hace falta mayoría simple, porque el bloquedel no, en caso de que JxCat y ERC votaran en contra, tendría cuatro votos menos. Las cosas cambiarían radicalmente si los cuatro diputados presos decidieran renunciar al acta y hacer correr las listas, una opción que en estos momentos no contemplan. Pero todavía no hay nada escrito.