"Hoy todavía estaría en la prisión", ha afirmado el president en el exilio, Carles Puigdemont, en un tuit en la red X (antes Twitter), en motivo de su retorno y marcha relámpago en Barcelona, este viernes hace un año, después de casi ocho años sin poder volver al país. "Con la serenidad de la distancia temporal y física, y superada la angustia de aquellos días",  Puigdemont ha expuesto "los elementos fundamentales"  que le llevaron "a asumir el riesgo que comportaba toda aquella operación". El líder de Junts ha asegurado que quería asumir el acta de diputado al Parlament, "por una razón democrática", pero que no se podía dejar detener. Precisamente, el secretario general de Junts, Jordi Turull, recordaba ayer que muchos "salivaban" ante la detención de Puigdemont, especialmente el juez Pablo Llarena, que mantiene su orden detención activada en el Estado español por el 1-O en no quererle aplicar la ley de amnistía, aprobada el junio del año pasado.

 "Fui escogido diputado en el Parlament de Catalunya y tenía el derecho y el deber de estar en la sesión donde se tenía que votar la presidencia de mi país", afirma Puigdemont, pero añade: "Vista la imposibilidad física de acercarme a las vallas del parque de la Ciutadella sin ser detenido, era evidente que cualquier intento habría equivalido a una entrega voluntaria, cosa que no ha sido nunca en ninguna de mis previsiones ni intenciones en este casi ocho años de exilio. Si el Estado español creía que tenía el deber de impedir mi acceso en el Parlament, yo tenía el deber de intentar evitar mi detención." Ciertamente, el parque de la Ciutadella estaba literalmente sitiado por diferentes unidades de los Mossos d'Esquadra, preparados para detenerlo y llevarlo a Madrid.

 

Críticas a Sánchez e Illa

Además, Puigdemont ha criticado la "pasividad" del Gobierno de Pedro Sánchez, por no hacer cumplir la ley del olvido penal, especialmente al Tribunal Supremo, del cual ha asegurado que "tiene una actitud golpista". 

En concreto, el presidente en el exilio afirma: "La ley de amnistía había sido aprobada por las Cortes españolas y había entrado plenamente en vigor. Y en esta ley no hay ninguna asa que permita al Tribunal Supremo cogerse para vulnerar la letra y el espíritu. Ni una. Había que poner en evidencia una anomalía democrática grave, una avería en el sistema español que impide que podamos hablar de democracia plena, y había que poner un foco muy grande vista la pasividad del presidente del Gobierno español a denunciar el que es literalmente una actitud golpista del Supremo. Y vista la estrategia de la «normalidad» que el entonces candidato a la presidencia de la Generalitat, Salvador Illa, quería imponer como base de la estrategia más profunda de desnacionalizar Catalunya."

El grupo de Junts en el Congreso de los Diputados ha hecho valer sus siete votos para que el presidente socialista impulsara la ley de amnistía, pero el Supremo mantiene su negativa a aplicarla a los condenados y acusados de malversación del 1-O.

Contra "la propaganda de la normalidad" 

En su escrito, el president en el exilio también tiene palabras de agradecimiento. "Por el compromiso y la audacia de muchas personas a las cuales los debo un agradecimiento de por vida" y a todos los presentes en el acto  de la ANC en el Arc de Triomf: "Pusisteis vuestra determinación y vuestro cuerpo para que la jornada acabara con una derrota del sistema español."  E insiste. "Porque si ellos me quieren encerrado e inhabilitado, mi deber es intentar hacer exactamente el contrario. Y porque si la propaganda y los propagandistas no pierden ocasión para predicar el evangelio de la mentira más bonita de la «normalidad», nuestro deber es desenmascararlos siempre que tengamos ocasión."  Y pide la complicidad de los catalanes, "por más enfadados, decepcionados o desanimados que estemos".