Los militantes de Ciudadanos escogieron como sucesores de Inés Arrimadas a una lista continuista, por delante de la de Edmundo Bal. Aun así, eso no ha impedido que un mes después del Congreso ya hayan surgido los primeros problemas dentro de la formación naranja por desavenencias entre la nueva dirección y la que un día fue la presidenta, y ahora es la portavoz del partido en el Congreso. Concretamente, el núcleo de las discrepancias es la moción de censura de Vox y que en principio propondrá Ramón Tamames como nuevo presidente del Gobierno para echar a Pedro Sánchez de la Moncloa. Si bien Arrimadas siempre había sido una gran defensora de esta posibilidad, que la ultraderecha planteó después de la reforma de los delitos de sedición y malversación al Código Penal, presionando (inútilmente) a Alberto Núñez Feijóo para que el PP también le diera apoyo, los nueve líderes no lo ven con los mismos ojos.

Según pública Eldiario.es, la voluntad de Patrícia Guasp y de la nueva dirección es alejarse tanto como sea posible del PP y, sobre todo, de Vox en esta nueva etapa. Ponerse al lado de la derecha y ultraderecha en los últimos años ha llevado al partido a bordear la desaparición, según todas las encuestas, mientras sus antiguos votantes se refugiaban en la derecha de Cs. Por eso mismo, durante la semana pasada se tomó la decisión de que, en caso de que Vox presente su hipotética moción de censura (que planteó por primera vez en noviembre y todavía no se ha materializado), Ciudadanos votaría en contra. El Comité Permanente del partido, donde ya no está Arrimadas, así lo decidió. "Votaremos que no, porque consideramos que esta moción no es útil", decía la nueva presidenta, evitando valorar el hecho de que el candidato propuesto por Vox sea Tamames y reclamando a Sánchez que, con la situación actual y ante los apoyos parlamentarios, adelantara las elecciones generales, en línea con lo que pide Feijóo desde hace semanas y el PSOE niega en rotundo.

La nueva dirección desautoriza a Arrimadas

Estas palabras de Guasp durante la semana pasada cuestionan la posición de Arrimadas, que en diciembre decía justo lo contrario. "La moción de censura es una herramienta útil, porque lo que hace es que Sánchez tenga que dar la cara y dar más repercusión mediática e internacional a esta situación y frenarles un poco", defendía Arrimadas hace dos meses, cuando todavía no se había producido el relevo. Estas declaraciones las hizo después de que se hubiera aprobado la reforma del Código Penal en el Congreso, una votación en que no participaron ni Ciudadanos ni el PP. Arrimadas la comparó entonces con lo que se vivió el 6 y 7 de septiembre del 2017, con la aprobación de las leyes de transitoriedad en el Parlament de Catalunya: "Ha sido un procedimiento idéntico, y no me podía ni imaginar que el Gobierno lo estuviese haciendo todo igual" que los independentistas, lamentaba la catalana.

Antes de que Vox apostara por Ramón Tamames como "candidato de consenso" para la moción, después de que Santiago Abascal fracasara de manera estrepitosa cuando se presentó él mismo, Arrimadas, que estaba totalmente a favor de la moción, también buscó su no. Por eso, planteó a Cayetana Alvárez de Toledo o al exdiputado de Cs, Marcos de Quinto, sin éxito. Su entorno lamenta que la nueva dirección no le haya pedido su opinión sobre la moción de censura, mientras que el sector crítico con Arrimadas está más que satisfechs con este nuevo rumbo del partido.