"La vicepresidenta está preocupada, pero confía en los resortes del Estado", constataba un interlocutor de Soraya Sáenz de Santamaría en una conversación informal con El Nacional el día después de que el Parlament aprobara la ley de Transitoriedad. Santamaría había llamado al portavoz de Ciudadanos, José Manuel Villegas, para informarle de los "escenarios que se abrían", según reveló Villegas el día después. Contrariamente, el PSOE había elevado el perfil y fue el propio líder, Pedro Sánchez, quien contactó a Mariano Rajoy para garantizar su apoyo. Rajoy y Albert Rivera no hablaron, según las fuentes consultadas, aunque el catalán es el socio indiscutible del Partido Popular. "No nos hace falta, se sabe de nuestro compromiso, en cambio el de Sánchez no lo teníamos tan claro", dejaban caer desde Cs.

Los partidos españoles empiezan a ver el 1 de octubre como una forma para posicionarse y sacar rédito electoral, como evidenció el gesto del dirigente socialista. El PSOE siempre ha sido criticado por PP y Cs por la supuesta "ambigüedad" del PSC en Catalunya, cuanto al soberanismo, al par que en Madrid, con la apuesta plurinacional de Sánchez. Si bien, este quiere ser ahora "la oposición de Estado", como recuerdan fuentes de la dirección de Ferraz. Eso pasa por garantizar la unidad con el Gobierno, dejando a Podemos –su eterno rival a la izquierda– del lado de los "rupturistas".

El PSOE quiere ser "la oposición de Estado" y eso pasa por el apoyo a Rajoy en la defensa de la legalidad y diferenciarse de Podemos

La estrategia explicaría la voluntad del secretario general de acordar una "postura común" con el Ejecutivo ante el envite legal al proceso, a medida que se exhiben las leyes de desconexión. También, el hecho de que la portavoz socialista, Margarita Robles, afirmara este martes que, si hacía falta, "se retirarían las urnas, aunque habrá que ver cómo se ponen y si se pueden llamar urnas", anunciaba.

Sin bien, el PSOE admite que existen unos límites por definir con Rajoy sobre la respuesta legal. "No firmaremos un cheque en blanco", aseguran las fuentes consultadas. Dicen que tendrán que estudiar los escenarios a medida que Moncloa los considere, y siempre en función de aquello que se haga desde la Generalitat, insisten. Por eso, en Ferraz evitan pronunciarse sobre tomar el control de los Mossos para retirar las urnas . "No nos situaremos en hipótesis", decía el portavoz de la formación, Óscar Puente.

Puente admitía que su tranquilidad respondía a que Rajoy "siempre ha ofrecido una respuesta proporcional y eficaz" al conflicto soberanista. Aquí, fuentes de la ejecutiva recuerdan que Sánchez avisó al presidente –en la reunión del 6 de julio– de que no compartía la aplicación del artículo 155 –que permite la suspensión de la autonomía. "Nunca se puede decir nunca, pero tampoco sabemos cómo evolucionará la situación en Catalunya", comentan. Así y todo, critican que el PP cargara contra ellos entonces, aunque el portavoz popular Rafael Hernando lo llegó a descartar más tarde.

En Ferraz intentan también marcar distancias con Rajoy: propondrán una reforma territorial y dudan de que se pueda parar "algún tipo de votación" el 1-O

Y es que en Ferraz quieren marcar distancias y exhibir un perfil dialogante, mientras que el choque de trenes no se produzca. Primero, a través de una oferta política, ya que el próximo día 4 de septiembre Sánchez presentará la propuesta territorial, al margen de Rajoy. Ello pretende ser la alternativa al referéndum, evidenciando así el inmovilismo del gallego. La segunda es que la dirección socialista cree que sí habrá "algún tipo de votación" el 1-O, en contra de aquello que asegura la Moncloa, quien siempre ha mantenido que no se replicaría ni siquiera un nuevo 9-N

Pero el apoyo de Sánchez y Robles da oxígeno al Gobierno y alimenta la fuerza del bloque unionista, después de que hace unas semanas determinados miembros del gabinete ministerial pusieran el dedo en la llaga sobre las "contradicciones" con la plurinacionalidad del PSOE. También, después de que Santamaría viajara a Catalunya hace meses para poner en marcha la llamada Operación Diálogo y ganarse el favor de Inés Arrimadas y Miquel Iceta.

El hecho es que Rajoy no se quiere quedar solo, ante la incertidumbre sobre endurecer las medidas. Eso le pedía Rivera hace unas semanas para evitar otro 9-N. "No me gustaría ver a la vicepresidenta Santamaría contando votos informalmente la noche en cuestión, ni a Junqueras", esgrimía el catalán. Pero curiosamente, la formación naranja siempre se han mantenido en la inconcreción sobre las medidas a aplicar. "No nos hacemos un favor dando titulares que interesan al independentismo" se justificaba Villegas ante las cámaras, tras oír a Albiol enarbolar el 155.

En la Moncloa no se quieren quedar solos defendiendo la legalidad el 1-O y el apoyo de Sánchez y Rivera ayuda a presentar el bloque unionista como un todo

Detrás de los focos, la explicación parece ser otra. "Sería una irresponsabilidad por nuestra parte", dicen fuentes del partido, recordando que gobierna Rajoy, no Rivera. Aquí insinúan la batalla por el votante unionista, acusando al PP catalán de usar la medida para erigirse como la opción "dura". "Si no, no se entiende que le marquen la línea al líder de su partido" [Rajoy], ironizan las fuentes de Cs.

El hecho es que ningún miembro de la dirección estatal del PP compartió explícitamente el martes la posición de Albiol y sólo lo hizo su antecesora al frente de los populares catalanes, Alícia Sánchez-Camacho. En el Congreso, el popular José Antonio Bermúdez de Castro se limitó a anunciar por la tarde una "respuesta contundente" de la Moncloa, lo mismo que hizo el portavoz Javier Maroto, por la mañana. Y Rajoy hacía semanas había descartado el 155, porque en el Gobierno no quieren alimentar el "victimismo" del independentismo, dicen en privado.

Y quizás, las elecciones catalanas explican también por qué la formación naranja, conocida por la defensa plena de la unidad de España, no posiciona. No parecería coherente pedir suspender una autonomía que, al fin y al cabo, Inés Arrimadas aspira a gobernar.