Galicia es el feudo por excelencia del PP. Y perderlo sería una hecatombe casi a todos los niveles. En una época en la que las mayorías absolutas han quedado casi liquidadas, el parlamento gallego es la Galia de los populares: ha conseguido ocho mayorías absolutas en las últimas nueve elecciones. Estos datos, sumados al hecho de que el PP no baja del 45% de votos desde 1989, acreditan su arraigo a Galicia. Pero ahora, en un panorama casi inédito, Alberto Núñez Feijóo y Alfonso Rueda se juegan más que la Xunta.

👤 Quién es quién en las elecciones gallegas: Rueda, Pontón, Besteiro y Lois

🗳️ Arranca la campaña electoral de Galicia: primer asalto del año electoral de Sánchez y Feijóo

 

Una cifra que permite tomar conciencia de la realidad política en Galicia las últimas tres décadas es que el PP solo ha bajado de los 41 diputados en tres ocasiones: en las primeras elecciones de Fraga (en 1989) y de Feijóo (en el 2009) obtuvo 38, al límite de la mayoría absoluta, y en las de 2005 se quedó con 37 y pasó a la oposición. Fraga y Feijóo han quedado empatados en cuatro mayorías absolutas, pero Feijóo no pudo superar nunca el 50% de los votos y Fraga lo consiguió en tres ocasiones. Un breve apunte: aunque en todas las elecciones el mapa de Galicia queda teñido de azul, el PP no ostenta la alcaldía de ninguna de las seis grandes ciudades de Galicia porque no llegó a la mayoría absoluta y no tiene con quién pactar. Su principal ayuntamiento es Ferrol.

Dentro de un mes y medio se cumplirán dos años del relevo en la praza do Obradoiro, que llegó con cierta precipitación en abril de 2022 después de que Isabel Díaz Ayuso acabara con Pablo Casado. Feijóo hizo el salto a Madrid y quien cogió sus galones en Galicia fue Alfonso Rueda, que había sido su número dos desde 2012. Bran Barral, profesor de la facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Univerisdade de Santiago de Compostela, considera que Rueda es un candidato “tecnocrático, insípido y serio” que siempre “se ha movido entre bastidores”, que “no está acostumbrado a los focos o al primer plano” y que se ha erigido en “el sucesor designado de Feijóo”. Ahora, este “hombre sin glamur” (tal como lo definió el portavoz del PP al Parlamento de Galicia, Jose Alberto Pazos) se ha convertido en el tercer candidato a la presidencia de la Xunta que tiene el PP en toda su historia y carga sobre sus hombros la responsabilidad de mantener el éxito electoral que ha exhibido el PP de manera casi ininterrumpida desde finales del siglo XX. El PP llega al 18-F después de haber conseguido en 2020 la mayoría más amplia de las cuatro de Feijóo y el mejor resultado desde 1993 (en un contexto de baja participación por el coronavirus y con un líder reforzado por la gestión de la pandemia).

Feijóo se vuelca en la campaña electoral: veinte actos en quince días

En las elecciones del 18 de febrero, Alfonso Rueda aspira a continuar en la Xunta, ahora como cabeza de lista escogido en las urnas, pero muchas lecturas llevan a pensar que es Feijóo quien está de lleno en la carrera electoral. El actual líder de PP es omnipresente en esta campaña y, desde el 2 de febrero, ha participado en quince actos. En dos ocasiones ha coincidido con Alfonso Rueda, la primera en la plaza de toros de Pontevedra, también al lado de Rajoy, en el arranque de la campaña. El resto de mítines los ha hecho en municipios de menos de 27.000 personas centrados en Pontevedra, A Coruña y Lugo. Algunos de los lugares que ha visitado no llegan a los 10.000 habitantes: Ortigueira, Outeiro de Rei, Padrón o En Pobra de Trives. Para los dos últimos días de campaña, ha programado cinco actos (incluidos uno en Santiago de Compostela y uno en A Coruña).

La estrategia ha sido parecida a la de la dupla Feijóo-Rajoy de 2009. En aquel momento, Mariano Rajoy “tuvo un papel muy destacado y una presencia muy activa”, “hizo un trabajo impagable” y “fue totalmente clave en la victoria de Feijóo”, como recuerdan Fernando Martínez y Antón Losada, profesores de Ciencias Políticas de las universidades de Vigo y de Santiago de Compostela, respectivamente. Rajoy recorrió Galicia de arriba abajo para dar mítines fuera del circuito de las grandes ciudades y eso es lo que ahora ha replicado Feijóo, que ha tenido un recorrido paralelo al de Rueda.

Sin embargo, esta estrategia se titubeó este fin de semana, cuando trascendió que Feijóo estaría abierto a conceder un indulto condicionado a Carles Puigdemont. Esta revelación entró de lleno en la campaña electoral y Feijóo se refirió a ello posteriormente en un acto a Marin (Pontevedra) y tanto José Luis Rodríguez Zapatero como Ana Pontón, José Ramón Gómez Besteiro y Marta Lois pusieron el dedo en la llaga. Ahora bien, Xosé Luís Barreiro, doctor en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad Complutense de Madrid y vicepresidente de la Xunta de 1983 en 1986 con Alianza Popular, considera en una conversación con ElNacional.cat que esta “tormenta no tendrá una gran influencia en el resultado porque el electorado no gira por cosas de estas y no se traga tan fácilmente el hecho de que el mentiroso sea Feijóo y no Sánchez”. “Viendo las encuestas y conociendo el comportamiento electoral de los gallegos, el PP tiene una posición fuerte y tiene muchas posibilidades de moverse en torno a los 39 escaños”, sostiene Barreiro.

Feijóo acto proximidad Galícia EFE
Alberto Núñez Feijóo, en un acto en Marín (Pontevedra) / Foto: EFE

Alfonso Rueda “no tira tanto” como Alberto Núñez Feijóo

La implicación de Alberto Núñez Feijóo en esta campaña electoral se puede entender desde dos vertientes: tiene una conexión emocional porque ve estos comicios como un pulso a su gestión en Galicia y tiene mejor recibimiento que Alfonso Rueda. Antón Losada, profesor de Ciencia Política de la Univerisdade de Santiago de Compostela, arguye que “Rueda es la marca blanca de Feijóo” y considera que “la gran diferencia es que Feijóo era un líder que tiraba y Rueda no”. Apunta que el principal activo del actual presidente gallego es “conocer muy bien las políticas que se han hecho” los últimos tres lustros, pero asevera que está en cuestión “su capacidad de comunicar y de caer bien a la gente”. Sin ir más lejos, se ha negado a asistir al debate de Televisión Española, donde se ha convertido en el “candidato ausente”. En la última encuesta del CIS, Rueda aprobaba entre el conjunto de encuestados con uno 5,3 sobre 10, pero quedaba por detrás del 5,7 de Ana Pontón y no tenía tanta buena valoración como Feijóo hace cuatro años.

Las últimas semanas, Rueda también ha contribuido a llevar la campaña gallega más allá de Galicia o a importar temas que poco tienen que ver con los gallegos. En el único debate al que participó, el de Televisión de Galicia, sacó el espantajo de ETA: “Pontón estuvo en una manifestación que pedía la liberación de los presos etarras que asesinaron gallegos”. Fue una protesta en Bilbao con unas 20.000 personas para reclamar un trato justo a los presos de ETA. Las referencias a la banda terrorista se han multiplicado los últimos días. Además, a finales de diciembre, el PP de Galicia difundió un vídeo en el cual Rueda conducía un autocar y en el cual aparecía Carles Puigdemont.

“Galego coma ti”: la génesis del galleguismo del PP

Una buena manera de entender el PP de Galicia es remontarse a 1981 a las primeras elecciones autonómicas. En aquel momento, Alianza Popular (AP) contrató al politólogo Xosé Luís Barreiro Rivas, que posteriormente sería vicepresidente de la Xunta de Galicia, para diseñar la campaña electoral. Con el objetivo de “galleguitzar la campaña”, él fue el padre del lema “Galego coma ti”, que hizo fortuna y, en cierta manera, todavía forma parte del sello del PP. Ahora, 43 años después, explica a ElNacional.cat que, en ese momento, dijo a Manuel Fraga Iribarne, líder de AP, que no se podían hacer “elecciones contra la autonomía” y había que hacer unas elecciones “para ocupar el espacio gallego en el sentido más estricto de la palabra”: “En Galicia no se podía hacer una política que no fuera galleguista porque no triunfaría. El galleguismo era más cultural que político y el nacionalismo de izquierdas parecía que quería enseñar a los gallegos a ser gallegos. Yo dije que había que leer el galleguismo tal como lo practica la sociedad y, en vez de decirle a la gente que «Tienes que ser un gallego como yo», les dije que «Yo tengo que ser un gallego como tú». Y la gente lo entendió a la primera. Cambió el país de manera tal que empezamos las elecciones en vías de retirada, acabamos ganándolas y ya no perdimos más”.

Después de la llegada de Gerardo Fernández Albor a la presidencia de la Xunta, Barreiro se convirtió en vicepresidente y una de sus grandes obras fue impulsar la Televisión de Galicia como alternativa a la Televisión Española (en un momento que ya habían nacido TV3 y EITB): “No tuve ninguna duda que tenía que ser en gallego. No tendría ningún otro sentido porque la única explicación verdadera que había para hacer una televisión era galleguitzar los contenidos. Empezamos a plantearla como el puntal fundamental de la renovación estructural del galleguismo en la política y decidimos que la televisión era el mecanismo fundamental para crear una infraestructura cultural (de doblaje, de información, de películas y de realización de documentales) de una gran proporción”.

Manuel Fraga Iribarne llegó a la presidencia de la Xunta en 1990, después de ocho años de Alianza Popular en los que las elecciones “se habían ganado a través de una evidente galleguetización del partido tan eficaz que fue capaz de frenar todo el nacionalismo de izquierdas y de hacer desaparecer los intentos de nacionalismo clásico. Alianza Popular tapó las necesidades de fuerzas galleguistas porque las ocupó. La sorpresa fue que Fraga se implicara en cuerpo y alma y se metabolizara y se asentara en el galleguismo”.

Décadas más tarde, en 2005 Feijóo tomó el relevo de Fraga “con el apoyo del PP estatal” y Xoán Antón Pérez-Lerma considera que, de esta manera, consiguió que “se impusieran los del birrete” (los que conectaban con Madrid) “sobre los de la boina” (los que querían un PP autónomo y, por ejemplo, quería crear un entorno empresarial gallego). “Aunque en el PP actual se nota una cierta debilitación del ideario galleguista, es difícil que pueda definirse en términos ayusistas o de derecha española. Y es que el PP de Galicia no quiere y no puede renunciar a sus señales de identidad galleguista porque está en el ADN de gran parte del electorado”, apunta Pérez-Lerma. Y los datos lo acreditan: el 65% de los votantes del PP en 2024 aseguran que se sienten tanto gallegos como españoles, el 13,5% contesta que se siente más gallego o solo gallego y tan solo el 9% se siente más español o solo español.