Entre las (muchas, claro) cosas que no aparecen en las portadas de hoy, una llama la atención: Alemania ha cancelado los mercados de Navidad. Estamos a finales de agosto y los alemanes ya saben qué les pasará en noviembre y diciembre. De la misma manera, el gobierno de Angela Merkel ha decidido que seguirá financiando los ERTE hasta a final del año que viene. El año que viene. En España, monarquía moderna y democracia consolidada, aun hay un montón de comunidades autónomas que no saben qué hacer con el curso escolar, que arranca en quince días.

En general, los diarios de Madrid y Barcelona, los columnistas, tertulianos, opinadores y profetas, señalan al sistema autonómico como responsable de todos los males. Estos días, las portadas son un tira y afloja entre dos relatos: uno explica que el gobierno central no quiere saber nada de la pandemia y descarga la responsabilidad de controlarla en las comunidades autónomas; otro dice que algunas autonomías quieren que Madrid centralice la lucha contra la covid-19 para no sufrir el desgaste que supone esa gestión. Sólo a efectos documentales, vale la pena recordar que, en Alemania, un país que sabe qué hacer, 400 organismos locales y de los länder (autonómicos, vaya) se encargan de gestionar las pruebas de la covid-19 y también el inicio del curso escolar, entre otras tareas. Les va muy bien.

Quizás el problema de España es que no hay alemanes.

Sea cuál sea el problema de España, si esperas que los diarios de aquí ofrezcan alguna información que comprometa a los gobiernos a hacer de gobiernos, siéntate en un buena butaca. De momento, día sí día también, se dedican a alimentar alguno de los dos relatos. Sin muchos matices. El gobierno central ha dicho a los autonómicos que les deja declarar el estado de alarma para aplicar confinamientos duros como en marzo y abril. Aquellos, sin embargo, pedían algo menos crudo: una habilitación legal que les permita confinar un pueblo o un barrio sin que los jueces lo tumben alegando protección de derechos fundamentales o pretendidas razones epidemiológicas. Este conflicto, más de grises, no sale en las portadas, que prefieren el blanco y el negro del conflicto, el enredo y el griterío.

Los diarios de hoy también informan de que, según datos oficiales británicos, se han detectado 70 casos entre los 1,6 millones de escolares ingleses al inicio del curso. La mayoría son infecciones aisladas originadas fuera de los centros. Un estudio del hospital infantil Sant Joan de Déu de Barcelona dice que el contagio entre los niños que han participado en 22 campamentos de verano es seis veces menor que entre la población general. Es verdad que se trata de una actividad al aire libre en grupos de un máximo de diez, como recomienda la Generalitat. Pero tiene más titulares la protesta de algunos maestros y del Sindicato de Estudiantes, enfadados porque sospechan que las escuelas no son seguras. Los datos pierden contra las sospechas.

Se habla mucho de política basada en la evidencia y poco de portadas basadas en la evidencia, en el bien entendido que quizás exigimos certezas sobre la pandemia mientras los expertos descubren hoy cosas que contradicen las descubiertas ayer. Sin embargo, los alemanes están en las mismas condiciones y les va mejor. Quizá los diarios nos lo explicarán algún día.

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