Desde el Lluçanès el juicio se ve demasiado lejos. Por eso, este miércoles, después de ver los interrogatorios, decidió que si era audiencia pública, quería estar dentro de la sala. Llamó al Supremo, preguntó qué se tenía que hacer para entrar en el juicio, le explicaron que se tenía que hacer cola y que esa mañana el primer aspirante a entrar había llegado a la una y media de la madrugada. Compró un billete del AVE y a las tres y media estaba haciendo cola en el acceso al Supremo.

En la cola, se ha encontrado a una pareja de Torroella de Montgrí, amigos de Dolors Bassa, que han llegado a las cinco y media; a muchos miembros de los gabinetes del conseller Josep Rull, con quien hoy se han reanudado los interrogatorios; con un grupo de estudiantes de tercero de Derecho; con los ya habituales de cada mañana de la ANC; con los observadores internacionales...

A las siete y media les han permitido entrar, les han hecho dejar el móvil y han tenido que esperar hasta las 10, cuando se ha abierto la puerta al público. Y allí, sentados en medio de la sala, excepto Oriol Junqueras que se sienta detrás de su abogado, ha visto a los miembros del Govern, la presidenta del Parlament y los líderes de Òmnium y ANC.

Los presos, como siempre, observan la puerta mientras entra el público para buscar caras amigas y familiares y saludarlos. Y él también les saluda antes de sentarse.

Consuelo Madrigal se encarga de las preguntas de la fiscalía. El interrogatorio es intenso, duro, y Rull replica también con contundencia. Acusa a la fiscalía de imprecisiones y directamente de manipular pruebas, como hará en la segunda parte de la vista, donde denuncia que se ha hecho un "Frankenstein" con una entrevista publicada en El Nacional a raíz de la presencia en el puerto de Barcelona de los barcos Moby Dada ―"que se llamaban los piolines", puntualiza― y donde vivían los agentes del CNP que acudieron por el 1-O a Catalunya.

El pulso entre Madrigal y Rull llega al extremo de que el presidente de la sala, Manuel Marchena, interviene en numerosas ocasiones. "Señor Rul vamos a no declarar la pertinencia o no pertinencia de la pregunta", emplaza.

El conseller niega la violencia, carga contra el TC y la utilización sistemática de este órgano por parte del Estado, niega que se utilizaran fondos públicos para pagar el referéndum, y asegura desconocer de dónde salían papeletas y urnas. No obstante, proclama que la firma de la convocatoria del referéndum fue el momento más "trascendental y emotivo" de su carrera política.

Cuando todavía no ha acabado la fiscal, llega el primer receso de la sesión. Familiares y compañeros se acercan a la primera fila del público para saludar a los presos antes de que se marchen. Llega el momento de este vecino del Lluçanès.

Primero es Rull el que pasa por delante de él y le llama con un discreto pse! para felicitar su intervención con un "¡campeón!" a media voz. Visto que nadie del servicio de orden le llama la atención, va más allá con Jordi Turull al cual dedica un "Jordi, pit i collons!" bien audible. "Y tanto", le replica el conseller. Y tercero, el vicepresident al cual llama con un "¡Junqueras!", para saludarlo acto seguido con el puño al aire y recibir una sonrisa como respuesta.

El vecino del Lluçanès, que dice que es un ciudadano más y que está sorprendido de que no haya más catalanes que hagan lo mismo que él ha hecho, sigue el río humano que abandona la sala y baja hasta la máquina del café para buscar una bebida caliente con que reponerse después de tantas horas de cola y espera, y dos horas de sesión.

A las 12.30 se reanuda la vista. Y de nuevo el tira y afloja del conseller con la fiscal. Y de nuevo las advertencias de Marchena. "No interrogue usted a la fiscal", reclama a Rull, que ha hecho evidente su irritación con el corta y pega que se han hecho de sus respuestas a El Nacional.

La fiscal acaba después de más de dos horas de interrogatorio y llega el turno de preguntas de la abogada del Estado, Rosa María Seoane. En este caso no es Rull sino el mismo presidente del tribunal el que hace los reproches, le emplaza a no repetir preguntas, a evitar pedir razonamientos jurídicos al acusado... En los pasillos del Supremo corre el rumor de que hay descontento en la Abogacía del Estado. Ante el éxito, Seoane se limita a plantear un puñado de preguntas.

A penas empezar la sesión, Rull había advertido que no respondería a la acusación popular. Argumenta que no quiere responder a preguntas de un partido de extrema derecha. El número dos de Vox, Javier Ortega, no esconde una sonrisa sarcástica al escucharlo.