Por si no había suficientes elementos distorsionadores, la previsión de un domingo gris y lluvioso introduce un factor extra al miedo al contagio y el desánimo de los catalanes, que este 14 de febrero están llamados a decidir cómo será el nuevo Parlament y quién tendrá la fuerza necesaria para gobernar Catalunya los próximos cuatro años. En juego, que el independentismo pueda retener la mayoría o que la nave del procés encalle con el PSC. La disputa esconde también otra guerra, la que enfrenta Junts y ERC por la batuta del camino hacia la República. En las urnas, pues, un doble plebiscito, Puigdemont -Borràs- y Junqueras -Aragonès- pugnan por liderar el independentismo mientras ponen a prueba el efecto Illa.

La jornada electoral de este domingo será la más extraña e incierta de la historia reciente. Celebrar los comicios en plena pandemia ha acabado siendo una imposición del Tribunal Superior de Justícia de Catalunya, que tumbó el aplazamiento electoral decretado por la Generalitat de acuerdo con el resto de fuerzas políticas salvo el PSC. Las dudas y temores que eso conlleva sobrevolarán todos y cada uno de los colegios electorales. Nunca hasta ahora se había llegado al día de las elecciones con una bolsa de indecisos tan grande, rozando el 30%. Los pronósticos prevén, además, que la participación pueda caer hasta veinte puntos con respecto a 2017.

La Covid ya ha acondicionado la campaña, tanto con respecto a la forma como al fondo. Más allá de haber tenido que reformular los mítines, la crisis derivada de la pandemia ha acaparado la mayor parte de los discursos, y ha vuelto a situar el eje ideológico sobre la mesa, después de una década en que el procés lo había impregnado todo. El debate nacional, sin embargo, sigue vivo. De nuevo, ERC y Junts batallan para ser la fuerza dominante dentro del independentismo y, al mismo tiempo, comparten el reto de ser más fuertes que la alternativa que encabeza Salvador Illa.

Illa, ¿como Arrimadas?

El exministro de Sanidad, que dejó la cartera la misma semana que arrancaba al campaña electoral durante la cresta de la tercera ola, se ha erigido como el referente de los contrarios a la independencia. Meses antes de las elecciones, el PSOE tramó una estrategia para colocar a Salvador Illa como cabeza de lista, en detrimento de Miquel Iceta, que ha acabado convertido en ministro de Política Territorial en el gobierno Sánchez. El llamado efecto Illa entró como un vendaval para poner boca abajo las encuestas. Con el paso de los días ha ido mitigando la potencia.

Sanchez Illa campaña PSC elecciones catalanas 2021 EFEEl presidente Pedro Sánchez con el candidato del PSC, Salvador Illa, en el mitin final de campaña / EFE

La mayoría de sondeos avistan un triple empate entre PSC, ERC y Junts. Incluso hay algunos que apuntan la posibilidad de que la fuerza más votada no sea la que acabe obteniendo más escaños. En cualquier caso, en lo que sí que coinciden casi todos es que será matemáticamente muy complicado que Illa pueda sumar la mayoría necesaria para ser investido, aunque fuera contando con Vox, que según Aragonès y Borràs es lo que pretende hacer el PSC, llegar a la presidencia de la mano de la extrema derecha. Jèssica Albiach ya ha avisado de que si es así, En Comú Podem caerá de la ecuación.

De hecho, eso es lo que le pasó a Inés Arrimadas en 2017. Cs fue el partido más votado y también el que obtuvo más escaños, 36, pero aritméticamente no le salieron los números para aspirar a la presidencia. Sumando sus diputados a los 17 del PSC y los 4 del PP se quedaban muy lejos de los 68 que marcan la mayoría absoluta. Ni añadiendo los 8 de los comunes habrían conseguido ser más que los independentistas, que reunían 70.

La pugna por la batuta independentista

El pacto verbal de no agresión que Borràs y Aragonès acordaron entre bambalinas los días previos al inicio de la campaña quedó muy pronto en papel mojado. Lo que empezó con reproches velados, sutiles, ha acabado con acusaciones y críticas directas. Unos y otros se presentan como el voto útil para parar Illa, a quien definen como el nuevo líder del bloque del 155, el Arrimadas 2.0.

Puigdemont Borras campaña elecciones catalunya 2021 Junts EFELaura Borràs, candidata de Junts, en conexión telemática con Carles Puigdemont / EFE

La situación es envenenada. Ambos partidos están condenados a volver a entenderse y prometen volver a aliarse para compartir Govern. Ahora bien, cada uno de ellos aspira a ser quien lleve la voz cantante. Junts blande la amenaza de un nuevo tripartito, entre PSC, ERC y los comunes, aunque los de Junqueras han negado, del derecho y del revés, esta posibilidad. Es más, esta semana, todas las formaciones independentistas que contribuyen a las elecciones, Junts, ERC, CUP, PDeCAT y Primarias, firmaron un documento donde se comprometen a no formar gobierno con el PSC, sea cuál sea el resultado. Aragonès, además, ha prometido no presentarse a la investidura si sólo puede ser presidente contando con el PSC. Y a pesar de todo, Borràs ha seguido insistiendo en que no se lo cree.

Después de 40 años, ERC reivindica su momento para alcanzar la presidencia de la Generalitat, para imponer su giro estratégico que sitúa el diálogo y la acumulación de más apoyos como el reto principal y, a diferencia del tándem Puigdemont-Borràs, deja la unilateralidad como camino posible pero remoto. No sólo eso, los republicanos han concentrado esfuerzos a lo largo de la campaña por marcar perfil progresista y poner de manifiesto la importancia de que el próximo president de la Generalitat sea de izquierdas.

Aragones Junqueras ERC campaña elecciones Catalunya 14 F 2021 EFEPere Aragonès, candidato de ERC, y el líder del partido, preso en Lledoners, Oriol Junqueras / EFE 

El poder de la CUP (o del PDeCAT)

En principio, el compromiso tanto de Junts como de ERC es investir a sus respectivos candidatos en función de quien quede primero, Borràs o Aragonès. Ahora bien, la incógnita será saber si solos suman mayoría o si vuelven a depender, como ha pasado en las dos anteriores legislaturas, de un tercer actor independentista. Hasta ahora, la CUP siempre ha tenido la llave de la investidura. Ha vetado presidents y ha impuesto sus condiciones para dar apoyo a los candidatos alternativos -primero Puigdemont y después Torra. Esta vez, el escenario podría cambiar si el PDeCAT, que finalmente se presenta a las elecciones por separado de Junts, obtiene representación parlamentaria.

Pase lo que pase, a partir de este lunes comenzarán las conversaciones para negociar la investidura, en medio de una colección de vetos cruzados que complican el panorama

En la imagen principal, los candidatys y candidats a las elecciones catalanas del 14-F ante el Parlament / EFE