La encuesta electoral de ElNacional.cat difiere sustancialmente de los barómetros municipales del Ayuntamiento de Barcelona. Y en este punto ElNacional.cat coincidía con los sondeos internos de republicanos y socialistas que se saben por delante de la actual alcaldesa. ElNacional.cat vaticina que Ada Colau sería superada nuevamente por Ernest Maragall. Pero ahora no solo en votos. También claramente en concejales. También Jaume Collboni, factótum del acuerdo de investidura con Manuel Valls, pasaría por delante de los Comuns de Colau. Dicho de otra manera, la victoria es cosa de dos. Y Colau es la tercera en discordia. Respecto a la alcaldía, es complicado decirlo, visto lo que se vio en el 2019. El principal escollo de Maragall es que es el principal rival a batir para casi todo el mundo. Tanto para los Comuns como para el PSC. Pero también por Junts, que en el sondeo de ElNacional.cat aguantaría el peor resultado de la historia en el mejor de los casos. La retirada de Elsa Artadi tampoco ayuda. Los últimos años ha sido la portavoz nacional de Junts, circunstancia que le daba una notable visibilidad. Todo el esfuerzo invertido para promocionar la candidata de Junts en Barcelona habrá sido en vano.

Si el resultado que pronostica ElNacional.cat fuera cierto, la coalición de investidura de 2019 sería insuficiente porque PSC, Comuns y Ciudadanos no llegarían a la mayoría absoluta requerida para desbancar al ganador de las elecciones. Y necesitarían también los votos de VOX, si estos fueran cedidos presuntamente, como los de Valls, gratia te amore. Más difícil parecería, a priori, que fuera Junts quien ungiera un gobierno de Colau. Pero, en cambio, sí es verosímil que Junts bendijera la Alcaldía de Collboni siempre que Colau aceptara ahora un papel subalterno. Lo que es muy seguro es que Junts juega y jugará —en toda la región metropolitana— a torpedear la estrategia de Junqueras de disputar al PSC las urbes y el conjunto del Baix Llobregat, los Vallesos y el Barcelonès. Tal como pasa ahora en el conjunto de los consejos comarcales o en Sabadell. Y la guinda del pastel, la Diputació, con Núria Marín feliz como una perdiz.

Ernest Maragall —que parte con la mejor de las valoraciones— es la única alternativa a un gobierno de continuidad, sea presidido por Collboni o tal vez por Colau si esta remontara las encuestas o Collboni solo pudiera articular una mayoría cediendo a Colau la Alcaldía.

En Barcelona, en la capital del país, solo hay dos posibilidades. O un gobierno de continuidad con una investidura todavía más pecaminosa, o bien Maragall, gobernando en solitario o presidiendo un hipotético e inverosímil gobierno de concentración.

Colau podría volver a jurar sobre el Libro Rojo que nunca aceptará gobernar con los votos de "la peor derecha" de la ciudad o abjurar de esta o aquella hipótesis. Pero después de lo que sucedió en mayo de 2019, tragarse la promesa que nunca hará ni eso ni aquello —ni que fuera pasando por el notario— es solo para colauistas crédulos hasta el alma.