Nos habían dicho que no hay mejor defensa que un buen ataque pero lo que no nos explicaron es en qué consiste, en realidad, el mejor ataque. Como no voy a saraos ni a comilonas con políticos, como no me gustan las emotivas melopeas de la consejera Borràs, lo cierto es que me da igual haber hecho el ridículo cuando anuncié, semanas atrás, la ofensiva política sin precedentes del presidente Torra. No se ha producido. La verdad es que la política catalana está paralizada en una inacabable guerra de guerrillas que no hace más que debilitar al independentismo político. El personal está harto de los partidos políticos y de sus indecentes intereses, de su manifiesto egoísmo. Los presidentes Puigdemont Torra se resisten a ser borrados del mapa político, básicamente porque ganaron las últimas elecciones al Parlament y porque sus rivales del PDeCat, de ERC, de Catalunya en Comú, y Demòcrates, no los olvidemos a esos tampoco, están de acuerdo en mantener el Gobierno de Sánchez a cualquier precio. Quieren que el independentismo político vote a favor de los presupuestos del PSOE mientras continua habiendo presos y exiliados políticos, con toda la jeta y con la bandera de España bien desplegada. Quieren que aparquemos la independencia esperando tiempos mejores, para dentro de unas décadas o para dentro de unos siglos. Las argumentaciones que se están izando nos harían llorar si primeramente no nos hicieran reír. Las encontramos reproducidas hoy, ayer, antes de ayer, en todos los medios de comunicación de Barcelona y de Madrid. Las encontraremos también durante los próximos días y semanas ya que estamos ante una auténtica campaña de intoxicación de la opinión pública. Coinciden en ella La Razón, El Periódico, El Mundo... y todos los demás. La Catalunya real, según el españolismo de siempre, es una cosa y el independentismo es una fantasía. Han conseguido movilizar a los sindicatos pro Sánchez y han puesto en pie de guerra a los funcionarios, esos señores y esas señoras que tienen un trabajo vitalicio y asegurado por el Estado español. Los funcionarios han salido a defender sus privilegios en nombre, eso sí, de los más desfavorecidos, para que no se diga, porque se ve que si los funcionarios están mejor tratados, la sociedad funciona mejor. Los trabajadores del mercado libre ya no son tan importantes, los asalariados por cuenta ajena, aún menos. Y han señalado claramente al culpable de toda esta injusta situación económica, un hombre con gafas que se llama Quim Torra. Para que la riqueza sea redistribuida y para que Catalunya prospere, y para que tengamos todo pagado, y para que podamos atar los perros con longanizas, ahora se debe apartar de la presidencia Quim Torra. ¿No es estupendo?

El ministro José Luis Ábalos, del PSOE, ya dijo hace días que si queríamos evitar muertes como la del accidente de tren de Vacarisses, ya sabíamos lo que teníamos que hacer, votar a favor de los presupuestos de Madrid. Y ayer mismo pudimos oír en la televisión pública catalana, como Joaquim Nadal, el eterno hombre de Felipe González y de Alfonso Guerra en Girona, clamaba a favor de las huelgas de reivindicación social y a favor del federalismo, del catalanismo bien entendido, afirmando que la revuelta de los catalanes fue un grave error. Un gran burgués como Nadal, un privilegiado por el sistema, que con setenta años aún tiene cargo y trabajo en la universidad pública gracias a Artur Mas —sin haberse sometido a ninguna concurso—, ayer e tuvimos allí, hecho un hombrecito, clamando a favor de los presupuestos de Sánchez, junto a Montserrat Tura, antigua militante del PSC y ahora perfectamente confundida con la Montserrat Tura que sí pertenecía al PSC. Como si el PSC-PSOE no hubiera sido siempre un partido que ha enriquecido a los más privilegiados. ¿La entrevista del programa? Dedicada a David Cid, diputado de Catalunya en Comú-Podem, hablándonos de las bondades de la huelga contra el Gobierno de Quim Torra. La información cada día se parece más a la propaganda y a los consejos publicitarios que se emiten entre programa y programa de televisión. Ya advirtió el presidente Mas que nos convenía apoyar al Gobierno de Sánchez, que nos convenía aprobarle los presupuestos, con la misma argumentación, calcada, de los socialistas. Ha comenzado la ofensiva, todos contra los dos líderes independentistas. Y, por ahora, ni Torra ni Puigdemont mueven ficha. Pronto pasarán cosas.