Sarah es una joven profesional. Tiene poco más de treinta años, con pareja pero sin hijos. Tiene una buena preparación académica y cobra un sueldo medio por un trabajo cualificado. Es sociable y tiene un grupo de amigos y amigas. Está bastante conectada a las redes sociales y se considera una persona bastante informada de todo lo que pasa en el mundo que la rodea. Una persona como muchas otras. Un día lee en una de las revistas que hojea que, hoy en día, la genética ha avanzado mucho y se ha producido una gran revolución, que las técnicas de secuenciación masiva han abaratado mucho la obtención de la información genética de cada persona, y que el diagnóstico genético guiará las decisiones médicas del futuro. Le parece un tema muy interesante. Ella es todavía joven y no tiene ningún problema aparente de salud, pero su madre empieza a tener síntomas de problemas cardiovasculares y su padre tiene problemas de diabetes de adulto. Su tía materna tuvo un cáncer de mama, tratado mediante cirugía y quimioterapia. Su abuelo tiene problemas de hipertensión y su abuela, degeneración macular asociada a la edad y se medica para la depresión. Una familia como cualquier otra.

Así que Sarah empieza a darle vueltas al tema. Mira las redes sociales, y ve que hay muchas empresas que ofrecen servicios por internet para hacer cualquier tipo de diagnóstico genético. Hay empresas que lo hacen todo, te analizan todo el genoma o muchas posiciones de tu ADN, y te ofrecen un informe sobre qué enfermedades puedes llegar a sufrir en un futuro y con qué probabilidad. Sarah todavía no sufre ninguna enfermedad. Se alimenta bastante bien, no fuma nada, bebe poco y hace un poco de deporte. Pero, ¿y si resulta que ha heredado "los genes para el cáncer de mama"?, o "los genes de la hipertensión" de su abuelo? ¿Quién le puede asegurar que no sufrirá diabetes de adulto como su padre? Sarah decide recoger más información. En la cena del viernes lo consulta a sus amigos. Todos conocen a alguna persona que se ha hecho alguna prueba genética por internet, para encontrar a sus ancestros o para "jugar". Mira en Facebook y Twitter, y se da cuenta de que hay mucha gente que dice que adelgaza porque sigue una dieta adecuada para su ADN. Sarah se cree suficientemente madura y crítica para opinar de las decisiones que toma en su vida. Pero, curiosamente, para hablar de posibles enfermedades que todavía no sufre, y de quién le tiene que hacer las pruebas genéticas para determinarlo, no consulta a ningún especialista. No va al médico para hablar de las dudas que se le generan, ni tampoco conoce a ningún genetista para que la aconseje. No va a ningún laboratorio genético clínico, ni a ningún laboratorio especializado en diagnóstico de enfermedades, porque ella quiere una visión general de todas características determinadas genéticamente que ya presenta o que puede llegar a desarrollar. Así que contacta con una de las empresas que le dice que le hará un análisis muy completo de su genoma y de sus predisposiciones genéticas, por un precio muy módico. Sigue las instrucciones de cómo enviar una muestra de su saliva y se queda esperando los resultados. La gran cuestión, de hecho, la que tendría que ser LA CUESTIÓN, es qué fiabilidad, reproductibilidad, consistencia y éxito diagnóstico tienen las pruebas genéticas que le harán.

La genética no es un juego, es una información muy valiosa, pero hay que saberla analizar e interpretar

Me he inventado el nombre de Sarah, pero seguro que hay muchas Sarah en el mundo. La mayoría de empresas que ofrecen un análisis generalizado del genoma por internet, en pruebas directas al consumidor (DTC), no se dedican al diagnóstico genético de enfermedades, y en la letra pequeña, abajo de todo de sus páginas web (en el disclaimer), así lo indican, ya que explicitan que lo que hacen es genética recreacional sin intención de que sirva de diagnóstico clínico. Estas empresas tanto te dicen que tienes variantes genéticas para tener la cera de la oreja espesa o los ojos azules, que te comentan que tienes un 30% de riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, un 50% de sufrir la enfermedad de Alzheimer y un 70% de desarrollar osteoporosis. Todas estas enfermedades son frecuentes en la población, y además de haber muchos genes que intervienen de forma cuantitativa (el riesgo de sufrir la enfermedad depende de la interacción de muchas variantes en genes diferentes), contribuyen factores ambientales. Hablar de riesgo de sufrir una enfermedad no da una seguridad absoluta, y tienen margen de error y de acierto.

En cambio, las enfermedades hereditarias mendelianas, las causadas por mutación en un único gen, son, en cambio, mucho más raras o infrecuentes y para identificar las causas hay que tener un conocimiento profundo de la enfermedad y de los genes y las mutaciones que la pueden causar. Las empresas de diagnóstico serias tienen un porcentaje de éxito diagnóstico en torno al 30%-40% cuando no son especialistas de enfermedades en concreto, pero las empresas que se dedican a ello de forma especializada, después de adquirir un conocimiento profundo pueden llegar a porcentajes de éxito diagnóstico mucho más elevado, en torno al 60% e, incluso, el 80%. Lo puedo decir porque me dedico al diagnóstico de enfermedades hereditarias de la visión, y sé el conocimiento previo y el esfuerzo que requiere llegar a este 80%. Y este diagnóstico es crucial a fin de que los pacientes puedan nunca llegar a optar a un tratamiento curativo eficiente, de aquí la relevancia de que sea minucioso y fiable.

Pues bien, algunas de las empresas que hasta ahora encontraban variantes de riesgo para enfermedades frecuentes, ahora podrán también analizar las variantes genéticas para enfermedades hereditarias, por ejemplo, para el cáncer de mama hereditario, causado por mutaciones en los genes BRCA1 y BRCA2 (genes que ya expliqué en otro artículo). ¿Serán fiables estos diagnósticos genéticos? Pensemos que, dependiendo de los resultados, las mujeres portadoras pueden decidir hacerse una mastectomía o una extirpación de ovarios profilácticamente, es decir, de forma preventiva antes de desarrollar ningún cáncer, con el fin de evitar la aparición. Por lo tanto, estamos hablando de diagnósticos que pueden condicionar el tratamiento quirúrgico o clínico de las personas (en este caso, mujeres), cuando el resultado es positivo. Un artículo que se acaba de hacer público compara los resultados de diagnóstico genético para los dos genes conocidos causativos de cáncer de mama en 49.908 personas que dieron su ADN al Biobanco público de ADN en el Reino Unido (iniciativa pública para que la información genética de los pacientes revierta en toda la sociedad), que se ha analizado por dos metodologías diferentes, una es el diagnóstico genético de variantes de un único nucleótido mediante un chip, que es el método usado en el diagnóstico de enfermedades frecuentes, comparado con la secuenciación masiva del ADN (método usado para identificar variantes en enfermedades raras). Los resultados son abrumadores: los métodos de diagnóstico genético por chip son buenos y minuciosos para detectar variantes genéticas de enfermedades frecuentes, pero en cambio, dan un resultado erróneo en el 85% de los casos cuando detectan una variante patogénica infrecuente. En este caso, detectan muchas más personas portadoras de una mutación potencialmente causativa de cáncer de mama, que después resulta que no es cierto. Y eso sí que da que pensar.

Volviendo a Sarah, ¿qué tendría que hacer cuando le devuelven un resultado positivo para el cáncer de mama? Pues tiene que ser consciente de que ha jugado a la ruleta rusa, que ella no tiene conocimientos de genética ni de enfermedades, que no es médico ni es genetista y necesita la opinión y la experiencia de profesionales. En primer lugar, antes de angustiarse, tiene que acudir a su hospital y médico de referencia, y pedir un diagnóstico genético y clínico minuciosos y fiables. Nada de ciencia recreacional, hay que obtener la secuencia de su ADN y el análisis minucioso del gen o genes correspondientes e ir al centro de la cuestión. Y después, con un buen diagnóstico genético y clínico, médico, paciente y genetista tienen que tomar una decisión conjuntamente, muy ponderada y muy informada. La genética no es un juego, es una información muy valiosa, pero hay que saberla analizar e interpretar. Esta es la medicina de precisión que nos espera en el futuro.