Ahora imagine que usted es periodista. ¿Cree que el debate a cuatro del lunes en Antena 3 y La Sexta fue noticia? ¿Sí, verdad? Vaya, aunque fuera para criticarlo ferozmente. Bien, pues el martes en los informativos de las dos cadenas rivales (Tele5 y Cuatro, del grupo Mediaset) no dedicaron un solo segundo al tema. Nada. Cero patatero. Para ellos, el debate no existió. ¿Era noticia? Sí, pero como lo había generado la competencia y había sucedido en sus platós, la noticia dejó de ser noticia. Y me juego un guisante, que diría el semiótico Puyal, que en un hipotético caso inverso habría pasado lo mismo. ¿Por qué? Hay precedentes.
¿Usted recuerda la época en que T5 tenía los derechos de transmisión de la Fórmula 1? Abrían sus informativos con las carreras y las trataban como la noticia más importante del planeta. Mientras tanto, en las otras cadenas la Fórmula 1 no existía. Aunque ganara Alonso. Y cuando ganaba un título mundial y no tenían más remedio que hacerse eco porque era español, acababan dando la noticia como cuarta pieza del bloque de deportes. Después, cuando las transmisiones pasaron a La Sexta y, finalmente, a Antena 3, la Fórmula 1 pasó a lamerle un pie a Tele 5 y se convirtió en el tema estrella de las cadenas que iban pagando los derechos cada temporada.
Pues bien, pasa lo mismo con los debates a siete que ayer organizaron el Grupo Godó y El Periódico. Máxima información en cada grupo de comunicación del debate propio y silencio sobre el debate de la competencia. ¿Lógico? Sí. ¿Por qué? Porque cada grupo defiende sus intereses. Los económicos, los políticos y los comerciales. ¿No tendría que ser así? Seguramente, pero el mundo (el periodístico también) funciona de esta manera. De hecho, cuando un periodista le diga que es totalmente independiente, vigile la cartera porque peligra. La cartera y usted, en general.
Por lo tanto, cuando vea estos aspavientos y este posturismo favorable a los debates, primero mire si quién los hace tiene intereses en la cosa (o no tiene ninguno y por eso los rechaza). No fuera que estuvieran vendiéndole pan hecho con harinas extrañas y cocido a saco, a precio de pan elaborado con masa madre y reposo. Que sí, que acabados de cocer, los dos panes son crujientes, pero usted ya sabe que el comprado en lugares que no son hornos, al cabo de un rato no sirve ni para calzar una mesa. No sé si me explico.