Movistar Plus estrena hoy la serie documental Perejil. En ella, se desarrolla la historia que realmente había detrás de las anécdotas de las cabras y de la comparecencia de Federico Trillo en el Congreso con eso de “al alba, y con fuerte viento de levante”. El caso es que José María Aznar puso en marcha la operación Romeo Sierra y mandó al grupo de operaciones especiales, helicópteros, fragatas, submarinos y dos F18 para expulsar a los seis gendarmes marroquíes que estaban instalados en la isla a 150 metros de la costa de Marruecos. Esa crisis política, militar y diplomática puso de manifiesto las dificultades de la Unión Europea para tener una posición común en cualquier tema, el papel de la OTAN en la defensa de sus aliados y en su fuerza de disuasión y la capacidad mediadora de Estados Unidos. Elementos, todos ellos, que nos remiten al presente. Pero también explica las complejas relaciones entre Marruecos y España, entre España y Francia, entre España y Estados Unidos y entre Marruecos y Estados Unidos. Expresa la importancia de los símbolos en la política internacional y de cualquier palmo de soberanía de los Estados. Y en ese sentido, la España de Aznar no tuvo complejos para defender una roca que no tiene título de soberanía que acredite de quién es. Imaginemos ahora lo que sería capaz de hacer un Estado para defender su soberanía sobre una parte del territorio con 8 millones de habitantes y un peso económico del 20%. El ejército español, por cierto, tenía un plan para Catalunya en 2017, llamado… operación Romeo Sierra.
Ya advierto que quien firma este artículo es el autor del documental y que todo ayuda a promocionarlo. Pero escribo este texto para hacer una reflexión. Ese es la que sigue.
Aznar no tuvo complejos para defender una roca que no tiene título de soberanía que acredite de quién es
El día de San Esteve de 2024, TV3 estrenó otro documental, El cor de l’Avi, también dirigido por quien firma. Contaba la aventura del corazón en formol de Francesc Macià. Fue embalsamado cuando murió el día de Navidad de 1933 y su corazón depositado en una urna con formol, en la caja fuerte del Palau de la Generalitat. Cuando el govern se exilió, en 1939, Lluís Companys se lo confió a Josep Tarradellas. Y lo guardó como un tesoro, como un símbolo, hasta que regresó del exilio.
Ambos documentales tienen como punto de partida una anécdota. Sin embargo, diría que juntos explican la diferencia entre la política española y la política catalana, entre Catalunya y España, entre una nación sin Estado y un Estado que quiere ser nación. Entre no tener poder y tenerlo. La política catalana es el romanticismo, la resistencia de conservar durante décadas el corazón del primer president de la Generalitat, símbolo del autogobierno. La política española es la capacidad de enviar a los tres ejércitos a defender una roca. El ejercicio del poder y el monopolio de la fuerza. La importancia de los símbolos, sí. La importancia de la soberanía, sí. Pero sobre todo la importancia de defenderla, ganarla y mantenerla sin complejos.