Las marcas chinas han llegado a Europa para quedarse. Han invertido en diseño, han mejorado su tecnología y han sorprendido con una oferta de precios bajos que rompe los esquemas del mercado. Sin embargo, lo que parecía un sueño para el comprador medio está revelando un lado oscuro: la depreciación brutal de sus coches. El ejemplo más claro es el BYD Atto 3, que pierde más de 4.000 euros en tan solo un año de uso.
Este modelo, que parte de un precio cercano a los 25.000 euros, se presenta como una opción atractiva dentro del segmento de los SUV eléctricos. Ofrece un equipamiento generoso, un diseño llamativo y la etiqueta cero emisiones. Todo parece perfecto hasta que llega el momento de calcular cuánto vale al cabo de doce meses. Los datos son claros: su valor en el mercado de ocasión cae en torno al 16 % en apenas un año.

La compra de un coche chino puede salir muy cara a la larga
Las causas son múltiples. En primer lugar, la falta de talleres oficiales y de una red sólida de servicios posventa genera desconfianza en el comprador de segunda mano. A eso se suma que las aseguradoras incrementan las primas de seguro para estos vehículos, al considerar que las reparaciones pueden ser más caras o tardar más tiempo por la escasez de piezas. El resultado es evidente: vender un BYD tras un año de uso se convierte en un negocio muy poco rentable.
Los portales europeos de compraventa ya lo están advirtiendo. Mientras un compacto europeo mantiene con relativa facilidad entre el 75 % y el 80 % de su valor tras los primeros doce meses, un modelo como el BYD Atto 3 apenas conserva un 84 %. Eso significa que quien pensaba en recuperar parte de su inversión se enfrenta a una pérdida inmediata de más de 4.000 euros.

Si piensas revender a corto-medio plazo, mejor que compres un coche europeo o japonés
Si se compara con otros coches, el golpe es aún más duro. Un Dacia Duster de la generación anterior, pese a su precio más económico y a sus críticas por acabados, logra depreciarse menos que el SUV chino. Y lo mismo ocurre con rivales eléctricos de marcas europeas o coreanas, que mantienen mejor su valor gracias a una mayor confianza del mercado. Comprar barato no siempre significa ganar, y en este caso la diferencia se nota demasiado rápido.