En Comú Podem, la confluencia política de izquierdas que ganó las elecciones generales en Catalunya el pasado 20 de diciembre, no tendrá grupo propio en el Congreso de los Diputados. Aunque ha sido en contra de su voluntad, tampoco cabe hablar de una sorpresa, habida cuenta de que el PP, PSOE y Ciudadanos ya habían anunciado su posición contraria. De hecho, incluso era suficiente con la actitud que adoptaran populares y C's, que tienen mayoría en la Mesa del Congreso. No se abre una crisis entre Podemos y el resto de las confluencias –catalana y gallega, a la espera de cómo se soluciona la posición de los valencianos de Compromís, que lo intentarán hasta el último minuto–, pero sí que se evapora la idea manejada siempre en público, de los cuatro grupos parlamentarios de Podemos.

La política unitarista que se cocina en Madrid y que también padeció el PSC en el pasado –aunque, a diferencia de ECP, luchó mucho menos por defender sus posiciones– ha ofrecido su peor cara, la partidista. Nada nuevo, aunque sí preocupante. En Comú Podem sabía que no era suficiente para tener grupo parlamentario propio con decir que lo quería. La España plurinacional no forma parte del eje central de la política española y la diversidad de voces es vista como una debilidad, más que como una riqueza. La apuesta de En Comú Podem por un grupo confederal desde la fraternidad les dará presencia, pero no deja de ser un premio de consolación para quienes aspiraban a mucho más.

Si la formación impulsada por Ada Colau ha vivido las dificultades de la política real, a esta misma situación se han tenido que enfrentar en las últimas horas los diputados de Junts pel Sí, que vivirán este miércoles su primera derrota parlamentaria si la CUP mantiene su anuncio de votar con la oposición el abono a los funcionarios de los atrasos pendientes. Una interpretación cuando menos sui géneris de los cupaires les sirve para argumentar que no afecta a la estabilidad del gobierno, sino a la estabilidad presupuestaria. Será, para ellos, una cuestión de matiz lo que no es otra cosa que una cuestión de responsabilidad. Pero claro, siempre es más fácil la demagogia.