Hay lugares del mundo donde el frío extremo no es una excusa para detener el ritmo cotidiano. Yakutsk, en Siberia oriental, es un ejemplo paradigmático. Considerada la ciudad más fría del planeta, esta urbe rusa demuestra que temperaturas de hasta 52 grados bajo cero no impiden a sus habitantes llevar una vida relativamente normal.
Situada a unos 450 kilómetros del círculo polar ártico, Yakutsk tiene una población aproximada de 300.000 habitantes. Lejos de ser un núcleo aislado, la ciudad es un centro cultural, científico y económico clave de la región. Una parte significativa de su población está formada por científicos especializados en diversas disciplinas, atraídos por las condiciones únicas del territorio y su entorno natural extremo.
Uno de los elementos que más condiciona la vida en Yakutsk es el permafrost. La ciudad está construida sobre un suelo permanentemente congelado, lo que influye directamente en la arquitectura y las infraestructuras. Los edificios se levantan sobre pilotes para evitar que el calor los deshiele y provoque hundimientos. En un entorno así, la ingeniería y la planificación urbana son esenciales para garantizar la estabilidad de la ciudad.
La vida cotidiana en Yakutsk
Esta semana, las temperaturas han caído hasta los -45 °F, lo que obligó a las escuelas a pasar a la enseñanza en línea, mientras la población mantenía su rutina a pesar del frío extremo. En este sentido, es habitual encontrar mercados de pescado al aire libre, donde los productos se venden congelados de manera natural. No hay opción de comercializar pescado fresco: el frío se encarga de conservarlo inmediatamente. Estas imágenes, que pueden parecer insólitas en otros lugares del mundo, forman parte del paisaje común del invierno siberiano.
A pesar del rigor climático, la ciudad no se detiene. El transporte público y los comercios mantienen su actividad incluso durante los días más gélidos. Solo el ámbito educativo se adapta a las temperaturas extremas: cuando el termómetro cae de manera drástica, los niños siguen las clases desde casa. Para el resto de la población, sin embargo, el frío forma parte de la rutina diaria.
El invierno en Yakutsk es largo e implacable. Comienza en octubre, alcanza su punto más frío en enero y se alarga hasta mayo. Durante el primer trimestre del año, la temperatura media ronda los -38 grados centígrados, convirtiendo la región en una de las más frías del planeta fuera de la Antártida.
Récord histórico de frío extremo
De hecho, las temperaturas más bajas jamás registradas en la Tierra fuera del continente antártico se produjeron en la cuenca del río Yana, al noreste de Yakutsk. En el invierno de 2022, la ciudad alcanzó los -64,4 grados centígrados, estableciendo un récord histórico de frío extremo, según datos recogidos por National Geographic.
Lejos de ser un lugar inhóspito y desértico, Yakutsk ejemplifica la capacidad humana de adaptarse a los entornos más extremos. Allí, el frío no frena ni la vida social, ni la actividad económica, ni el progreso científico: simplemente es una condición más con la que convivir cada día.
