Donald Trump ha vinculado el paracetamol durante el embarazo con el autismo en un discurso surrealista, en el cual no ha presentado ninguna prueba y ha priorizado rumores por delante de la evidencia médica. Uno de los argumentos del presidente norteamericano durante la madrugada de este martes ha sido el siguiente: "Hay un rumor, que no sé si es cierto o no, que en Cuba no tienen Tylenol —la marca de paracetamol que consumen en Estados Unidos— porque no tienen dinero para comprar, y no tienen autismo. Y hay otras partes del mundo que tampoco tienen Tylenol y tampoco tienen autismo. Esto ya dice mucho". Este es el nivel, pero es que esto no es todo. Trump ha hecho un llamamiento a dejar de consumir el medicamento y, además, ha aprobado un fármaco como supuesto tratamiento para niños autistas —como ya había avanzado en el funeral de Charlie Kirk—. Se trata de la leucovorina, un medicamento genérico que se utiliza para tratar pacientes con cáncer o anemia.

Los últimos datos de la Red de Monitorización del Autismo y las Discapacidades muestran cómo uno de cada 31 niños es diagnosticado con trastorno del espectro autista (TEA) de los EE.UU., una cifra superior al anterior (uno de cada 36). De hecho, los datos oficiales indican que el trastorno ha crecido en los últimos 25 años, y a esto se ha aferrado la Administración Trump para justificar su postura. Tanto el presidente como su secretario de Salud, el conspiranoico Robert F. Kennedy Jr., ya habían apuntado a la vacunación como responsable —también sin pruebas, como ya es habitual—. Y ahora, ante esta "crisis terrible", el nuevo cabeza de turco ha sido el Tylenol, aunque las organizaciones médicas aseguran que el aumento de casos de autismo se deben tanto al incremento de los diagnósticos como a la expansión de lo que el espectro abarca.

Las críticas científicas en Trump

El presidente ha repetido más de diez veces la frase "no consuman Tylenol, no lo den a los niños", durante la conferencia en la cual ha oficializado las acciones contra el medicamento. Concretamente, ha ordenado que el paracetamol sea etiquetado con una advertencia en los centros de venta y ha asegurado que "no hay ninguna desventaja al no tomarlo" durante el embarazo, y ha reclamado que solo sea tomado en casos de "accesos de fiebre extremos" y bajo indicación médica. "Consumir Tylenol durante el embarazo puede estar asociado a un mayor riesgo de autismo. Así que el Tylenol no es bueno y no es bueno por esta razón, estamos recomendando seriamente que las mujeres limiten el uso del Tylenol durante el embarazo a menos que sea médicamente necesario", ha insistido, acompañado de Kennedy.

No han faltado las críticas científicas al anuncio de Trump. Por ejemplo, el Colegio Americano de Obstetras y Ginecólogos ha recordado que el paracetamol es seguro y que las enfermedades que se tratan con Tylenol durante el embarazo "son mucho más peligrosas que cualquier riesgo teórico y pueden causar graves problemas de salud". "Trump y Kennedy se equivocan", ha sentenciado también el científico Eric Ding, epidemiólogo del Departamento de Salud Pública de Nueva Inglaterra, que ha citado un estudio hecho en Suecia en 2,4 millones de menores y que afirma que "el uso de paracetamol durante el embarazo no se ha asociado al riesgo de autismo o discapacidad intelectual".

A quien menos le ha gustado la noticia ha sido a la productora de Tylenol, Kenvue, que ha rechazado cualquier declaración "contraria a la ciencia independiente". "Estamos profundamente preocupados por el riesgo que eso supone para la salud de las futuras madres", ha expresado Melissa Witt, portavoz de la farmacéutica. Kenvue es una empresa escindida de Johnson & Johnson y genera ventas millonarias, estimadas en unos mil millones de dólares anuales. El año 1955 se lanzó el Tylenol, que originalmente era una alternativa más segura a la aspirina, que estaba vinculada a efectos adversos como la acidosis y problemas estomacales. Ahora, el fármaco es uno de los analgésicos y antipiréticos de venta libre más utilizados en EE.UU., con millones de consumidores que lo escogen para aliviar dolor y fiebre.

Sin embargo, ¿qué es el autismo? Se trata de una alteración del neurodesarrollo que se caracteriza por una afectación en la capacidad de comunicación e interacción social, la presencia de un patrón de conductas repetitivas, rigidez de pensamiento y una desregulación del perfil sensorial. Actualmente, los TEA incluyen los diagnósticos anteriores de autismo, el trastorno generalizado del desarrollo no especificado y el síndrome de Asperger. Puede estar asociado a cualquier nivel de capacidad intelectual y de aprendizaje, y oscila entre problemas muy sutiles de comprensión o de limitación de la función social y discapacidades muy graves. A veces, las personas diagnosticadas pueden tener habilidades especiales y destacar profundamente en áreas artísticas o de conocimiento, pero también pueden mostrar alteraciones del comportamiento, desregulación emocional, peculiaridades en la ingesta alimentaria, alteraciones del sueño y conductos autolesivas cuando no hay un contexto psicoeducativo comprensivo o bien los niveles de estrés son elevados. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), cerca de uno de cada cien niños sufren autismo por todo el mundo. Actualmente, se desconocen las causas específicas, por mucho que Trump diga otra cosa.