Los socialdemócratas alemanes han decidido pasar a la ofensiva contra la extrema derecha. El Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), uno de los pilares de la coalición gobernante encabezada por el canciller Friedrich Merz, ha anunciado su voluntad de emprender los pasos necesarios para impulsar la ilegalización de la formación ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD). La decisión se ha tomado este domingo durante la clausura del congreso del partido, después de un intenso debate de más de dos horas entre los 600 delegados reunidos, que han acabado aprobando la propuesta de pie y entre aplausos. A partir de ahora, un grupo de trabajo del SPD analizará las opciones jurídicas para impulsar el proceso, que solo puede ser iniciado formalmente por el gobierno federal o bien por alguna de las dos cámaras del parlamento.

La iniciativa del SPD llega después de una década de creciente confrontación con AfD, un partido fundado en 2013 que ha evolucionado desde una crítica tecnocrática al euro y a las políticas migratorias hasta un discurso marcadamente nacionalista, antiinmigración y, en algunos casos, abiertamente extremista. Esta radicalización ha hecho saltar las alarmas en amplias capas de la sociedad alemana, especialmente por las conexiones de algunos de sus miembros con movimientos neonazis y entidades de ultraderecha. La AfD ha aprovechado el malestar social y la crisis de confianza institucional para ganar fuerza en varias regiones, hecho que ha llevado a los socialdemócratas a plantear la posibilidad de sacarla del mapa político por la vía legal.

❓ ¿Podría España estudiar la prohibición de la extrema derecha igual que Alemania?

La argumentación jurídica que sustenta la propuesta de los socialdemócratas se ampara en el artículo 21 de la Ley Fundamental alemana, que establece la posibilidad de disolver cualquier formación política que pretenda subvertir o abolir el orden democrático y libre establecido, o que ponga en riesgo la existencia misma de la República Federal. El SPD considera que la AfD vulnera estos principios fundamentales, tanto por sus objetivos políticos como por el comportamiento de sus miembros. Destacan especialmente la retórica hostil contra las minorías, las manifestaciones xenófobas y los ataques sistemáticos contra las instituciones democráticas como indicios claros de una voluntad de desestabilización institucional. Con este paso, el SPD pretende abrir el camino para activar un procedimiento que, si prospera, podría desembocar en la ilegalización formal del partido ultraderechista.

Fractura socialdemócrata

La propuesta de ilegalizar la AfD ha servido para cohesionar un SPD tocado por los malos resultados electorales y las tensiones internas. El vicecanciller y ministro de Finanzas, Lars Klingbeil, fue reelegido el viernes como copresidente del partido con un 64,9% de los votos, una cifra que refleja un apoyo considerable pero no incuestionable. Después de unas elecciones generales celebradas el febrero pasado que dejaron a los socialdemócratas con solo un 16,4% de los sufragios —por detrás de la AfD, que obtuvo un 20,8%, y del bloque conservador liderado por Merz, con un 28,5%—, el partido busca recuperar el impulso.

Lars Klingbeil durante el congreso del SPD en Berlín / EFE
Lars Klingbeil durante el congreso del SPD en Berlín / EFE

Todavía este domingo, Klingbeil reconocía abiertamente que su resultado del 64,9% en la reelección como copresidente no había estado brillante. "Fue un resultado difícil para mí", admitía a la cadena Phoenix, asumiendo que se trata de la "factura por el camino emprendido" después de la derrota electoral de febrero. "He tomado decisiones difíciles y sabía que no todos los delegados reunidos aquí estaban contentos", añadía. Según explicaba a Efe el analista Olaf Boehnke, de la consultora Rasmussen Global, dentro del partido no se ha digerido bien que Klingbeil se haya deshecho de Saskia Esken —copresidenta desde el 2019— para sustituirla por Yasmin Fahimi, y que el despido oficial de la dirigente se produjera en frío al día siguiente de la votación. También hay malestar por la maniobra que ha permitido a Klingbeil tomar el control del Grupo Parlamentario, en detrimento de Rolf Müntzenich, una de las figuras más críticas con la política de rearme del gobierno encabezado por Merz.

En el tramo final del congreso, el rechazo frontal a la AfD ha actuado como elemento aglutinador de un SPD internamente dividido. Aunque un tercio de los delegados expresaron su descontento con Klingbeil, la amenaza que, según el partido, supone la extrema derecha para la democracia liberal ha servido para reactivar los consensos. De hecho, varias figuras del socialismo local y regional han tomado la palabra este domingo para advertir sobre el peligro de la AfD y reivindicar el impulso de la moción como una obligación moral; mientras que en varios estados federados de Alemania, las autoridades ya clasifican formalmente secciones de la formación liderada por Alice Weidel como "caso seguro de extremismo de derechas", un precedente que podría alimentar los argumentos jurídicos para una futura ilegalización.