El triunfo de Zohran Mamdani ha sacudido Nueva York como un terremoto político. En cuestión de horas, la ciudad que simboliza el capitalismo global se ha despertado bajo el signo de un alcalde socialista, de 34 años, nacido en Uganda y convertido en la nueva cara del progresismo estadounidense. Pero la pregunta ya no es cómo ha ganado, sino qué pasará ahora.
El nuevo alcalde ha prometido transformar la vida cotidiana de los neoyorquinos con una agenda tan ambiciosa como arriesgada: autobuses públicos gratuitos, congelación de alquileres, creación de supermercados gestionados por el Ayuntamiento e impuestos más elevados para las grandes fortunas. Un programa que suena a revolución urbana y que despierta entusiasmo y temor a partes iguales.
Del idealismo al gobierno
En el Ayuntamiento, los sectores más moderados del Partido Demócrata se preguntan si Mamdani será capaz de convertir su idealismo en gobierno. Los empresarios, mientras tanto, observan con alarma su idea de “reconstruir la ciudad desde abajo”. E incluso dentro de su propia coalición, hay quien sospecha que la maquinaria municipal –llena de intereses, favores e inercias– podría engullir su energía en pocos meses.
Fuentes de su entorno explican que Mamdani está confeccionando una transición inédita, con nombres que provienen tanto del movimiento socialista como del mundo tecnocrático. Bernie Sanders le ha recomendado que actúe rápido: “Querrán aplastarte si no das resultados en los primeros cien días”, le habría dicho. Y el expresidente Barack Obama, con quien ha hablado por teléfono, le ha advertido que su éxito dependerá de una cosa muy sencilla: hacer que la ciudad funcione.
Todo esto llega después de una campaña que combinó política de calle e ingenio digital. Mamdani sustituyó los clásicos anuncios por vídeos virales y humor político, y logró construir una coalición de electores que va desde los jóvenes precarios hasta los conductores de taxi o los comerciantes de origen extranjero. Ahora, sin embargo, la etapa de las promesas termina y comienza la de la gestión.
Nueva York, ¿un nuevo laboratorio?
Las primeras decisiones marcarán su destino. ¿Mantendrá a la comisaria de policía Jessica Tisch, como insinuó en el último debate? ¿O buscará un choque frontal con el establishment policial? ¿Y cómo responderá cuando los grandes inversores de Manhattan empiecen a mover hilos para frenar sus planes económicos? En los próximos meses, Nueva York podría convertirse en un laboratorio del socialismo democrático o en un aviso sobre los límites del populismo urbano.
Mamdani ha dicho que “el futuro está en nuestras manos”, pero sabe que su margen de error es mínimo. El mundo lo mira, y él lo sabe: el primer alcalde musulmán de la ciudad que nunca duerme tendrá que demostrar que se puede gobernar contra los poderosos —sin perder el sueño de cambiarlo todo. Ahora, bajo las luces de la ciudad que nunca duerme, Mamdani afronta el verdadero reto: demostrar que la revolución puede convivir con la realidad.
