El norte del planeta está llamando la atención de los viajeros conscientes de su impacto ambiental. Groenlandia, con vastos paisajes de hielo y roca, está emergiendo como un destino clave para el ecoturismo, combinando aventuras en la naturaleza, cultura indígena e infraestructuras pensadas para el turismo responsable. El objetivo es ofrecer experiencias memorables sin comprometer la delicada ecología de la región.

Los visitantes que aterrizan en Nuuk, la capital de Groenlandia, a menudo sienten primero el viento antes de oír cualquier otro vehículo. La luz baja del sol ártico estira el horizonte, el aire es nítido y salado, y los colores parecen reducidos a su esencia: roca, hielo, agua y cielo. Esta combinación provoca una especie de “reset” sensorial inmediato, haciendo que los viajeros se sientan inmersos en el presente y conectados con el entorno.

¿Qué atrae a los visitantes?

No obstante, Groenlandia mira al futuro. Con nuevas conexiones aéreas y marcos de viaje sostenible, no son solo los enormes mantos de hielo y los fiordos los que atraen a los visitantes. El año pasado se registraron alrededor de 149.000 turistas internacionales, incluyendo 54.000 por vía aérea, según datos oficiales. Empresas turísticas locales integran la conciencia ambiental en los itinerarios: explican cómo el hielo bajo los pies ha cambiado, cómo la vegetación se desplaza y cómo los conocimientos tradicionales de la población indígena son vitales en un mundo que cambia rápidamente.

Jacob Nitter Sørensen, CEO de Air Greenland, advertía, al portal The Ethos, que el crecimiento no será explosivo, y que la región no se verá desbordada como ha ocurrido con otros destinos nórdicos. La ley turística aprobada en 2023 fija zonas, permisos y requisitos de propiedad que favorecen el control local y el cuidado ambiental, asegurando que el desarrollo turístico sea responsable.

¿Cómo afecta el cambio climático a Groenlandia?

El cambio climático es una realidad innegable. El manto de hielo de Groenlandia ha perdido masa cada año desde 1998, con una pérdida que ha pasado de 34 a 234 millones de toneladas anuales entre los años 1990 y 2010. Este deshielo contribuye al aumento del nivel del mar y altera las corrientes oceánicas. La región se calienta aproximadamente al doble de la media global, acelerando el deshielo, la vegetación que avanza y la transformación de los hábitats.

Los ecosistemas marinos y terrestres están bajo presión. El agua de deshielo altera nutrientes, temperatura y sedimentación, afectando a peces, mamíferos marinos, aves y comunidades costeras. Los cambios tienen un impacto directo en las poblaciones indígenas, que dependen de la caza y pesca tradicional. Así, el turismo responsable se ha convertido en una herramienta para concienciar y proteger estos ecosistemas.

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Los viajeros que llegan a Groenlandia quedan cautivados por la belleza de los fiordos, los glaciares y la cultura local. Sin embargo, existe una responsabilidad implícita: explorar este territorio único con conciencia, respetando tanto la naturaleza como la población indígena que habita en él. Los itinerarios guiados ofrecen la oportunidad de conectar con el entorno y comprender el impacto del cambio climático, garantizando que cada paso deje un efecto positivo y educativo.

En este territorio donde el hielo retrocede y la naturaleza cambia rápidamente, el turismo consciente emerge como una manera de viajar con respeto, aprender de la tradición indígena y disfrutar de la inmensidad ártica sin acelerar su transformación irreversible.