Cuando uno piensa en Groenlandia, es posible que el primero que le pase por la cabeza no sea precisamente un campo de fútbol. Seguramente la tendencia será imaginarse icebergs, nieve o casas de colores. El caso, sin embargo, es que en Groenlandia hay campos de fútbol y a los niños les encanta jugar. De hecho, es difícil estar en un campo de fútbol —o simplemente cruzarte con un niño con una pelota— y que no te haga la pregunta universal: ¿quién es mejor, Messi o Cristiano? Pero si respondes que eres de Barcelona o que conoces Lamine Yamal, la reacción es inmediata: empiezan a cantar en pleno pulmón Y qué fue, de Don Miguelo, imitando los bailes del futbolista catalán.

Groenlandia es remota, helada y aislada, sí. Pero no vive de espaldas al fútbol. De hecho, vibra intensamente. Esta semana, en Nuuk, la capital, se ha disputado el 54.º Campeonato de Fútbol de Groenlandia, que comprime en solo una semana lo que en cualquier otra parte del mundo sería una temporada entera. Solo hay tiempo para ocho equipos y veinte partidos. Las condiciones climáticas y la distancia extrema entre ciudades hacen que el fútbol en la isla sea una carrera a contrarreloj. Pero eso no frena el entusiasmo. Cuando el hielo se funde y el sol no se pone —en pleno verano ártico—, miles de personas salen a correr tras una pelota en campos artificiales repartidos por la roca más grande del planeta. Entre los 5 y 10 grados de agosto y la luz continua, Groenlandia se transforma. Y fuera de Nuuk, también hay fútbol. Los campos de césped artificial se llenan y juegan durante horas, sin cesar. El tiempo también es relativo.

Un 10% de la población juega a fútbol

Hay 5.500 jugadores registrados en la isla, casi el 10% de la población total. Pero a pesar de esta pasión, Groenlandia no puede competir oficialmente. Su petición de entrada en la CONCACAF, la confederación americana, fue rechazada hace unas semanas. Y como tampoco puede acceder a la UEFA (no es un estado reconocido por la ONU), sus esperanzas de entrar en la FIFA continúan atascadas.

Mientras tanto, la selección nacional solo puede jugar amistosos no oficiales. El último fue una derrota por 5-0 contra el Turkmenistán, en Turquía. Sin embargo, no pierden la esperanza. Este año quieren jugar contra Tuvalu, en el Pacífico, para alertar sobre el cambio climático, y tienen previstos amistosos con Austria y Eslovenia en otoño.

La cuestión no es solo política, sino económica. Viajar a Groenlandia no es barato, y tampoco es fácil. Cuando vas, ya te dicen que te tienes que preparar para –quizás– quedarte atrapado en un lugar remoto durante 5 días. La niebla, el viento y fenómenos meteorológicos diversos complican los desplazamientos. Ahora bien, también hay una carencia de infraestructuras necesarias: ni estadio nacional, ni capacidad para 40.000 personas (un requisito FIFA inalcanzable aquí, donde viven poco más de 56.000). Mientras tanto, sin embargo, la vida futbolística no se detiene. B-67 Nuuk, el club más exitoso, buscará revalidar el título conseguido el año pasado.