La crisis geopolítica en torno a Groenlandia ha puesto de manifiesto un juego de fuerzas complejo entre Dinamarca, la Unión Europea y los Estados Unidos, con la posibilidad de una nueva etapa de colaboración estratégica que redefina el futuro político y económico del archipiélago ártico.

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Un intento de aproximación tras el “no” de Trump

La propuesta, en agosto de 2019, por parte del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, de adquirir Groenlandia a Dinamarca, sacudió el panorama político europeo y groenlandés. Este movimiento inesperado y poco diplomático provocó un momento de extrañeza, que ha generado un nuevo impulso para Dinamarca y Groenlandia a repensar sus relaciones bilaterales y su posición internacional.

Según un artículo de Deutsche Welle (DW), este episodio ha servido para evidenciar la importancia geoestratégica de Groenlandia, sobre todo para las potencias que buscan asegurar su influencia en el Ártico, una región rica en recursos naturales y de un interés creciente para la transición energética global.

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La respuesta de Dinamarca no se ha hecho esperar. Según información publicada por CEPS, el gobierno danés está buscando aprovechar esta tensión para reforzar el diálogo con Groenlandia, evitando que el conflicto exterior afecte la cohesión interna del archipiélago. Dinamarca quiere mantener un equilibrio delicado, respetando la autonomía que Groenlandia ha ido ganando, pero sin perder su influencia en la política y la economía de la isla.

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Nanortalik / Anna Solé Sans

Groenlandia: entre la independencia y la cooperación internacional

El liderazgo groenlandés ha aprovechado esta situación para expresar con claridad su voluntad de buscar alianzas estratégicas con países y entidades que compartan valores e intereses comunes. Jens-Frederik Nielsen, presidente del gobierno groenlandés, declaró en una conferencia de prensa en el Europarlamento que Groenlandia quiere una cooperación más estrecha con la Unión Europea, aunque no tiene intención de volver a formar parte de la UE, una decisión que ya tomaron en 1985.

Este aspecto fue recogido por European Newsroom, que destaca la posición clara de Groenlandia de no reincorporarse a la UE, pero al mismo tiempo de querer establecer una “alianza estratégica” para aprovechar oportunidades en sectores clave como el turismo, las energías renovables y, especialmente, la extracción de recursos minerales.

Este último punto es fundamental en la estrategia groenlandesa y europea. Groenlandia cuenta con una gran cantidad de recursos críticos para la transición ecológica, como el litio, el níquel o el cobalto, minerales esenciales para la fabricación de baterías para vehículos eléctricos y otras tecnologías verdes. La Unión Europea ve en Groenlandia un aliado potencial para garantizar el acceso a estos materiales y reducir su dependencia de países como China.

Nuuk, bandera Groenlandia / Europa Press
Nuuk / Europa Press

La UE refuerza su apuesta por Groenlandia

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, expresó recientemente su interés en ampliar la colaboración con Groenlandia. En la reunión de la Comunidad Política Europea (EPC) en Copenhague, hace unos días, anunció una propuesta para duplicar la ayuda financiera destinada al archipiélago, que podría ascender hasta 4.000 millones de coronas danesas en el presupuesto europeo para el período 2028-2034.

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Jens-Frederik Nielsen, presidente del gobierno groenlandés / EFE

Esta propuesta, según informa 3P News, es una muestra clara del compromiso europeo por apoyar proyectos de energía limpia y desarrollo tecnológico que posicionen a Groenlandia como un actor relevante en la lucha contra el cambio climático.

Nielsen ha calificado esta oferta de “prometedora” y ha reiterado que la voluntad de Groenlandia es profundizar su relación con la UE sin renunciar a otros socios internacionales, como Estados Unidos, siempre que las colaboraciones se basen en el respeto mutuo.

El papel de Estados Unidos y el gasto militar

Estados Unidos sigue siendo un actor clave en la geopolítica groenlandesa y ártica, principalmente por su presencia militar estratégica. El portaaviones de la Marina y otras infraestructuras militares en Groenlandia son cruciales para la defensa y el control de la región.

Según CEPS, la reciente tensión causada por la propuesta de adquisición de Groenlandia por parte de Trump ha evidenciado que EEUU está dispuesto a mantener su influencia en el Ártico, pero que también es necesario un cierto respeto por la autonomía groenlandesa y sus alianzas.

Por otro lado, el gasto militar vinculado al Ártico ha aumentado en los últimos años, un hecho que genera preocupación, pero también ofrece oportunidades de desarrollo económico para Groenlandia. Esta doble vertiente debe entenderse en el contexto de la competencia global por recursos naturales y rutas marítimas.

Según European Newsroom, Dinamarca y Groenlandia están buscando una estrategia común que permita equilibrar la seguridad nacional con las necesidades económicas y medioambientales. La coordinación con la UE y la cooperación respetuosa con los EE. UU. se perciben como claves para garantizar un futuro estable y sostenible para el archipiélago.

¿Hacia una nueva era de cooperación multilateral?

Este conjunto de factores sitúa a Groenlandia en una posición privilegiada pero compleja. Su autonomía, sus recursos naturales y su ubicación geográfica hacen que se convierta en un territorio de gran interés para diferentes actores internacionales.

El diálogo entre Dinamarca y Groenlandia está tomando un nuevo impulso, buscando reforzar vínculos sin perder de vista las alianzas externas. La Unión Europea quiere consolidarse como un socio estratégico, no solo por cuestiones económicas, sino también para garantizar un desarrollo sostenible y una transición energética verde que sea ejemplo global.

Estados Unidos, por su parte, sigue siendo un actor esencial, sobre todo en el ámbito de la seguridad y la defensa, aunque ahora en un marco donde el respeto y la cooperación bilateral se vuelven imprescindibles.

Este escenario, tal como subraya DW, apunta hacia una nueva etapa de cooperación multilateral en el Ártico, donde Groenlandia, Dinamarca, la UE y los EUA deberán encontrar un equilibrio entre intereses geopolíticos, económicos y ambientales.