El río Dniéper, donde se encuentra la presa de Kajovka, ha sido una línea divisoria entre las fuerzas rusas y las ucranianas los últimos meses. La misma prisa era gestionada por las fuerzas de ocupación del Kremlin. Durante meses, los habitantes de las poblaciones adyacentes a la orilla han aguantado bombardeos y todo tipo de ofensivas que llevaban delante de su casa el pulso para ganar unos metros más de la línea de fuego del enemigo. Ahora, los pocos que no se habían marchado ven cómo sus casas se hunden bajo un torrente de agua liberado por el ataque sin autor reconocido a una presa que contenía 18 millones de metros cúbicos de agua. Unas 41.000 personas se encuentran en peligro inminente y miles ya han sido evacuadas, algunas por sus propios vecinos, ya que se trata de una zona candente para los dos ejércitos. Todo mientras el nivel del agua todavía aumenta.
Desde la vertiente ucraniana se ha informado de que se han evacuado unas 2.000 personas. En la orilla izquierda, ocupada por Rusia, los medios rusos hablan de 1.300 evacuados hasta ahora. Desde el Kremlin se ha informado de que han empezado las tareas para drenar las zonas inundadas y el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, ha denunciado la falta de apoyo internacional: "Que no haya organizaciones internacionales en la zona del desastre ahora significa que no existen en absoluto, que no funcionan".
Mientras Rusia y Ucrania reaccionan con precaución sobre este desastre humanitario y ecológico en plena línea de frente, muchos vecinos han tomado las riendas con respecto a las tareas de rescate de humanos y animales. Civiles y militares unen fuerzas para rescatar a la gente de la zona. Imágenes de ciudades hundidas en el agua y personas en lanchas motoras evacuando a personas y mascotas. Retratos que parecen sacados de Nueva Orleans durante la crisis del Katrina, pero que han sido causados no por un fenómeno natural sino por un ataque bélico. "Somos fuertes, somos residentes", declaraba una vecina de la zona a The Guardian. Antes de que acabara la frase, otro vecino añadió: "Y no podemos escapar".


Las otras consecuencias del ataque
Unos 20.000 abonados al sistema eléctrico ucraniano se han quedado sin luz en los territorios del sur de Ucrania controlados por Kyiv después de que el torrente de agua liberado por la ruptura de la presa haya negado 129 subestaciones eléctricas, según ha informado hoy el Ministerio de Energía ucraniano.
Además, seis infraestructuras para la depuración de aguas se han inundado, por lo tanto, también está en riesgo los suministros de agua. Según Zelenski, "cien de miles de personas se han quedado sin acceso normal a agua potable".
El ecosistema también está gravemente afectado. En el parque nacional de Jersón, ocupado por Rusia, miles de animales han muerto a consecuencia de la riada provocada por el desbordamiento de la presa, dijo el alcalde impuesto por Rusia en la localidad de Nova Kajovka. En el parque, de más de 80.000 hectáreas, vivían ejemplares de más de 70 especies raras. Las autoridades ucranianas han informado de la muerte de todos los animales del zoo de Nova Kajovka y de muchos animales de compañía en las dos orillas del río Dniéper.
