Rusia habría enviado al frente de Ucrania unidades compuestas por soldados infectados con VIH —el virus del sida—, hepatitis y otras enfermedades, según han denunciado expertos militares ucranianos citados por el diario británico The Telegraph. Las unidades en cuestión, integradas por efectivos marcados con brazaletes que los identifican como enfermos, han sido detectadas en las líneas de combate en torno a Pokrovsk, una ciudad estratégica en el este del país que se ha convertido en escenario de uno de los asaltos más prolongados y sangrantes por parte del Kremlin. La información ha sido confirmada por Dmytro Zhmailo, director ejecutivo del Centro de Seguridad y Cooperación de Ucrania (USCC), una organización de análisis con vínculos estrechos con el ejército ucraniano. "Actualmente, hay información de que estas unidades participan en combates en el punto más conflictivo: Pokrovsk", ha declarado Zhmailo, alertando de lo que considera una nueva muestra de la desesperación rusa y de la voluntad de Moscú de seguir sacrificando vidas humanas para mantener la presión militar sobre un enclave clave para el control logístico de la región.
La creación de estas unidades dentro de las filas del ejército ruso evidencia el alcance de una crisis sanitaria interna cada vez más grave, con un aumento alarmante de casos de VIH, hepatitis y tuberculosis entre los efectivos enviados al frente. Según un análisis del Carnegie Centre, la tasa del virus del sida entre los soldados rusos desplegados en Ucrania se ha multiplicado por veinte desde el inicio de la invasión, un dato que confirma el deterioro de las condiciones sanitarias y la falta de control epidemiológico entre las tropas de Vladímir Putin. Además, una unidad del Kremlin ha sufrido recientemente un brote de una fiebre hemorrágica mortal que hace que los que la cogen sangren por los ojos, e incluso los medios de comunicación rusos, estrictamente controlados por el régimen, han empezado a informar sobre una "epidemia oculta" de enfermedades que afectan a las tropas en Ucrania. En este sentido, el envío de unidades formadas expresamente por soldados con enfermedades graves no solo plantea interrogantes sobre la gestión de la salud militar, sino que también pone de manifiesto el nivel de desgaste que afronta el ejército ruso después de más de dos años de guerra.

Según ha explicado Zhmailo a The Telegraph, las unidades formadas por soldados infectados no presentan diferencias logísticas con respecto al resto de tropas rusas desplegadas en el frente: "Están equipadas de manera similar a otras unidades militares rusas. De hecho, su nivel de provisión es idéntico y bastante bajo". El único elemento que las distingue es "la presencia de brazaletes especiales" que actúan como marcas visibles de su enfermedad. Según el USCC, estas unidades han estado implicadas en varios intentos de asalto a Pokrovsk desde el sur y suroeste, y también se han detectado movimientos de infiltración a través del pueblo de Zvirove. Antes de ser trasladadas a la primera línea, las tropas habrían recibido entrenamiento en territorios ocupados por Rusia, como Jersón, Zaporiyia y Crimea.
Institucionalización de la enfermedad en el frente
El uso de soldados con enfermedades graves no es nueva dentro de la estrategia militar rusa, pero el hecho de que estas unidades formen ahora parte del ejército regular supone, según los expertos ucranianos, un paso más hacia la institucionalización de esta práctica. Rusia ha sido acusada reiteradamente de recurrir a personal médicamente vulnerable para suplir las bajas masivas sufridas en el frente, especialmente durante las etapas más duras de la guerra. El año 2022, el grupo de mercenarios Wagner empezó a reclutar prisioneros con VIH y hepatitis para asignarlos a roles de primera línea, de alto riesgo, a cambio de tratamiento antiviral como forma de retribución. Según informes de entonces, solo en una colonia penal de la región de Leningrado se reclutaron a cerca de 100 hombres, diferenciados con los brazaletes. Rojos para los infectados con VIH y blancos para aquellos que sufrían hepatitis.
En octubre de 2024, la Dirección Principal de Inteligencia (GUR MO) de Ucrania reveló que el ministro de Defensa ruso, Andréi Beloúsov, había emitido una orden confidencial para eliminar la hepatitis C de la lista de enfermedades que inhabilitan para el servicio militar. La medida, según Kyiv, tenía como objetivo facilitar la incorporación de miles de convictos infectados como voluntarios para combatir en Ucrania. Esta decisión se añade a otros cambios normativos y flexibilizaciones sanitarias dentro del ejército ruso, que han permitido la incorporación de personas con condiciones infecciosas previamente excluidas por razones médicas. Tanto el VIH como la hepatitis B y C se transmiten principalmente por contacto con sangre u otros fluidos corporales infectados, cosa que ha generado preocupación entre expertos médicos y organizaciones de derechos humanos por el riesgo que eso puede comportar en entornos como las trincheras o los hospitales militares de campaña, donde las condiciones higiénicas son limitadas y el control sanitario es a menudo precario.